La repisa de premios de Hildur Guðnadóttir se llena rápidamente. Como autora de la banda sonora de Joker, la chelista, compositora y cantante sumó anoche el Oscar a sus numerosos reconocimientos del último semestre, entre los que figuran el Emmy y el Grammy por la música de la miniserie Chernobyl.
Se trata del momento de mayor visibilidad de una trayectoria usualmente ligada a la vanguardia y la experimentación. Antes de involucrarse en proyectos audiovisuales como The Revenant o The Handmaid's Tale, donde tuvo un rol vital en la creación de sus inquietantes atmósferas, la islandesa exploraba su faceta neoclásica en discos solistas y colaboraba con aventureros como Animal Collective o The Knife.
La exitosa banda sonora de Joker, también triunfadora en ceremonias como los Globos de Oro o los Critic's Choice Awards, responde a una dinámica colaborativa basada en la confianza de Todd Phillips en la perspectiva de Guðnadóttir.
Antes de empezar el rodaje de la película, el director le envió el guión para que ella, a partir solamente del texto, reaccionara musicalmente ante el drama psicológico de Arthur Fleck.
Cabe señalar que la compositora es la clase de artista que se sumerge de lleno en una historia: su banda sonora para Chernobyl incluye grabaciones de puertas, reactores y turbinas que realizó en una verdadera planta nuclear. En Joker, esa aproximación terminaría ayudando al propio Joaquin Phoenix.
La trivia ha circulado por todas partes: el actor improvisó el ya famoso baile del Guasón en el baño al ritmo de "Bathroom dance", la primera pieza a la que Guðnadóttir le dio vida luego de leer el guión de Phillips y Scott Silver. La escena marca la transición entre Fleck y el Joker, y no hubiese sido posible sin el espaldarazo que significó tener las maquetas del score para escucharlas una y otra vez en el set.
En aquel momento, Phoenix aún sentía dificultades para acceder a la psique del personaje y la transformación fue facilitada por su espontánea respuesta física a la música, en un acto de silencioso, casi telepático, de entendimiento entre la perceptiva compositora y el ahora ganador del Oscar como Mejor actor.
Lo que Guðnadóttir supo entender, incluso antes que Phoenix, fue el viaje del Joker. Su capacidad para empatizar con el monstruo, para entender que en el fondo se trata de alguien que siente el muy humano deseo de encajar, hizo que comprendiera perfectamente la travesía del desesperado protagonista.
Mientras el villano toma forma, dilucidando su origen, el daño que ha recibido y su misión en una sociedad que le da la espalda, la banda sonora se comporta como si fuese una sombra de sus emociones, siguiéndolas desde la golpiza inicial hasta el éxtasis del fin e imitando todos sus erráticos movimientos. El crescendo de ira y fealdad es acompañado por música que se intensifica hasta llegar a su apoteosis en "Call me Joker".
En lo práctico, la decisión de Guðnadóttir fue hacer que su cello represente la voz de la conciencia de Fleck y que una orquesta de cien músicos encarne la rabia que va tomando posesión del personaje.
Al comienzo, el cello está en el primer plano, sonando casi solitario de no ser por una especie de presencia fantasmal que genera la sensación de que hay algo escondido al acecho. Esa compañía espectral no es más que la orquesta completa, hundida en la mezcla de audio de los primeros minutos para luego develarse en todo su esplendor capa por capa, a medida que el Joker se deja consumir por el mal.
La orquestación se ensancha con los minutos, volviéndose agresiva y ruidosa, como un signo de exclamación de su ira.
Mientras descarta la noción de que su música sea oscura y tenebrosa, afirmando que solo es reflexiva, Hildur Guðnadóttir hace historia por sus logros. La obtención del Oscar, el Emmy y el Grammy la deja a un Tony de distancia de entrar en la selecta lista de los EGOT, conformada por apenas quince artistas distinguidos con los máximos galardones del cine, la música, la TV y el teatro.
Además, su último triunfo marca la tercera victoria femenina en la categoría de Mejor banda sonora, ganada solamente por Rachel Portman (Emma) en 1996 y Anne Dudley (Full Monty) en 1998. El discurso que dio anoche hizo notar la disparidad de género: “A las niñas, a las mujeres, a las madres, a las hijas que escuchan música burbujeando dentro de ellas, por favor alcen la voz. Necesitamos escucharlas”.