Los 30 mejores discos chilenos de la década
En el atardecer del último decenio, entre recuentos y discusiones revisionistas, los críticos de música y periodistas de Culto votaron por los mejores discos chilenos publicados entre los años 2010 y 2019, en un ranking elaborado para reconocer y valorar el trabajo de nuestros músicos.
Títulos del electropop, el bolero y sobre todo del pop-rock, destacan entre representantes del trap, el blues y el hip-hop, en un listado que saca a relucir los mejores álbumes de la última década según Culto.
Con más bandas que solistas y una notable mayoría de discos lanzados por plataformas independientes, el ranking lo encabezan Ases Falsos, Javiera Mena y Los Bunkers. Un dato no menor: entre los primeros diez, la mitad fue un trabajo de producción de un solo nombre: Cristián Heyne.
La playlist del ranking
30 canciones de treinta álbumes chilenos. Los mejores de la última década.
El listado
30- La velocidad de la luz (2013, Evolución), de Los Bunkers
"Producido y grabado en tierras aztecas por los mexicanos Emmanuel del Real y Yamil Rezc, 'Bailando solo', acaso el último gran sencillo de Los Bunkers, prueba que a pesar del desgaste propio de una actividad incesante la banda no vio afectada la calidad de su trabajo. La velocidad de la luz, la despedida que escogieron antes de su receso indefinido, es un disco sin solos de guitarra y más cargado a los sintetizadores, en lo que se convertiría en una especie de borrador de lo que sería Lanza Internacional, el otro proyecto de la facción de los hermanos Francisco y Mauricio Durán. El disco probó su vocación radial con otro sencillo, 'Si estás hablando mal de mí', marca registrada de un sonido reconocido en buena parte del continente", Alejandro Jofré.
29- Paraíso (2017, Mescalina), de Adelaida
"Al comenzar a escuchar el tercer disco de Adelaida, nos enganchamos con el riff que Jurel Sónico toca como apertura de 'Columpio'. Ahí se resumen horas de escuchar bandas indie noventeras y de finales de los 80's, horas de trabajo en la sala de ensayo, horas de componer canciones. Paraíso es un álbum en que no solo encontramos el trabajo dedicado y casi obseso de su vocalista y compositor, sino que el fiato de quizás el nombre rockero más importante de su generación, cosa curiosa si pensamos que en este disco debutó en la formación la bajista Naty Lane. Canciones como '1999', 'Astronube', 'Eco' o 'La velocidad' nos muestran que la idea del trío no era solo tocar quintas y rendir homenaje a sus héroes de adolescencia, sino también ir más allá, explorando texturas, efectos y estructuras compositivas. Un disco ambicioso y que tiene un sonido internacional, cortesía de Pablo Giadach (The Ganjas), acaso el productor chileno que en los últimos años ha sido el nombre más importante para el rock nacional tras las perillas", Pablo Retamal Navarro.
28- Historial de caídas (2010, Pueblo Nuevo), de El Sueño de la Casa Propia
"La segunda entrega de El Sueño de la Casa Propia exhibe la expertise popera de su autor. Claro, es electrónica en cuanto a formato, pero la búsqueda de estructuras amigables es la columna vertebral de este álbum, como patentizan 'A la velocidad del amor' y 'Voluntad de oro' (los dos hits del disco). En todo caso, eso no excluye la presencia de experimentación y osadía, características que son la bandera de lucha de estas nueve canciones. Si te gusta indagar en los sampleos, acá tienes aseguradas horas de diversión", Andrés Panes.
27- Vuelve a arder (2012, autoedición), de Yajaira
"Todo en este álbum conserva el equilibrio. El enojo, la intensidad, la ironía y las ganas de decir algo. Miguel Ángel Montenegro (Comegato) conduce estos 45 minutos que —además de rock duro, pesado y lisérgico— sobresalen por textos categóricos y sensibles. Yajaira —en formato cuarteto— vuelve a elevar conciencias con esa mezcla lúdica de sicodelia, stoner y música de antaño. Samuel Maquieira equilibra con matices y atmósferas propias la desazón de canciones como 'Camino de piedra' o 'Las cruces'. Yajaira habla claro y fuerte en este disco. Un monólogo necesario tras un largo silencio y que aquí además se alaba por lo que significa lograr la madurez", Fernando Mujica.
