Son las 10 de la mañana de un viernes en París, y Ramuntcho Matta (1960), el quinto de los seis hijos que tuvo el surrealista chileno Roberto Matta, escucha atento a dos jóvenes artistas que le presentan un proyecto en su galería SometimeStudio. La reunión es visible desde la calle Saint Claude, en pleno barrio gay de Le Marais. Allí están los tres, sentados alrededor de una mesa verde, mientras Gino, el perro de Ramuntcho, descansa en el piso.
SometimeStudio es, según el músico, artista y poeta, un lugar "para los que hacen algo a veces", en contraposición al "full time" de moda en pleno siglo XXI. La galería está vinculada al Centro Lizières, un centro cultural interdisciplinario enfocado a talleres y seminarios en torno a prácticas de cuerpo y mente, ubicado a una hora de París.
En Chile, Ramuntcho se hizo conocido en 2011, cuando visitó el país con motivo del centenario de su padre. Aquí estrenó su documental Intimatta, donde mostraba su relación con el pintor y participó de varias actividades. Quiéralo o no, la celebridad de Matta toca de vez en cuando su puerta; esta vez es debido a la muerte, el pasado 5 de septiembre, de su última esposa, Germana Ferrari, una de las herederas del artista chileno. Por los días en que Ramuntcho recibe a Culto en París, una galería suiza pone a la venta óleos emblemáticos del pintor dentro de la International Contemporary Art Fair (FIAC) 2019. Entre ellos está La banal de Venecia (1956), Ser blanco nosotros mundo (1958) y Los testigos del universo, un cuadro histórico (1947-48).
La galería dice que este es un homenaje para Germana, ¿qué opina usted?
Cada uno puede hacer lo que quiera para homenajear a quien quiera.
¿Era usted cercano a ella?
Lo era por necesidad, era la compañera de mi padre, siempre la respeté y escuché, teníamos un punto de desacuerdo, discutíamos sobre la visión de cómo había que trabajar y honrar la memoria de mi padre, su marido. Es normal si ella no estaba de acuerdo, lo que lamento es no haber podido crear una estructura juntos para defender como era necesario ese trabajo.
¿Qué tipo de estructura quería usted?
Mi padre quería hacer una fundación donde no solamente la familia tuviera algo que decir y donde podíamos invitar gente externa. Espero que ahora sea posible con su hija, pero con Germana no fue posible.
¿Tenía ella un carácter difícil?
No digo eso, todo el mundo es particular y cada uno tiene derecho a tener su Matta, y eso es lo bonito de trabajar con la gente. Ella tenía un Matta que pensaba que no era compatible con el mío, pero yo creo interesante que todos los Matta puedan existir.
¿Usted piensa que eso puede cambiar con su hermana Alisée?
Yo siempre soy muy entusiasta, así que pienso que con un poco de razón podemos hacer avanzar las cosas.
¿Esta fundación debe estar en Chile?
Chile siempre se negó a Matta, Chile siempre lo maltrató. Desde 1996 yo fui embajador, a pedido de mi padre, para crear una fundación Matta en Chile, incluso encontramos un lugar, el hotel Bristol en Santiago, mi padre quería dar algunas obras y toda su colección de objetos primitivos. Intentamos hacerlo cuando estaba vivo. Cuando murió continué el proyecto, encontré algunos privados interesados, un señor Santa Cruz, pero solo con él no era posible, era necesario que el Estado se comprometiera, pero el Estado chileno nunca se comprometió como era necesario para defender a sus artistas nacionales. Ahora es demasiado tarde, han pasado 24 años y uno se cansa un poco; habría sido necesario hacerlo a su muerte. En Chile se dice siempre "hagámoslo", y ahora desgraciadamente ya pasó. Es triste, porque no hay más testigos directos de la memoria de Matta y por eso era importante hacerlo cuando estaba vivo, hubiera sido algo muy dinámico para los jóvenes artistas, para la transmisión de temas como la responsabilidad política y el arte de vivir juntos en sociedad.
La familia Matta
Roberto Matta estuvo casado en cinco ocasiones, y con cuatro de esas mujeres tuvo descendencia. La primera fue la estadounidense Ann Clark, con quien tuvo a los mellizos Batán y Gordon; luego la italiana Angela Faranda, quien dio luz a Pablo; la francesa Malitte Pope, madre de Federica y Ramuntcho, y finalmente Germana Ferrari, quien le dio su última hija, Alisée.
Se dice que Germana tenía el 60% de la herencia de su padre...
Es totalmente falso, ¿quién habla de porcentajes? La prensa, en general, son interpretaciones de periodistas sobre lo que escuchan, de lo que ellos entendieron, que pasa por la redacción, que se filtra según los intereses del dueño del diario. La obra de mi padre pertenece en un 99% a todos los museos que tienen sus obras y el resto que queda está compartido por las personas que heredaron los derechos. Pero eso es muy poco, porque por definición una persona que nació en 1911 y murió en 2002 ha dado casi todo a los museos y amigos, el 99% de la obra de Roberto Matta está en circulación en el mundo y está muy bien así.
Usted fue un privilegiado: hasta tuvo una relación epistolar con su padre, pero Pablo, su hermano italiano, siente que su padre no se interesó en él. ¿Cómo es su relación con él?
