Parasite, la punta del iceberg cinematográfico coreano

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Bong Joon-ho, al centro, junto al elenco y equipo de producción de Parasite (2010), la cinta que este domingo se llevó cuatro Oscar, incluyendo Mejor película.

La película que dominó los premios Oscar de este domingo es la cara visible de una industria nacional poderosa y que hace varias décadas viene pisando fuerte. Menos chillón que el K-pop y con fuerte apoyo estatal, el cine coreano está más presente en Chile de lo que se cree: las salas de cine y el streaming local ofrecen varios ejemplos.


Bong Joon-ho, el cineasta surcoreano que la noche del domingo recogió cuatro premios Oscar y rió como niño cada vez que tuvo uno en sus manos, es una persona difícil de detestar. Conocido en su país por su carácter afable, su sentido del humor y su honesta modestia, Bong tiene respuestas curiosas para las preguntas más comunes.

Cuando en el Festival de Cannes 2017 explicó a Culto por qué la criatura de su filme Okja (en Netflix) era de origen chileno, dijo que nuestro país le producía curiosidad pues estaba geográficamente en las antípodas de Corea del Sur.

"Chile y Uruguay", agregó en ese momento Bong, dando a entender que podían ser ambos países. En rigor, la nación que está en el otro extremo planetario de Corea del Sur es Uruguay: lo de Chile fue una respuesta más bien amable, con su gran y típica sonrisa en la cara. También, riendo, dijo: "Nunca me han invitado a un festival de cine en Chile. Me gustaría ir".

Desde este domingo será probablemente el director más demandado en los festivales de cine todo el mundo y las posibilidades de que se aparezca por acá disminuirán exponencialmente, pero su película Parasite sí será vista por un público que de no haber Oscar jamás la habría paladeado. Sólo este fin de semana, de acuerdo a su disribuidora New Century Films, Parasite llevó en Chile 31.500 espectadores y quedó en el segundo lugar de taquilla tras Aves de presa, un producto de DC Comics con público asegurado.

Pero, ¿Quién es Bong Joon-ho? ¿Por qué logró lo que Alfonso Cuarón y Netflix no? ¿Qué tiene el cine surcoreano que no tenga el mexicano o el francés o el italiano, que nunca ganaron Mejor película, el más importante de los Oscar?

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He aquí algunas pistas para entender de qué hablamos cuando hablamos de cine coreano.

Menos chillón que el K-pop, pero tan poderoso como una empresa electrónica de Seúl, el cine coreano es uno de los orgullos nacionales del país asiático. La política de cuota de pantalla (que obliga a los exhibidores a dar un porcentaje de cine nacional) rige fuertemente desde 1967 y además se estipula un plazo de 73 días de exhibición para los filmes locales. De acuerdo a datos de la UNESCO, el 52 por ciento del público coreano ve cine local.

Pero este mapa de coordenadas sólo es el terreno de abono de una cinematografía que hace al menos dos décadas viene ganando festivales de primer nivel y que, curiosamente, nunca había obtenido un Oscar en la categoría internacional.

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La que lo logró finalmente (y por partida cuádruple con los Oscar a Mejor película, Mejor director y Mejor guión original) fue Parasite, la fábula de una familia de medio pelo que decide instalarse en la casa de los pudientes Park.

En rigor, el cine coreano está desde hace un buen tiempo instalado en nuestro país, con éxitos como el filme de zombies Tren a Busan (2016), o la ya clásica Oldboy (2003), un drama de tensión extrema. Esta misma semana se estrena la cinta de terror La maldición renace y sólo hace un mes se dio Los rostros de diablo, otra de horror.

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Pero el mejor cine coreano se puede encontrar en realidad en algunas plataformas. Del mismo Bong Joon-ho, Netflix exhibe la mencionada Okja y The host (2006), una producción sobre un monstruo que acecha en el río Han y que para algunos es aun superior a Parasite. Es más, un buen contingente de críticos en el mundo coincidió en decir que Burning (2018), de Lee Chang-dong (cineasta y ex ministro de Cultura coreano) era la mejor película coreana de los últimos años jamás premiada en ninguna parte. Es una historia de amor, crímenes y suspenso basada en un relato de Haruki Murakami y Netflix la tiene en su parrilla hace meses.

La plataforma Youtube, el más democrático de los streamings, es un gran manantial de cine clásico coreano través del canal Korean Classic Film, que contiene 110 películas desde el año 1930. En ese mismo portal gestionado por el Archivo Fílmico de Corea del Sur hay un link que conduce a KMDB, base de datos y portal con más de 400 filmes en línea. Un iceberg infinito.

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