26- Mon Laferte Vol. 1 (2015, Universal Music), de Mon Laferte
"De existir la categoría disco épico en estos diez años, el álbum que catapultó a Mon Laferte a la fama ganaría lejos. Como si se tratara de una teleserie la cantante viñamarina apostó su futuro con este álbum. Si no lograba repercusión regresaría a Chile después de ocho años de estadía en México. No fue necesario sacar pasaje. La actitud todo-o-nada en cada canción marcó este disco como el inicio de un extraordinario éxito internacional. 'Mi vida es un tormento, mi vida es un lamento', vocifera desde 'Tormento', primer título de un trabajo que le llevó de vuelta como inspiración a la experiencia de los tangos, boleros y canciones de la Nueva Ola que entonaba con su abuela los domingos en Valparaíso, junto al cancionero grabado desde su casa con un padre apasionado por el folclor y una madre inclinada a Edith Piaf, más toques de ska y vodevil, todo bajo una mezcla personalizada. Sigue siendo el álbum más espontáneo de su discografía", Marcelo Contreras.
25- Coliumo (2010, Feria Music), de Los Tres
"Parece que el terremoto y tsunami que devastó parte del sur de Chile, también sacudió ciertas fibras en Los Tres. El terruño tira. De allí a que sea el nombre de una localidad del Biobío el que englobe el séptimo disco de los penquistas. Pero fieles al estilo que han cultivado en su carrera, el sur asoma a retazos en algunas de sus canciones. Nada es tan evidente. La hermosa instrumental 'Coliumo' —un cruce entre Roberto Parra y Robert Johnson— y la conmovedora 'Hoy me hice la mañana' son las formas en que el grupo se refirió a la tragedia. Aún así, Henríquez se permite ser menos críptico y más directo en sus letras, lejos de los días de las metáforas y los juegos de palabras. Con su habilidad para la narración, el cantante y guitarrista despacha líneas como 'Fue tan misterioso, que hasta hoy, no tiene nombre'. Los textos son un correlato a un repertorio de canciones sencillas, rockeras, que a ratos suenan como descartes del Fome, pero sin el pesimismo. Con la sombra del 27F bastaba", Felipe Retamal Navarro.
24- Tostado (2010, Algorecords), de Perrosky
"Este es el disco que marcó un antes y un después en la carrera del dúo de los hermanos Álvaro y Alejandro Gómez. Con la idea de trabajar con uno de sus ídolos, Jon Spencer, se anotaron un álbum de gran factura técnica y sobre todo, con buenas canciones. Acá se asentaron definitivamente como un nombre capital en el rock chileno, y el mérito es doble pensando en que lo hicieron desde un sello independiente (propio) como Algorecords, lejos del mainstream y la challa comercial más pop. El triunfo del 'Hazlo tu mismo'. En una época en que el mundo cuestiona al rock, temas como 'En la línea', 'Todos quieren llegar' y 'Sigo esperando' son un recordatorio de que no todo está perdido para las guitarras y las baterías. A lo vieja escuela, Perrosky hace mover la pata con cada uno de los tracks. Rockero, blusero y con el toque garage necesario, ¿una receta clásica? Sí, pero funciona, siempre funciona", Pablo Retamal Navarro.
23- Manifiesto (2018, autoedición), de Rama
"Crecer, madurar, conocerse. Verbos que no son fáciles de conjugar en el mundo del rock. Puede ser un camino largo de recorrer y este Manifiesto simboliza una planicie en el arduo camino a la cima. Una instancia en la que Rama escribe, graba y canta canciones que les quedan cómodas, les salen por los poros y sudan a la perfección. Melodías que se unifican con la crudeza de la guitarra y una base rítmica que explota lo justo y necesario. Un disco de emociones contenidas y espasmos sónicos muy bien logrados. Un grito de guerra tan doloroso, afilado y gráfico como la guitarra que se quema en su portada", Fernando Mujica.
22- Dialéctica negativa (2016, Andamios y Plataformas), de Asamblea Internacional del Fuego
"Para muchos Asamblea Internacional del Fuego fue una literatura. Cuando no leíamos ni la etiqueta del champú, las letras de Emilio Fabar fueron un vocabulario. Una música de combate hecha con los fragmentos de un discurso roto a la fuerza. La banda sonora de los escapados, de los derrotados, de la rabia —habría que subrayar la palabra rabia— y la memoria con su insistencia. Lo dijo el mismo Emilio en los interludios de esa tocata final: 'Nosotros somos gente de izquierda, eso tienen que tenerlo claro. Esto no es hardcore, esto es rock de combate, compañeros'. Dialéctica negativa, su último larga duración, es la señal más clara de la urgencia de ese mensaje. En ese disco las letras se volvieron mucho más explícitas, sin metáforas. Panfletos feroces escritos con la delicadeza de un trueno", Jonnathan Opazo.
