Varios metaleros chilenos de la vieja era recuerdan que lo que más capturó su atención cuando vieron por primera vez en vivo a Panzer no fue sólo su sonido atronador ni su puesta en escena vibrante; también fue la ropa que calzaban sus integrantes, donde destacaba el guitarrista Juan "Juanzer" Álvarez con sus pantalones apretados, sus muñequeras claveteadas, sus chaquetas tapizadas de parches, sus camisas con llamas de fuego abrochadas hasta la mitad, sus cintillos, su pelo escarmenado y sus pulseras decoradas con calaveras.
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Para muchos adolescentes o jóvenes chilenos se convirtió prácticamente en la primera vez que tenían a escasos metros a un metalero tal cual los habían visto en revistas extranjeras intercambiadas casi como material de contrabando en la época, o tal cual los habían escuchado en casetes también pirateados que daban cuenta del alto voltaje de conjuntos ingleses como Judas Priest o de emblemas españoles como Barón Rojo.
De alguna manera, la irrupción de Panzer a fines de los 80 significó un eje, un punto de refugio para una muy incipiente comunidad metalera en Chile que por fin empezaba a tener héroes nacidos y crecidos en el país.
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Panzer.[/caption]
Un rompecabezas
"Cuando recién empezamos a hacer conciertos, no había un público como ahora. Fueron chicos que nosotros mismos habíamos formado y era muy difícil llevar adelante un estilo musical completamente rompecabezas", aseguraba Álvarez en el libro Prueba de sonido, del periodista David Ponce.
El músico Rodrigo "Pera" Cuadra, otro emblema del rock chileno más duro y en conversación con La Tercera, lo reafirma: "Él fue muy influyente y fundamental dentro de los que pasaba en aquellos años, que eran los 80, donde muchas bandas, y me incluyo también, estábamos partiendo y era complicado, porque en Chile había un boom de la música pop y de otro tipo de cosas. Yo lo conocí a Juanito tocando en Feed Back, a principios de los 80, cuando acá no pasaba nada con esos sonidos metaleros, los grupos de rockeros éramos muy pocos. Sin duda fue uno de los que empezó a pavimentar el heavy metal en Chile y fue consecuente hasta el final".
En días en que reinaba el ritmo radial del pop rock o la poesía reflexiva del canto nuevo, lo de Panzer y sus compañeros de generación fue algo así como un puñetazo en medio de una escena poco habituada al estruendo. Si muchos jóvenes se conectaron a través de Los Prisioneros con The Clash o después Depeche Mode, Panzer fue el puente para AC/DC, Saxon o Iron Maiden.
Todo como si se tratara de un rompecabezas, tal cual lo definió Álvarez en su momento. Él mismo era una suerte de pieza artística con varios costados.
Se inició en 1982 en lo que se considera la primera expresión metalera nacida en Chile, el conjunto Feed Back, comandados por el guitarrista Néstor Leal, quien llegó por esa época luego de un largo periplo por Bélgica y Holanda. Ahí, "Juanzer" –que ya había tenido una experiencia previa con Lágrima Seca- se unió como guitarrista y participó de la profesionalización del género en el país, a través de espectáculos bien organizados, escenografías que remitían a los mundos de fantasía propios de la cultura metalera y la edición de las primeras producciones discográficas.
Pero también debió lidiar con el carácter de Leal, un músico célebre por su genio cascarrabias y por no tolerar demasiado la compañía de otros: "En mis bandas desfila gente. Es mi música y no más. Son sólo personajes y nadie trasciende. Nadie", era parte de su dura filosofía laboral.
Precisamente para buscar trascender, Álvarez abandonó Feed Back y, junto al bajista Nano Chacón y el baterista Eugenio Pineida, entre otros músicos, dieron vida a Panzer en 1986. Y como en Feed Back la lógica indicaba cantar en inglés, en el nuevo proyecto la idea era chilenizar la furia y el vértigo del rock pesado, en una traducción criolla que ya habían ejercitado agrupaciones argentinas como Riff o el músico Norberto "Pappo" Napolitano.
Mi rollo es el rock
De esa forma, debutaron a fines de 1986 en el gimnasio Manuel Plaza, para meses después, en mayo de 1987, participar en el compilado Infierno rock, el primer gran testimonio del metal con matrícula chilena y donde también participaron coetáneos como Dorso, Chronos, Epicentro y los mismos Feed Back.
