El sentido de la oportunidad nunca se pierde. Después de mil rencillas, una guerra y seis años de distancia glacial, los Black Crowes acaban de anunciar su regreso en un momento muy preciso: el año en que el rock & roll no le importa a casi nadie. No es su primera vez. El 13 de febrero de 1990, cuando Def American editó su disco debut, lo más cercano al rock & roll en el ranking de Billboard era "Dangerous" de Roxette.
Shake your money maker
, sin embargo, metió dos hitazos y vendió cinco millones de copias en todo el mundo. Conclusión: nadie tiene la menor idea de nada.
Marietta, a mediados de los ochenta, era lo mismo que ahora: un suburbio de Atlanta más o menos como cualquier ciudad pequeña del sudeste americano. Excepto por una cosa. Allí, entre las aulas de la Walton High School y el hogar familiar, los hermanos Chris y Rich Robinson estaban armando su primera banda. Inspirados por un viejo libro infantil y el éxito indie de R.E.M., se bautizaron como Mr. Crowe's Garden y comenzaron a revolver las viejas colecciones de los sesenta. La noche, las drogas y el influjo del productor George Drakoulias inclinaron la balanza sobre los discos de los Faces, Humble Pie, el sello Motown y el período más aristocrático y andrajoso de los Rolling Stones. Para entonces, ya eran los Black Crowes.
Fichados inicialmente por A&M Records, los Black Crowes cerraron su primera formación estable (Jeff Cease en guitarra rítmica, Johnny Colt en bajo y, sobre todo, Steve Gorman en batería) y amasaron un repertorio donde cabían las primeras canciones de los hermanos Robinson más algunos covers de Otis Redding, Creedence y Sly & The Family Stone. Las versiones no solo estaban allí para rellenar la lista de canciones. Los Black Crowes modelaron su propia idea del clasicismo junto a ese songbook y tomaron como propias sus lecturas de "Hard to handle" y aquel viejo blues de Elmore James: "Shake your money maker".
En el verano de 1989 sellaron un contrato con Def American y comenzaron a pendular entre un estudio de Atlanta (Soundscape) y otros tantos de Los Ángeles (Chapel, Paramount, Grandmaster) bajo la batuta de Drakoulias. Si bien estilizaron su sonido con el piano del legendario Chuck Leavell y algunos coros de gospel, la idea principal era capturar cierto espíritu grupal: el arrojo y un poco de mugre, las guitarras afinadas en SOL, el pecho desgarrado de Chris Robinson, el sudor y la cerveza calentándose sobre los amplificadores. El retrato claroscuro que Ruth Leitman tomó para la tapa quizás sugiera una emoción diferente. Es verdad que Shake your money maker tenía su lado sórdido, pero sonaba como una fiesta largamente postergada.
En el invierno de 1990, cuando finalmente llegó a las disquerías, la señal de MTV estaba absolutamente copada por una mezcla de pop adulto (Sinead O'Connor, Phil Collins, Janet Jackson), rap edulcorado (Vanilla Ice, MC Hammer) y grupos de laboratorio (Milli Vanilli, New Kids on the Block). El video de "Jelous again", en ese cuadro de situación, era como un OVNI. Ahí estaban los Black Crowes: tenían arrogancia y el pelo largo como las bandas de hair metal, pero mucha menos cámara y —por cierto— muchísimo menos maquillaje. Unos meses después retrataron su estado de gira permanente con el video de "Hard to handle" (¿quién iba a imaginar que un tema de Otis Redding todavía tenía chances en el ranking?) y, cuando a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos ya todos conocían a la banda, largaron el golpe del knock-out: una power ballad sobre una adicta a la heroína basada en un riff acústico que Rich arrastraba desde su adolescencia.
Después, como está escrito en la saga de las Bandas de Hermanos (ver casos de Creedence Clearwater Revival, The Kinks, Oasis, etc.), los Robinson surfearon el éxito con el huevo de la serpiente escondido adentro de la nave. Sacaron muy buenos discos (The Southern Harmony and Musical Companion; Amorica; By your side), discos mediocres (Three Snakes and One Charm; Lions) y discos desapercibidos (Warpaint). Se dieron grandes gustos (hicieron una gira con Jimmy Page), supieron caer bajo (Chris presentó una demanda que, básicamente, reducía al baterista Steve Gorman a un mero asalariado del grupo) y se separaron muchas veces. "Ahora podés entrar a Youtube y ver una lección sobre cómo lidiar con el estrellato y toda esa mierda —dijo Chris Robinson, en su reciente entrevista para Rolling Stone—. Pero entonces no había ninguna puta lección, man".
Hace unos días, cuando se cumplían seis años de su último concierto juntos, los hermanos Robinson aparecieron en el programa de Howard Stern con la noticia: una gira de cuarenta y seis fechas para celebrar el 30º aniversario de su disco debut. El contrato de hermanos, por cierto, tiene algunas salvedades con letra chica. La reunión, por ejemplo, no debe incluir a ninguno de los miembros anteriores y mucho menos a los músicos de sus bandas como solistas. Un casting a puertas cerradas arrojó que, además del núcleo de Chris y Rich, los Black Crowes modelo 2019 son el guitarrista Isiah Mitchell (Earthless), el bajista Tim LeFebvre (un sesionista que viene de grabar en el Blackstar de Bowie), el tecladista Joel Robinow y el baterista Raj Ojha (de los progresivos Once and Future Band).
"Que después de treinta años todavía pueda cantar estas canciones es muy bueno —dijo Chris—. Desde que los Black Crowes se separaron estuve escribiendo cientos de canciones, armamos nuestras propias bandas y recorrimos el mundo con diferentes personas, pero cada vez que nos juntamos se produce algo especial. Siempre será nuestra banda. Y es curioso: en todo nuestro camino hemos tenidos buenos y malos tiempos, alegrías y frustraciones, pero si hay algo sobre lo que siempre hemos coincidido es lo siguiente: Shake your money maker es un buen disco".
Archívese y guárdese.
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