21- Norma (2018, Universal Music), de Mon Laferte
"El peak de un vuelo meteórico con altas resonancias internacionales, la destilación de las ideas y gustos expresados en los trabajos previos, una mezcla de tradición latina que va desde el sur moreno hasta un caribe de ron, palmeras y puros sazonada con ligeros toques de música urbana, grabado nada menos que en Capitol Records en Los Ángeles con aplomo palpable desde el primer segundo. Mon Laferte enfundada en el rol de diva de una época pretérita a la vez consonante a estos días con extraña naturalidad, una mujer que habla con letras explícitas y poéticas sobre las relaciones amorosas construyendo el relato de un romance desde el comienzo hasta el final, con una orquestación que concatena un disco que califica como conceptual al narrar un intenso amorío de comienzo a fin. Una canción como 'El beso' es la premonición de una conquista que debiera ser global", Marcelo Contreras.
20- Lance (2018, Quemasucabeza), de Niños del Cerro
"Una obra en tres actos, tres canciones cada uno, de conmovedora chilenidad: primera parte dedicada a los achaques físicos seguida de un segundo ciclo de felicidad para cerrar con una trilogía de canciones tristes. El segundo álbum de Niños del Cerro, banda de guitarras melancólicas y ácidas en la década en que las marcas legendarias del instrumento casi quebraron, y los jóvenes apenas prueban con los modelos acústicos siguiendo al aburrido Ed Sheeran, es uno de los títulos capitales del ciclo por la manera en que defienden la música como expresión artística genuina ajena a las pautas, sino por las libertades y el detalle para fraguar rock inquieto, ruidoso y delicado a la vez, con afán aventurero e instinto melódico. Cortes como 'Flores, labios, dedos' y 'Lance' —viajes intrépidos de rock sónico— están entre lo mejor de lo producido en Chile no solo de esta década, sino en lo que va del milenio", Marcelo Contreras.
19- S.U.N.O. (2018, La Vendición), de Pablo Chill-E
"Que en esta lista figure un adolescente puentealtino, en el fondo, habla sobre la influencia democratizadora que ejerce el trap en la música chilena. Pablo Chill-E se convirtió en el niño sagrado del género desarrollando un imaginario del que S.U.N.O. es una pieza central. 'Quería hacer dinero de cuando estaba en el óvulo/ free pa' todos los cabros haciendo tiempo allá en el módulo', tira en su primera rima, estableciendo de inmediato que comparte motivaciones con los hijos del bajo pueblo (la plata), así como también dolores (los amigos presos). Para la generación urbana, que prefiere los singles antes que los discos, esta mixtape es lo más parecido que existe a La voz de los 80 o Ser humano. Sustancia le sobra para justificar las comparaciones: sus letras no solamente hablan de una realidad cruda, sino también de cómo resistirla apoyándose en la solidaridad de clase", Andrés Panes.
18- La bala (2011,Oveja Negra), de Ana Tijoux
"El tercer trabajo en solitario de Ana Tijoux lleva un nombre tan explosivo como su contexto: año de protestas estudiantiles en Chile como se puede ver en el video de 'Shock', la lectura de la chilena al libro de la periodista canadiense Naomi Klein La doctrina del shock. O desde una letra como 'Sacar la voz', donde comparte créditos con el uruguayo Jorge Drexler y llama a 'no rendirse al opresor'. El álbum marca un punto de inflexión en el sonido de la rapera, que comienza a trabajar con el productor Andrés Celis", Alejandro Jofré.
17- San Sebastián (2011, Quemasucabeza), de Fernando Milagros
"Son más bien oscuros los sentimientos que navega Fernando Milagros en su tercer disco. Seducido por una estética de corte postapocalíptico muy acorde a su momento personal, la situación de Chile y la cultura pop a inicios de la década, el cantautor firmó un álbum que responde a tres ejes. Primero, su intimidad: los dilemas de un hijo sin padre que lidia con el fantasma del abandono para volverse un hombre. Segundo, la sensación ambiente del país, azotado por un terremoto que fue un golpe bajo a la moral colectiva. Tercero, el gusto por The Walking Dead y el deseo de situar al hablante del disco en parajes tan desolados como los que transita Rick Grimes. Por cierto, Milagros también resultó ser un sobreviviente: luego de San Sebastián, dio inicio a la etapa más luminosa de su carrera. Aunque debe ser dicho que las tinieblas le sentaban de maravilla", Andrés Panes.