El hoy conductor radial Alfredo Lewin, parte de la escena en esos años, cuenta: "Panzer fue una de las mayores influencias imaginables, en la manera de unos padres que van más allá de la banda que conforman o del estilo de música que tocan, porque pocos personajes en Chile como Juan Álvarez se asociaron tanto al heavy metal de marca local, adoptándolo como un tema casi familiar, porque en un momento su hijo toma la posta del grupo. Y Juan tenía una particularidad para nosotros, una generación que se crió más en los 90: siempre miramos con un poco de sospecha que él siempre pensara que los trabajadores del rock y del heavy metal tenían que formar un gremio, una suerte de sindicato que contara con ciertos beneficios de parte del gobierno, de fondos estatales para ayudar a la escena metalera, lo mirábamos con sospecha porque pensábamos que el rock no podía ser subvencionado por el estado. Sin embargo, con el tiempo comprobamos que ahí existía una muy buena intención".
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Tierra de metales.[/caption]
Efectivamente, con álbumes como Tierra de metales, el primer trabajo de Panzer y editado en 1989, la banda ya poseía guiños chilenos que, por ejemplo, guardaban relación con la minería. Y en sus otros intereses, los que lo vinculaban a una faceta más de cabecilla social que artístico, en los 80 impulsó la academia Semillero Rock, donde formó a varios músicos del heavy local, en una suerte de Escuela del Rock santiaguina. Además, participó en la formación de la Asociación de Trabajadores del Rock, ATR, en 1993, y en varias otras iniciativas de los primeros años de la democracia. En medio de esa actividad, la banda editó en 1994 su segundo disco, con cinco canciones: Crol vivo o muerto.
"Con el Semillero no paró hasta ahora en Apoquindo, y siempre uno va a pensar en Juanito Panzer y va a pensar en el Semillero Rock", completa Lewin.
Francisco Conejera, periodista emblemático de la escena musical de los 80 y director de la revista Carrete, agrega: "Él fue un ejemplo de constancia, imagínate poder vivir de eso, siempre se dice que de la música no se puede vivir, menos de la música rock, entonces no claudicó nunca, siempre estuvo con su bandera del metal al tope. Tocó en el lanzamiento de mi Revista El Carrete. Ahí estaba Masacre y Panzer en el gimnasio de San Miguel, y tiraron fuegos artificiales, fueron grandes efectos especiales para la época".
Maximiliano Sánchez, sociólogo y autor de los libros Thrash metal del sonido al contenido y Massacre, 30 años de Thrash metal, dice que ese perfil de Álvarez más cercano a instancias oficiales también fue un aporte: "Proyectó todo lo que es la escena del metal e hizo que en el fondo tuviera un valor cultural, porque fue la única persona que se atrevió a postular a fondos y hablar con políticos respecto a que el rock era importante y necesitaba recursos. Él fue un activista del rock y siempre quiso ver al rock como algo cultural".
En el ojo de la controversia
Eso sí, en el trayecto, Panzer tropezó con una polémica de corte político. En 1989, en la previa a las elecciones presidenciales de ese año, el grupo participó del acto El rock está con Hernán Büchi, en apoyo al candidato de la derecha. El evento también contó con Alvaro Scaramelli, Banda Metro y Los Trapos, entre otros.
Con el tiempo, muchos de los músicos que participaron en ese encuentro en San Miguel se intentaron desmarcar del peso ideológico de Büchi, quien era visto como una suerte de continuador del modelo establecido por Augusto Pinochet. "Me acuerdo que una vez tocamos para el Büchi. Nos metimos por plata. Y tras los reclamos yo dije: 'bueno, el cartel no dice Tumulto está con Büchi, sino que dice Büchi está con el rock'. Era él el que se involucró con nosotros'", se excusó después otro histórico, "Poncho" Vergara de Tumulto.
Casi todos los presentes en esa cita después dijeron que simplemente lo habían aceptado por dinero.
Para muchos, "Juanzer" tenía un perfil político adscrito a la derecha, aunque eso –según dicen los consultados- en ningún caso desvanece su aporte a la cultura popular chilena.
Y sobre todo su persistencia: en los 90, la era en que la música chilena vivió la bonanza de los sellos y la apertura de los medios de comunicación, Panzer siguió editando discos y teloneó shows internacionales de alta intensidad, como las visitas de Iron Maiden, Megadeth, AC/DC o el festival Monsters of Rock de 1998.
El hijo de "Juanzer", Juan Khano Alvarez, se integró a la banda y ambos lideraron festivales, encuentros, iniciativas con músicos jóvenes y programas radiales. La huella de Panzer dejó una marca indeleble en una subcultura tan afianzada en la lealtad, la fidelidad y la persistencia como el heavy metal.
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