La adolescente Mattie Ross fue a For Smith a buscar el cuerpo de su padre. Uno de sus hombres lo había matado, borracho, de un tiro en la cabeza; le robó y escapó en su caballo a tierras indias. La chica de 14 años está decidida a vengar su muerte, y sin rodeos le pregunta al sheriff: "¿Cuál es el mejor comisario que tienen?". El sheriff piensa la respuesta. "Hay cerca de doscientos comisarios", dice, y agrega: "El más malvado es Rooster Cogburn. Es implacable, cruel y no conoce el miedo. Le encanta empinar el codo". Mattie no lo duda. "¿Dónde puedo encontrar al tal Rooster?".
De esta forma comienza Temple de acero (conocida también como Valor de ley), la segunda novela de Charles Portis, un western atípico ambientado en Arkansas y que fue un éxito de ventas en 1968. El libro tuvo una exitosa versión cinematográfica con John Wayne como el comisario tuerto y alcohólico en 1969, rol que le dio el único Oscar de su trayectoria.
Treinta años más tarde, los hermanos Coen confiaron el personaje de Rooster a Jeff Bridges, en una de las películas más elogiadas de 2010.
Comparado con Mark Twain, Portis era uno de los mejores escritores no conocidos de Estados Unidos, según The New York Times, y vivía en Little Rock, Arkansas, donde murió el lunes a los 86 años. Hace seis padecía de Alzheimer, y hace mucho más profesaba una cordial aversión a la celebridad y las entrevistas. "No le gustaba llamar la atención. Estaba a gusto con sus amigos, pero era tímido con los extraños", dijo su hermano Jonathan.
Compañero de generación y de redacción de Tom Wolfe en The New York Herald Tribune, Portis dejó el periodismo por la ficción en 1964. Debutó dos años después con Norwood, que llegó al cine en 1970. Su libro más reciente es Gringos, de 1991. En todos ellos, ofreció una mirada cómica, áspera y extravagante de Estados Unidos, habitado por bandidos, estafadores y desadaptados.