16- Macha y el Bloque Depresivo (2018, Barbés Records), de Bloque Depresivo
"Podemos volver cuantas veces queramos a la hora cero del Bloque Depresivo, al improvisado guitarreo en una plaza de Berlín en 2007, durante una gira de Chico Trujillo, cuando se tramó la idea de rescatar el cancionero de las cinco a eme, de la de cantina y de los pubs, de los José José, Chavela Vargas, Lucho Barrios, los clásicos cebolla y otros hits ochenteros. Podemos volver cuantas veces queramos, pero seguiremos sin entender cómo se fraguó este fenómeno acaso inédito que durante una década les permitió llenar varios Caupolicán, Cariola y que la gente prácticamente se peleara las pocas entradas disponibles, sin valerse de más que del boca a boca, una presentación viralizada en Francia y otro puñado de vídeos en YouTube. Si sumamos la estricta negativa que sostuvo Aldo 'Macha' Asenjo en cada una de las pocas entrevistas que suele conceder a la prensa, convierte el debut de su proyecto más melancólico quizás en el álbum más improbable de los últimos años. Macha y el Bloque Depresivo (2018) es una selección de osteopatía que reúne las catorce canciones más representativas de un setlist diseñado para recordar y sufrir por el amor que no está más. Entre dramáticos arreglos y composiciones propias ('Continentales'), destaca también la participación de invitados como los mexicanos Son Rompe Pera ('No hay novedad'), el brasileño Luciano Cardoso ('Pequeña serenata diurna'), la argentina Juli Laso ('Cada domingo') y el propio Álvaro Henríquez, que suele secundar a la banda en sus grandes presentaciones (en 'Solo tú' y 'La nave del olvido')", Eduardo Ortega.
15- Odisea (2010, Oveja Negra), de Odisea
"Hace una década, cuando todo alrededor de Teleradio Donoso parecían ser promesas de éxito, Álex Anwandter decidió terminar la banda. La nueva vida maquinal del músico comenzaba desde un viaje por Europa. A su regreso a Chile aterrizó con un puñado de canciones armadas sobre teclados y programaciones, en un disco dominado por formidables cordilleras de sonido que superan los cinco minutos. Según él, 'no cabían en el grupo'. Decidido a componer y producir en solitario montó Odisea, su debut en solitario, un disco de pop electrónico con espacio para la experimentación y el soul. Se trata de un trabajo articulado como un estado de ánimo, en una ciudad que podría ser Santiago, antes de que el músico cambiara radicalmente los contenidos de sus letras en Rebeldes, su entrega siguiente", Baltasar Daza.
14- Mala madre (2015, Plaza Independencia), de Camila Moreno
"Hay al menos dos reivindicaciones en la obra maestra de Camila Moreno. Una tiene que ver con la militancia feminista de la cantautora, presente en el título del disco, un comentario acerca del nombre misógino que tiene en Chile la misma planta que otros países llaman lazos de amor, y de ahí en adelante en cada uno de sus rincones, con el peso conceptual de un yunque cargado con las ideas de Sylvia Plath, Violeta Parra, Alejandra Pizarnik o Stella Díaz Varín, entre otras sabias. La otra tiene que ver con la riqueza musical de una artista para la que siempre fue una reducción la etiqueta folk: en el álbum hay logrados pasajes que no avergüenza comparar con próceres angloparlantes como Mazzy Star, Radiohead, Björk o Massive Attack. De alto vuelo en todo sentido, Mala madre es un ejemplo concreto del poder de la disconformidad como un motor para la creación", Andrés Panes.
13- Vengo (2014, Nacional Records), de Ana Tijoux
"Un radar bien ajustado para captar tendencias y la capacidad de sintetizar esas señas en frases y pulsos que superen la consigna son dos virtudes de la mejor cantautoría, y ambas guían al álbum más colorido, personal y preciso de los que hasta ahora ha publicado Ana Tijoux, que ya es decir bastante considerando que no hay puntos bajos en la discografía solista que la chilena levanta desde 2007. Vengo, editado en la primera parte de 2014, no descansa en singles golpeadores y acaso supera el enojo del previo La bala: es el manifiesto de una creadora madura dispuesta a mostrarse con asombrosa inteligencia y atrevimiento sonoro (en un propositivo hip hop sin secuencias ni sampleos; entre profusión de bronces, percusiones y cuerdas latinoamericanas y europeas)", Marisol García.
