La historia es cíclica y hay hechos que se repiten una y otra vez como en un mal sueño. Eso le pasó a Martha Rosler (1943), no una sino tres veces, cuando en 2004 y en 2008 volvió a echar mano a las mismas estrategias visuales para hacer un brutal comentario sobre la presencia de EEUU en las guerras de Iraq y Afganistán. La primera vez fue a fines de los 60 cuando aún era una estudiante de arte, que conmovida por la invasión en Vietnam creó fotomontajes donde yuxtapuso imágenes de la moderna clase media americana junto a las de las víctimas y soldados del campo de batalla que acentúabanla brecha social de ambos países.
House Beautiful: Bringing the War Home (1967-1972) se transformó en una denuncia del "living room war", la expresión sobre los estadounidenses que seguían en la comodidad de sus casas la transmisión de la guerra por televisión.
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Rosler monta personajes de la guerra de Vietnam dentro de escenografías que reflejan la vida americana de fines de los 60.[/caption]
Los collages que marcaron su trabajo político y activista hasta hoy son parte de Si tú vivieras aquí, la primera muestra individual de Rosler en Chile con curatoría de Montserrat Rojas Corradi y Mariagrazia Muscatello, y que se enmarca dentro de las actividades de Bienal Sur, el evento argentino de arte internacional.
La exposición recoge fotomontajes y videos históricos como Semiotics of the Kitchen (1975) donde la propia artista personifica a una chef de televisión (al estilo de la británica Julia Child) y cuestiona los estereotipos femeninos o el video NAFTA producido cuando visitó por primera vez Chile en 1995.
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Fotorama del video NAFTA grabado en la primera visita de Rosler a Chile en 1995.[/caption]
-¿Qué impresiones del país la llevaron a hacer NAFTA?
-Vine invitada para hacer un workshop junto a otros realizadores para la Bienal de Video y Nuevos Medios. Me pareció una ciudad muy callada, reinaba un orden establecido que todos respetaban y la gente sonreía aunque también vi muchos pobres en las calles. Visitamos el recién inaugurado memorial de los detenidos desaparecidos en el Cementerio General. Lo que más me impresionó fue la visible internacionalización del consumo con letreros de Coca-Cola y Pepsi. Eso fue lo que recogí en NAFTA y en otras fotos que exhibiré ahora por primera vez.
-Usted se declara una artista feminista ¿Qué le parece el movimiento que se desarrolla hoy?
-Algunas personas creen que hay grandes diferencias entre el feminismo de los 70 y el de hoy, pero yo no lo veo así. Incluso la publicidad sigue vendiendo productos con las mismas estrategias basadas en la imagen de una mujer joven y atractiva. El feminismo tiene que reinventarse cada cierto tiempo y cobrar nueva fuerza, pero una cosa que no cambia y que debe ser conquistada es la discusión sobre el control del cuerpo de las mujeres. La decisión de convertirse o no en madres es central y no puede haber hombres, Estado o Iglesia que decidan sobre cómo debería ser la relación de la mujer con su propio cuerpo. Es interesante cómo el movimiento trans tiene su foco puesto también en el control del cuerpo, y esa es la clave.
-¿Ha cambiado la imagen de la mujer en el arte?
-Se ha vuelto mejor de lo que era cuando casi no habían mujeres con exposiciones individuales, pero sigue siendo desigual. Hoy hay muchas curadoras, asistentes, pero es muy raro ver a una mujer directora. Eso demuestra que nos valoran como trabajadoras pero no nos dejan tener el control de las instituciones.
Paralelo a su trabajo artístico, Rosler tiene una larga carrera como académica en EEUU y sus escritos críticos son muy influyentes. Además se desempeña como asesora en educación del Museo Whitney y del MOMA.
-¿Qué opina sobre el activismo en el mundo del arte hoy?
-Para bien o para mal, los artistas siempre quieren cambiar el mundo y hay veces que ellos tratan más fuerte y terminan siendo reprimidos. Me llama la atención lo que está pasando en Hong Kong, con protestas de artistas que han escalado en violencia, cuando ocho años atrás eran más pacíficas. También son interesantes las protestas de artistas en contra de instituciones culturales que cuestionan de dónde provienen sus dineros, denunciando la presencia de un capital que hasta ahora era invisible como el de empresas farmacéuticas, del petróleo o de armas financiando el arte y que ahora son cuestionados.
-Su obra tiene un fuerte contenido político pero también hay humor. ¿Cómo lo maneja?
-Creo que el humor es una potente forma de atravesar maneras de pensar. La gente que ríe frente a una obra de inmediato se detiene a pensar por qué es divertido este tema tan serio. Es una forma inesperada de enganchar con los espectadores. Ahora bien, es increíble cómo muchos países están siendo capturados por verdaderos comediantes. Trump es un comediante que se hizo literalmente famoso en un reality show y ahora en Ucrania y Guatemala también hay comediantes líderes. Es un cosa inesperada y otra forma de populismo que sería interesante estudiar.
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Imagen del video Semiotics of the kitchen (1975), donde Rosler cuestiona el estereotipo de la mujer como ama de casa.[/caption]