Marcela Trujillo: "El dibujo te ayuda a desarticular traumas"
Constanza Lobos
La escritora habla sobre su último libro Diario Oscuro. Se refiere al proceso de enfrentar la depresión y lidiar con el peso del secreto que mantuvo guardado por treinta años.
Como si fuese la escena de una película, Marcela Trujillo (1969) se reencuentra con la niña que fue a los 3 años. Es la representación de su inconsciente. La mira con cariño, le dice que cuando grande va dibujar cómics tal como La pequeña Lulú. El rostro infantil de la pequeña Marcela se ilumina. Luego decide tomarla en brazos y llevársela a su hogar. Este es uno de los extractos de Diario Oscuro, libro que la escritora chilena dedica a su proceso de enfrentar la depresión.
Marcela o Maliki viste una blusa blanca con pequeños lunares negros, sus lentes negros le entregan un aire de misterio y picardía infantil. Se ríe, es risueña al recordar ciertos episodios de su paso por la terapia alternativa, pero su semblante cambia cuando debe repasar momentos que no pensó que volvería a tocar. Para la licenciada en artes plásticas de la Universidad de Chile la autobiografía ha sido el tema principal de su obra, reflexionando sobre su separación, el concepto del cuerpo y el amor propio.
¿Cómo fue escribir Diario Oscuro?
Fue instintivo. Cuando empecé a escribirlo no pensé que lo iba a publicar. Empecé a armar metáforas visuales, eso me permitía salir de la emoción abrumadora y entrar en una representación. La primera parte la hice en tiempo real y la segunda después de la terapia. Conversar sobre el proceso de mi depresión me ha ayudado a ver a los monstruos, todos los tenemos y nos dicen cosas.
Es como cuando vas a de paseo de curso a acampar y cuentas historias de miedo en medio del bosque. Estás en una situación surrealista donde puedes contar lo que tienes guardado, ese es el ejercicio de la depresión. Estás derrotado por pensamientos que te están diciendo 'eres lo peor' y al visualizarlos te dejan de asustar, porque yo en el fondo sigo pensando que soy lo peor, pero ya no me importa.
¿Cómo ha vivido el proceso a través del arte?
Yo no sé qué habría pasado si yo no hubiera podido escribir y dibujar lo que me pasó. El arte es una herramienta que tú puedes usar para procesar algo terrible, humillante o injusto. El dibujo te ayuda a desarticular traumas para que no se te quede adentro esa violencia.
Su trabajo ha demostrado provocar empatía en sus lectores.
Claro, me han llamado amigas contándome sus experiencias y siento compasión. Yo pensé que si contaba lo que me había pasado la gente me iba a criticar y me echarían la culpa. No creí que me fueran a abrazar y que luego se pusieran a llorar conmigo.
Es usual que las mujeres que han sufrido abuso no denuncien.
Tenemos miedo, vergüenza y no dimensionamos la gravedad de todo. Y comienzan a aparecer más historias. Una alumna mía leyó el libro y me dio una carta, una amiga me agradeció en un mensaje de Whatsapp, hay tantas mujeres que tenemos estas historias guardadas.
El secreto
Era 1988. El año del plebiscito del No que marcaría el fin de la dictadura. Marcela Trujillo (1969) tenía 19 años, era punk y había salido a carretear en el Parque Forestal. En medio de la noche se quedó sola dormida en una banca. Dos hombres llegaron y se la llevaron, "me obligaron a acompañarlos. Me retaban porque estaba ebria, sola y durmiendo en un banco de plaza", describe la artista en una de las páginas de su libro Diario Oscuro. Lo que continúa es una representación del secreto que mantuvo guardado: su violación.
Solo pensaba en contárselo a mis hijas. Fue hace tres semanas cuando había que poner la canción de Víctor Jara "El derecho de vivir en paz". La puse cuando estaba con mi hija en el balcón y me puse a llorar, me acordé de todo lo que había vivido, yo no había podido oponer resistencia cuando me pasó, fue como que te dijeran haz lo que digo o te mato. La dictadura fue toda mi vida desde los 4 años hasta los 21 y ahora se está repitiendo.
¿Por qué cree que se está repitiendo?
Porque los pacos están ahí como diciendo 'si no te vai te tiro la lacrimógena a la cara y te saco un ojo'. Entonces puse la música y comencé a llorar, reviví todo eso y pensé que no quería que mis hijas pasaran de nuevo por lo mismo. Ahí les conté. Para mí fue una catarsis total, me daba mucho miedo tener que decirles, yo sentía que ellas no se merecían escuchar una historia así.
¿No cree que se invalidó antes de contar la historia?
¡Claro! La violación es eso, es como que alguien te dispare y sobrevivas. Tienes que vivir con el trauma de que alguien quiso matarte. Para mí fue tan fuerte que yo lo escondí, nunca quise sentir nada. Cuando lo conté por primera vez se lo dije a mi psicóloga como si hubiese sido algo que leí en el diario. Después de meses de trabajarlo con ella y medicarme, pude procesarlo.
¿Cómo fue procesarlo?
Sentí pena, rabia por la Marcela de esa época, era súper chica tenía 19 años. Fue un proceso largo, no es de un día para otro. Marca el momento en que yo perdí el amor propio por completo. Traté de recuperarlo de muchas formas, una de ellas fue a través del arte, pintar y dibujar, ser una buena profesional.
¿A qué se refiere con ser una buena profesional?
Traté de encontrar una manera de recibir amor y reconocimiento. Agarrarme de mi trabajo me sirvió mucho, porque fue mi gran manera de validarme como persona porque yo sentía que no valía nada como mujer. Ahora estoy en un momento de mi vida en que tengo que encontrar mi valor como persona y es un trabajo de todos los días.