12- Gabriel (2015, Cápsula Discos), de Matorral
"Crear es caminar por el borde del abismo. Es evitar los lugares seguros. Ese parece ser el credo de Felipe Cadenasso, Gonzalo Planet, Antonio del Favero e Ítalo Arauz. Más que una banda, Matorral es un colectivo de creadores inquietos y con profundo amor por la música. En su quinto trabajo discográfico, el grupo extendió el giro sonoro planteado en Remoto Control, el que les alejó del desate de electricidad y psicodelia de sus primeros años, para consolidar su exploración en los terrenos de las texturas incorporadas por máquinas y la trompeta. Todo a bajo volumen. También presenta otros puntos de partida; acaso el guitarrista más virtuoso de su generación, Cadenasso decide despegarse de su habilidad para explorar en los teclados, a veces a tientas, y así conocer lo que sucede en el cruce de texturas, acordes y frases, en que explaya su fino sentido de la musicalidad. Y por cierto, sus letras deudoras de la poesía —Enrique Lihn es una referencia—, en que explora imágenes y preguntas inquietantes. '¿Para qué es el fuego que no quema?', se pregunta en la monumental 'Boleta de cambio', una canción que desestructura —con talento y una bullante imaginación— los límites del formato", Felipe Retamal Navarro.
11- Conducción (2014, Quemasucabeza), de Ases Falsos
"La valla que supone la maldición del segundo álbum tras un celebrado debut, es salvada con éxito por los Ases Falsos en Conducción. Con evidentes guiños al soul, el trabajo ofrece más ambición en el trabajo de arreglos musicales, a fin de expandir su lenguaje y las posibilidades sonoras de la canciones. Pero conserva el principal activo del conjunto: la capacidad de traducir a música la urgencia de la vida cotidiana. Pero en este disco el tono es algo más introspectivo. Temas como 'Niña por favor', 'Ivanka', 'Simetría', entre otros, son parte de la veta romántica que Briceño, con su refrescante ingenio, ha desarrollado a partir de su escuela seminal: la canción latina; aunque a veces el espacio donde habita ese gusto parece quedarle estrecho. Menos fulgurante que su antecesor, Conducción cierra una primera etapa en que el grupo instaló su imaginería en forma de canciones que dialogan de forma brillante con la cultura pop", Felipe Retamal Navarro.
10- Audiovisión (2010, Quemasucabeza), de Gepe
"Hay trabajos que pueden ser considerados un punto de inflexión en la carrera de un artista. Audiovisión es el momento en que Gepe, un trovador indie que llevaba a la canción pop su gusto por el folclor, consiguió dar con la alquimia que definiría a su propuesta en lo sucesivo. Esta le llevaría a ser un nombre ineludible en la oleada de cantautores pop que despuntaron en la década, caracterizados por la independencia musical y el desparpajo con que se atrevieron a proponer cruces estilísticos.
En el caso de Gepe, este es su álbum más decisivo. Si bien, aún hay reminiscencias a los días acotados a la guitarra y la percusión mínima, temas como 'Por la ventana', 'Salón nacional de tecnología', '12 minerales', entre otros, presentan a un creador que ya domina los secretos de la canción. Por cierto, en esta placa logra algo necesario para un disco relevante: dejar clásicos en el repertorio. Allí está 'Alfabeto', una hermosa composición que se deja llevar por los arreglos de inspiración nortina y la incertidumbre de un hablante dudoso. Aunque tiempo después llegarían las creaciones que acabaron de instalar a Daniel Riveros en la primera línea del pop chileno, Audiovisión nos revela su piso", Felipe Retamal Navarro.
9- La canción que te debía (2017, Machi), de Congreso
"Congreso no nos debía nada. Pero, incluso así, nos regalaron uno de los álbumes más gloriosos de la década. Bodas de oro, veinte discos, y Congreso sigue cantándole a la paz. Y es que desde los albores de la banda 'Tilo' González y 'Pancho' Sazo han pensado en el futuro, en el mundo que le dejarán a sus hijos y a sus nietos. Por eso 'El rey Midas' no es solo una canción sobre la egolatría despiadada, sobre aquella plantilla con la que algunos mandamases del mundo están cortados, sino que es también un grito por la inmortalidad de los sueños más ancestrales de la humanidad, esos que no pueden ser amputados, el ansia de vivir juntos y respetarnos. En una era de desgaste programado, de lo viral y lo automático para la gente —como dijo R.E.M.— los de Quilpué siguen siendo cronistas de la pequeña historia, y lo hacen —tal como se titula la última canción del álbum— con el corazón.
