Releyendo a Borges: seis aproximaciones locales a su obra
Hoy se conmemoran 120 años del autor de El aleph y el escritor argentino más universal, quien leyó la tradición literaria de Occidente a contrapelo. Heredero de Shakespeare y Cervantes, cultivó variados géneros, que a menudo entrelazó, y sus cuentos, ensayos y poemas inspiraron a muchos de quienes lo siguieron. Ganó el Cervantes, pero sus ideas políticas, no menos polémicas, conspiraron en su contra en la carrera por el Nobel. En medio de homenajes en su país, les pedimos a seis escritores chilenos de distintas generaciones que revelaran sus lecturas borgeanas favoritas.
"La lectura debe ser una de las formas de la felicidad", decía. Jorge Luis Borges nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, Argentina, y ya los siete años sabía que su destino era convertirse en escritor. Su padre, Jorge, fue un maestro de escuela con pretensiones literarias, y su madre, Leonor Acevedo, artista y traductora. Ambos lo acercaron desde muy pequeño al fascinante universo de las bibliotecas y libros: de niño leyó los cuentos de los hermanos Grimm, a Julio Verne y a H. G. Welles. Más tarde, en su juventud, se midió con Shakespeare y Cervantes, autores a los que volvería una y otra vez con el correr de los años.
Considerado el escritor más universal de la literatura argentina, exploró distintos géneros, de la poesía al ensayo y la crítica, pero fueron sus relatos breves, como El aleph (1949), Ulrica (1975) y El Sur (1953), los que le dieron mayor fama.
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Hombre de grueso y peculiar carácter además, odiaba los bestsellers, el fútbol, el nacionalismo, el nazismo, el comunismo, el peronismo, a Fidel Castro y hablar de política. Una vez, el Nobel chileno Pablo Neruda le dijo que pensaba como un dinosaurio. Rehuyó de la fama y nunca le gustó dar autógrafos, y aunque en 1979 ganó el premio Cervantes, durante 30 años fue candidato al Nobel de Literatura, pero no lo ganó.
Murió en 1986 en Ginebra, y en sus últimos años la ceguera, acaso su gran miedo, lo alejó de la escritura. Sus libros, sin embargo, nunca envejecieron. "Una vez que he publicado un libro, se acabó. Lo mejor es seguir adelante y… a lo pasado pisado. Uno edita un libro para olvidarlo, después el hecho de que tenga éxito o no, de que se venda o no, de que la crítica sea justiciera o benévola, eso es lo de menos. Yo creo que uno debe vivir hacia el porvenir. Yo no querría recordar que he sido Borges, querría olvidarlo", dijo a fines de los 70.
Mientras Argentina le rinde hoy una serie de homenajes a 120 años de su nacimiento, les pedimos a seis escritores chilenos de distintas generaciones que revelaran sus lecturas favoritas. Para todos, Borges aún vive en cada una de ellas.
Germán Marín (1934)
"Fui muy lector de Borges, y alumno suyo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Allí lo conocí, y sobre todo me tocó tratarlo, leerlo y estudiarlo, desde luego, pero también verlo en acción como profesor junto a Jaime Rest, quien era su ayudante y el encargado de hacer que se cumpliera el programa que Borges había trazado para dicho curso. No tengo un libro de preferencia, sino un apego a su obra en su conjunto, pero siempre me ha interesado mucho Historia de la eternidad (1936). Es uno de mis favoritos, y en esos ensayos vi al hombre de una cultura extraordinaria y gran conocedor de la literatura de todos los países. Borgers era también un lingüista excepcional, leía en muchas lenguas, y además un amante de las matemáticas. Yo diría que tenía el espíritu de un filósofo, y eso lo encarnó muy bien en este libro, que fue escrito en un lenguaje conciso y bello, lo que hasta hoy lo hace muy vigente. Aún guardo una gran estima y una admiración literaria por él".
Mauricio Electorat (1960)
"La obra de Borges es vastísima, más que por la cantidad de libros que escribió, porque los temas que toca son inagotables, paradójicos y universales y porque reescribe, desde Buenos Aires, la gran literatura occidental. Es de una paradójica crueldad, pues, tener que elegir. Pero, puestos a ello, de Borges seleccionaría dos cuentos: El Sur (1953) y El jardín de los senderos que se bifurcan (1941). El primero porque quizás sintetiza como ningún otro escrito aquello que llamamos literatura latinoamericana: la urbe, el campo, los inmigrantes, los hombres de la tierra, la violencia... El segundo porque acaso sea el mejor 'thriller' que se haya escrito nunca en el formato cuento".
Jorge Baradit (1969)
"El libro que salvaría de una hecatombe universal sería Ficciones (1944). La manera en que J.L. une tradición clásica y mitos con la modernidad más desatada fue demasiado para mi pobre cabeza. Un universo donde convivían bestias mitológicas con gauchos, guiños nórdicos, orientalismo, dementes iluminados a la swedenborg y alucinaciones kafkianas era todo lo que había soñado jamás. El cóctel me dañó la mente y como buen junkie he pasado mi vida buscando un chute igual. Pero aunque ese primer polvo con ayahuasca borgiana nunca ha vuelto a ocurrir, me dejó una vara lo suficientemente alta como para no conformarme con cualquier mezcla de raspado de muralla. Y vaya que abundan".
Rafael Gumucio (1970)
"Todos los libros de Borges me gustan, pero tengo una cierta predilección no por el mejor de todos sino por el primero que leí, que fue el Libro de Arenas (1975). Lo leí en francés, cosa que disgustaría mucho a Borges y me impresionó mucho la conversación consigo mismo y el cuento del congreso secreto y mundial. Me pareció que era un libro tan magistral y tan amateur al mismo tiempo, como si estuviera jugando a escribir".
Claudia Apablaza (1978)
"Para mí, como lectora y como escritora, hay un antes y un después de leer a Borges. Leerlo me abrió posibilidades de la literatura que nunca había imaginado. Si bien uno de mis favoritos es el libro El jardín de los senderos que se bifurcan (1941), donde aparece el cuento homónimo, además de Tlon, Uqbar, Orbis Tertius, creo que el texto que más me gusta de Borges es un texto más emotivo, y que escribe como despedida cuando muere Macedonio Fernández (1874-1952), escritor y su gran maestro, aquel donde dice, entre otras muchas otras cosas: 'Una de las felicidades de mi vida es haber sido amigo de Macedonio, es haberlo visto vivir'".
Diego Zúñiga (1987)
"Miscelánea (2011) es un libro que recopila una buena parte de los textos críticos de Borges —ensayos, reseñas, prólogos— e incluso algunas traducciones que publicó en revistas: un par de poemas de Carl Sandburg y Edgard Lee Masters, un cuento extraordinario de Delmore Schwartz. Son más de mil páginas que permiten apreciar y disfrutar la inteligencia de Borges. Aquí está ese lector único, curioso y deslumbrante que marcaría la literatura del siglo XX".
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