Cada uno se fabrica la realidad que le queda bien y a veces nos fabricamos una complicada, porque necesitamos crecer, es lo que aprendí de mi experiencia en psiquiatría. Pablo siente que no fue amado y mi visión de la historia es que mi padre prefirió protegerlo, porque los años 50 fueron la época más alcohólica de mi padre, y cuando veo los resultados en Pablo pienso que fue mejor no haberse relacionado con él.
Y usted, ¿qué época de su padre vivió?
No sé, yo viví con él cotidianamente la infancia hasta los nueve años, y luego hubo un periodo extraño, cuando se fue a vivir a otro país, pero nos veíamos en las vacaciones. Cuando tenía 16 años, Batán se suicidó y él se volvió muy cercano a mí. Y luego, cuando Gordon, el segundo mellizo, murió, se volvió aún más cercano. Tuve la suerte de estar cerca de esa persona que ustedes vieron en Intimatta. Tuve la suerte de tener un padre que tenía la edad para ser mi abuelo. Había esa distancia que era útil y lo que me salvó es que yo pude elegir muchos otros padres, entre ellos los amigos de mi madre y figuras simbólicas, como poetas o gente que yo frecuentaba, mayores que yo, que me transmitieron cosas importantes, como la curiosidad y el gusto por la transmisión.
Hace nueve años, Culto publicó una entrevista con la viuda de su hermano Gordon, Jane Crawford, que decía que Gordon estaba enojado con su padre porque los abandonó a usted y a Federica.
Eso es falso, es parte de la mitología que Jane quiso crear de mi padre; al contrario, estaban muy unidos y mi padre lo admiraba mucho. Pero hay gente que se inventa historias que no tienen nada que ver con lo real. Mi padre no era capaz de ser un padre normal. Y, por suerte, gracias a eso, yo soy especial. En ese caso, el abandono es una suerte. Pero mi papá nunca nos abandonó, él no desapareció, lo veíamos con frecuencia, y tampoco abandonó a los mellizos. Cuando dejó los EE.UU. le encargó a un amigo suyo que se preocupara de ellos y de su exmujer. Además, Jane no estaba allí cuando Matta dejó a mi madre, ¿cómo pudo saberlo?
En la misma entrevista, Jane da a entender que su hermano Gordon se sintió culpable de haber recibido todo lo que le faltaba a su hermano Batán.
Puede haber sentido culpa por la muerte de Batán, pero no se sentía mal porque él tuviera más posibilidades que su mellizo. Batán era un artista muy sincero que hablaba de cosas muy profundas, pero no era comprendido, era muy especial. No había mucho que hacer por Batán, le faltaba una estructura. Las personas frágiles necesitan una estructura y él era un ser flotante, con una tendencia esquizofrénica que no tuvo la suerte de tener un público para su arte.
Pero usted dice que fueron muy cercanos...
Si yo pude conectar con él es por mi capacidad de conectar con gente sensible, teníamos un buen entendimiento.
Jane explica en la misma entrevista que su padre no fue al funeral de los gemelos.
Sí, pero ¿por qué ir a un entierro? Es una cita mundana. Además, imagino, tenía una tristeza muy grande y le era muy difícil asistir. Debe ser duro enterrar a un hijo, yo no sé si sería capaz.
La sensibilidad
Durante los 90 y hasta fines de los 2000, Ramuntcho tuvo una activa carrera como músico, editó más de 40 discos, donde se desplazó del jazz al pop y la música experimental que aprendió del mismo John Cage. Ahora continúa su trabajo como productor, pero en el último tiempo ha dedicado mayor tiempo a su Centro Lizières, donde a través del arte ayuda personas impedidas, desde presos hasta escolares con dificultades. "Encuentro soluciones, ese es mi trabajo, me encanta buscar soluciones. A veces en forma de canciones, a veces son cuadros, a veces son situaciones, trabajo mucho con el medio psiquiátrico, porque encuentro que estamos en una sociedad cada vez más patógena, donde las personas sensibles son las más interesantes y el arte que me interesa es el que habla de los más sensibles", dice.
¿Su sensibilidad viene de su padre?
La sensibilidad de mi padre viene de Sergio Larraín, la de Larraín viene de Leonardo da Vinci, la de Da Vinci viene de Raymond Lulle. Me preguntan quién soy y yo digo simplemente que sigo la huella de los que me parecen importantes: mi padre era importante, mi hermano Batán era importante, Gordon era importante, mi hermano Pablo, el italiano, es importante, Nietzsche es importante, Bach, Mozart son importantes.
¿Y su hermana Federica?
Yo no tengo hermana. Hace tiempo no la considero mi hermana. Ella se comportó de una manera que no me gustó, y como no cambió ese comportamiento, yo le advertí que dejaría de ser mi hermana. Yo he elegido otra hermana, como elegí otros padres.
¿Nunca se sintió opacado por su padre?
El éxito es una ilusión que no hace parte de mi vocabulario. Si la gente piensa eso es porque no me conoce. Yo ayudo a la gente, yo soy útil. Además, la notoriedad que alcancé con la música fue casi mayor a la de mi padre. Cuando él subía a un taxi y se escuchaba mi música y él decía que era mi padre, la gente se impresionaba de que conocieran a Ramuntcho Matta. Yo no soy menos conocido que mi padre, solo que yo elegí otro camino, hacer cosas por los otros y no por el showbussiness.