En cincuenta años más, los arqueólogos del futuro dirán con certeza que si hay alguien al debe acá, no son ellos. Somos nosotros", Nuno Veloso.
8- Astro (2011, Discos Río Bueno), de Astro
"El caluroso noviembre de 2011 recibió al primer disco de Astro. Una refrescante propuesta pop bien construida por cuatro músicos que mezclaba los guiños a referentes como Empire of the Sun y MGMT, con una imaginería muy personal que reunía animales, fuerzas de la naturaleza, y seres mágicos. Aunque las letras fueron objeto de cuestionamientos, el álbum apela a las imágenes; gira en torno a la idea de perderse en bosques y parajes de ensueño. Con un sonido plástico y sencillos contundentes como 'Ciervos' y 'Manglares', el cuarteto diseñó un álbum colorido y optimista, que desarrolla en extenso el lenguaje presentado en su Ep debut.
Pero en el disco homónimo, Astro consiguió equilibrar la inquietud sonora propia de los artistas, con la accesibilidad pop de canciones que no pasan de los tres minutos y fracción. Lo hicieron con una sonoridad que sugiere verano, sol y tardes en un bosque, tal como después lo plasmaron en los videos. No era difícil. El trabajo ya estaba hecho", Felipe Retamal Navarro.
7- Música, gramática, gimnasia (2010, Sello Cazador), de Dënver
"Acá por supuesto que hay música y hay gramática. Pero, ¿y la gimnasia? La adolescencia podrá ser un caballo desbocado pero, para los Dënver, el paso de Totoral a Música, gramática, gimnasia fue una pirueta que en elegancia y plasticidad se ganó un 10. Y, aunque Cristián Heyne ofició de productor, el mérito es también altamente compositivo. Si Totoral era pop de dormitorio de baja fidelidad, acá la expansión cinemática del dúo apunta no solo a los audífonos: esto es ambición radial, tinte retro y afán orquestal.
Sus referentes inmediatos —La Casa Azul, Los Planetas, La Buena Vida, todas bandas españolas de renombre— encajan con el espíritu localista, sanfelipino, delineando un álbum que, en vez de hacerle a los Dënver perder identidad, les llevó a reafirmarla. No es menor que Milton, bajo sugerencia y apoyo de Heyne, haya mezclado el álbum por su cuenta, y el logro es evidente en cortes como 'Diane Keaton', 'Los adolescentes', 'Olas gigantes' o 'Cartagena'. ¿Y qué tienen en común la música, la gramática y la gimnasia? Pues que se mueven. 'Y un tiburón que no se mueve, se muere', dijo Woody Allen en la excelsa Annie Hall. Estamos en medio de una fiesta", Nuno Veloso.
6- GP (2012, Quemasucabeza), de Gepe
"El cuarto disco del sanmiguelino —producido por Cristián Heyne— fue el que lo catapultó definitivamente a las grandes ligas y lo sacó de la zona de 'promesa de la música chilena'. Inteligente, Daniel Riveros tomó el ritmo de moda en esos días para sus nuevas canciones, el reggeatón, pero dándole un lenguaje propio, con su clásicos guiños al folklore. En esta cuerda juegan 'Con un solo zapato no se puede caminar', 'Bomba chaya', 'En la naturaleza' o 'Platina'. Alegría pura que invita al oyente a mover su cuerpo aunque no quiera, con lo cual ya adquiere eso que tienen los grandes discos: lo imbatible, lo irresistible.
Además, incluye temas emotivos como 'Bacán tu casa, 'Fruta y té' o 'Campos magnéticos' que tienen letras muy recordables, ideales para cantar a toda voz. Solo a esas alturas de su carrera Gepe pudo hacer un disco así, y lo hizo", Pablo Retamal Navarro.
5- Libro (2013, Plaza Independencia), de Jorge González
"Libro es el último retrato de Jorge González antes de la fractura irremediable en su salud capturando el fulgor final. El artista que interpretó para siempre a la generación de los 80 con lengua lúcida y enrabiada, enfrenta la última curva del cuarentón con herramientas a distancia de sus costumbres musicales por décadas. En Libro no hay cabida para guitarras eléctricas, sintetizadores, baterías (por ahí un platillo, alguna ligera base), tampoco bajos. La voz es la guía encaminada hacia la reflexión después de vivir medio siglo y para eso González sólo necesita guitarras acústicas y pianos, y jugar con sus posiciones en el espacio sonoro del registro.
La cruda sinceridad late como siempre. 'A veces no basta con el verdadero amor', canta y reitera en 'Yo no estoy en condiciones', corte en dos actos. 'Hijo amado' contiene algunas de sus líneas autobiográficas más íntimas y cotidianas. 'El idioma es complicado, es otra forma de pensar', confiesa sobre sus días en Berlín. 'Y ha llegado al final tu negro y sucio trabajo', canta y recita ceremonial y dramático en 'El final de esta maldición'. De alguna manera fue así y del presagio hizo un góspel de aire fúnebre. Libro es lectura obligatoria en la discografía de Jorge González en esta década", Marcelo Contreras.
4- Rebeldes (2011, 5AM), de Álex Anwandter
"Si hay un estilo musical históricamente trascendente en nuestro país, es el pop, y cada década ha tenido un gran exponente en esta materia. En este sentido, Rebeldes ocupa el lugar de referente para el pop bailable. Con un sonido y beats que recuerdan sin dudas al Corazones (1990), de Los Prisioneros, el debut solista de Anwandter —luego de Odisea— se instala con canciones pegadizas y que enganchan a la primera escucha, como reza el manual.
Además, con este álbum comenzó incipientemente a construir su estilo de letras con contenido social, en este caso, sobre el mundo gay. No es un mérito menor, si pensamos que al pop siempre se le ha asociado con cierta frivolidad. Ese es el gran acierto de este largaduración. Si Corazones es un poemario de amor prohibido, Rebeldes es un canto al amor homosexual, en modo siglo XXI. 'Como una estrella', 'Tormenta', 'Shanana', 'Tatuaje', son joyas absolutamente dedicables y con líricas que apelan a cierta empatía. Además, con 'Cómo puedes vivir contigo mismo', una canción que hasta hoy la rompe en cualquier discoteca, aborda un tema difícil en modo festivo: lo que significa reconocerse como homosexual en Chile y Latinoamérica. Reflexión en la pista de baile, no es poco", Pablo Retamal Navarro.
3- Música libre (2010, Universal Music), de Los Bunkers
"La década del 2010 abrió con una sorpresa para toda la fanaticada de Los Bunkers. Los penquistas anunciaban la salida de un álbum con una particular característica: solo versiones de algunos de los clásicos de Silvio Rodríguez.
El sexto trabajo de los hombres tras 'Miño' trató de hacer propias las composiciones legendarias del trovador de San Antonio de los Baños. Como los Beatles haciendo suyas las canciones de Chuck Berry, Gene Vincent, el Motown o las Shirelles, como un abrevadero del cual sacaron ideas para acordes, frases, puentes, líneas, Los Bunkers hicieron sonar a Silvio como si fuese miembro de Los Bunkers. Esto se hace evidente al poner el vinilo, hacer caer la aguja y escuchar la psicodélica introducción del primer tema, 'Sueño con serpientes', que le debe sobremanera a 'Taxman' con ese riff hipnótico pero que tiene tanto la clave de la psicodelia (frases largas) como la del rock clásico (línea melódica y recordable). Ahí, solo con ese riff se anuncia claramente la idea de que viene, y las expectativas se cumplen", Pablo Retamal Navarro.
2- Mena (2010, Unión del Sur), de Javiera Mena
"El temido segundo disco. El rito de pasaje desde la creatividad íntima de dormitorio, al posicionamiento como artista de alcance mundial. Mena permitió que Javiera Mena dejara de ser ese secreto venerado por el indie santiaguino, y la posicionó como el objeto de afecto de los y las hipsters de Barcelona, y la punta de lanza del milagro indie pop chileno de comienzos de la década.
Mena es un disco pulido, elegante, cerebral en el acercamiento a los arreglos electropop, y que al mismo tiempo no transa en la emotividad enigmática de la artista. El ansia adolescente de Esquemas juveniles (2006), su primer disco, se ha transformado en su segundo álbum en un anhelo trasnochado, sensual, que busca infatigable, como se escucha en 'Primera estrella'. En 'Sufrir' su colaboración con el sueco Jens Lekman, la artista parece ponerse la corona ante su dominio indiscutido: los beats precisos, los quiebres melódicos inesperados, las melodías pegajosas y por sobre todo el drama, esa sensibilidad expuesta y que no pide disculpas, y que promete que a través del baile va a llenarse ese deseo y esa decepción.
Entre el hedonismo fiestero, de canciones como 'Luz piedra de luna', el disco arma uno de los mejores exponentes del sonido electropop que permeó a la escena chilena durante gran parte de la década, y que hoy vuelve trasmutado en trap, como lo están haciendo artistas como Princesa Alba y Gianluca. Porque Mena en su su momento fue una confirmación del potencial que tenía Javiera Mena, pero en perspectiva se irguió como un monolito de pop de buena factura que irradió a sus contemporáneos (Fakuta o Dënver) y sigue sólido y magnético, proyectándose hasta hoy", Carmen Duarte.
1- Juventud americana (2012, Arca Discos), de Ases Falsos
"Plegados a una amplia tradición de la canción de protesta de factura chilena, Ases Falsos además tomó la posta entre los grupos de sonido pop-rock que han estirado las posibilidades del molde Beatles. Así se explica el fuerte carácter de su ambiciosa y singular propuesta que parecía remar siempre contra una corriente generacional: una banda de rock para masas en medio de una mayoría de proyectos solistas, o un repertorio con canciones de guitarras en lugar de sintetizadores.
Consumado lector, Cristóbal Briceño hizo de sus observaciones de la actualidad la materia prima de unos versos juguetones, punzantes y a la vez oníricos, siempre atento al porvenir y con la lucidez de un provocador. Para dar con relatos como 'Pacífico', por ejemplo, los personajes surgieron desde un recorte de prensa publicado en La Tercera ('Joven pareja se lanzó al mar en un mortal pacto de amor') el mismo día que la reseña a los conciertos de Los Prisioneros en el Estadio Nacional copaba las páginas, mientras se informaba en Chile de la muerte del músico George Harrison —ocurrida unos días antes— y se conocía la trágica noticia del suicidio frente a La Moneda de un desempleado víctima de asbestosis, Eduardo Miño, que inspiró una famosa canción de Los Bunkers. Para 'La sinceridad del cosmos', un tema ambientado en las protestas callejeras, tomó como protagonistas a los perros que atacan al chorro del carro lanzaaguas de la policía, mientras el hablante los distingue del pastor alemán y los soldados. O en "El golfo de Adén", aquel tema con la historia del capitán chileno secuestrado por piratas somalíes, Eddy López, privado de libertad por más de dos años cuando transportaba armas a bordo de un carguero danés; refuerza la idea de un mundo desajustado y mal hecho, tan patente en este disco que alberga canguros enjaulados, un futbolista africano en Copiapó, el caudal del río Mapocho y Silvio Berlusconi.
Grabado entre Llanquihue, Chillán y Santiago, Juventud americana marcó además un precedente entre los reformulados Fother Muckers. Habría que explicar el giro en el sonido desde el movimiento de Martín del Real, ahora convertido en solvente primer guitarrista y dupla compositiva, reviviendo una paleta distinguible en trabajos de un grupo extinto como Teleradio Donoso, y la incorporación de una pieza tan versátil como Francisco Rojas y un baterista como Boris Ramírez (Los Tres, Primavera de Praga). El debut de la década", Alejandro Jofré.
Quiénes votaron
Raúl Álvarez, Marcelo Contreras, Patricio Corona, Carmen Duarte, Alejandro Jofré, Fernando Mujica (Radio Zero), Eduardo Ortega, Andrés Panes, Felipe Retamal, Pablo Retamal, Alejandro Tapia, Nuno Veloso.
Fuera de lista
A pesar de no formar parte de la selección final, los siguientes discos sí fueron mencionados por más de un votante como obras importantes y de calidad, aunque no lograron entrar al último corte. Acá lo que sería algo así como nuestras menciones honrosas.
La virgen de los mataderos, de Tenemos explosivos
Al sol de noche, de Miss Garrison
Nefertiti, de Protistas
Unfading Incorporeal Vacuum, de Sol Sistere
Atemporal, de Círculo Polar
Cripta y vida, de Pedropiedra
Al vuelo, de Fakuta
S/T, de Manuel García
Escribo rap con R de revolución, de Portavoz
Panal, de Camila Moreno
Retrato iluminado, de Manuel García
Nuestra día vendrá, de Prehistóricos
Sporelights, de Bauda
Resistance, de The Ganjas
1977, de Ana Tijoux
Antártica, de Leo Quinteros
Derrumbe y celebración, de Tenemos Explosivos
Triunfo Moral, de Tus Amigos Nuevos
El paisaje salvaje, de Fother Muckers
Otra era, de Javiera Mena
V, de Cómo asesinar a Felipes
Ecce Homo, de Ismael Oddó
Utopía, de Ceaese
Agosto, de Felicia Morales
New Bois, de NVSCVR
Supreme, de Jiminelson
Ex la humanidad, de Electrodomésticos
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