De ganador del Pulitzer a showrunner, Michael Chabon estrena Star Trek: Picard
Después del estreno de la última encarnación de Star Trek, el premiado novelista norteamericano habla sobre su historia como trekkie, su amor por el género fantástico y su decisión por devenir en guionista de televisión en nombre de la ciencia ficción y la cultura pop.
En el 2001, cuando Michael Chabon ganó el Premio Pulitzer por su novela Las Asombrosas Aventuras de Kavalier y Clay -una obra anclada en la época dorada del cómic norteamericano- el nuevo podio le permitió llevar su amor por la ciencia ficción, los superhéroes y las historietas a un lugar de validación en la alta cultura que muy a menudo se le ha negado al género. Ahora, ante las nuevas discusiones sobre si un cómic merece competir por el premio Man Booker o si es correcto que un músico de folk pueda ganar el Nobel de literatura, a los lectores más ortodoxos también se le podría sumar la pregunta inversa: ¿qué diablos hace un autor ganador del Pulitzer dedicándose full time a lo que algunos llaman tv chatarra?
Michael Chabon parece ser el antídoto perfecto para una polémica de época, con su siempre presente interés por los cruces de la alta cultura y la cultura popular. Como escritor de novelas lo ha hecho casi todo: realismo mágico, ficción histórica, detectivesco y memoria autobiográfica. Ahí se ha ganando un lugar privilegiado en la literatura contemporánea norteamericana con novelas como Los misterios de Pittsburgh, Wonder Boys o Telegraph Avenue. Pero ahora, cuando el género que siempre lo ha deslumbrado en lo personal es el que amasa las más grandes cantidades de dinero, visibilidad y expectativa en el entretenimiento, el autor se ha embarcado en la escritura de guiones de ciencia ficción para televisión, siendo su último proyecto uno de los que más lo entusiasman: estar a la cabeza de Star Trek, su serie favorita.
"En la universidad me interesé por algunos escritores que mezclaban la ficción más mainstream con la ciencia ficción, convirtiéndola en otro tipo de género: Italo calvino, J.G. Ballard, Borges, por ejemplo", dijo Chabon, en un íntimo diálogo que el New Yorker le dedicó en su Festival poco antes del estreno de la serie. "Toda la gente me decía 'no me gusta la ciencia ficción, no se nada sobre ella, no te puedo ayudar'. Eso fue sorprendente para mí como escritor joven porque yo siempre tuve la impresión de que el lenguaje, los personajes, la narrativa y todo lo que yo amaba en cualquier pieza literaria, lo encontraba muy fácilmente en los grandes escritores de la ciencia ficción. No entendía por qué había reglas diferentes para ambos mundos o por qué sería un género menor, y empecé a darle la espalda en mi juventud. Ahora, me doy cuenta que en cada uno de mis libros se nota como empecé a husmear de nuevo en él, inyectando algunas características de esas historias que tanto amaba a mi trabajo, aunque sea por la puerta de atrás".
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Star Trek: Picard.[/caption]
De escritor de novelas a showrunner en una serie de largo aliento, Chabon acaba de estrenar Star Trek: Picard, un spin-off de la serie que tiene al antiguo capitán del Enterprise -interpretado por el gigante Patrick Stewart- como protagonista de una nueva aventura, ahora, más bien alejada del manual. Para Chabon, esto no es cualquier cosa. Aunque ya había dado sus primeros pasos en el cine como uno de los guionistas de Spider-Man 2 y John Carter, además de co-crear, junto a su esposa Ayelet Waldam, la mini serie de Netflix sobre abuso sexual Unbelievable, Star Trek es una de las grandes obsesiones de su vida. "Soy un fanático loco e histórico de Star Trek. A los 10 años tenía una niñera adolescente, ella me introdujo al show en los 70' y nunca dejé de amarlo. Se sabía los episodios, los comentaba conmigo y me alentaba a opinar sobre ellos, por eso además de introducirme a la serie en sí, ella creaba para mí una idea de fandom. Cuando conocí a mi mujer, una de las primeras cosas que hice fue obligarla a ver los episodios conmigo y, aunque no lo crean, en mis novelas siempre hay referencias ocultas a Star Trek de alguna manera, por ejemplo, en Telegraph Avenue hay una tienda que se llama Federación Unida de Donas", dice el autor, que ya había entrado por las puertas anchas de la franquicia cuando el productor Akiva Goldsman le encomendó escribir dos capítulos para Short Treks. Ahí empezó todo para él, con dos pequeños capítulos encargados de expandir la franquicia en el marco de Star Trek: Discovery, su última encarnación hasta este momento.
"En CBS estaban entusiasmados con hacer una nueva serie de Star Trek que estuviese anclada en el Capitán Picard, pero Patrick Stewart había dicho muchas veces y muy explícitamente que él nunca iba a volver a interpretar ese personaje. Simplemente no quería volver a la dinámica del capitán de una nave que vuela por la galaxia y que habita el clásico modelo de aventura Star Trek. Así que pensamos en otra cosa, otra versión, otro momento de su vida. Creo que quizás en la cadena me usaron de trampa para mostrarle algo que a él pudiese interesarle. Y la verdad, intentamos todos los trucos posibles, incluso inventarle un Pitbull como compañero de escena porque él es un activista en contra de la explotación de los Pitbull en la vida real. Empecé como productor ejecutivo y de a poco me involucré como showrunner, un neologismo que aún no se del todo lo que es pero lo estoy disfrutando mucho", se ríe Chabon.
En efecto, Stewart, de 79 años, admitió que solo aceptó el papel después de varias reuniones personales con Chabon y su equipo, y que encontró en la nobleza y rebeldía de las nuevas hazañas de Picard -a la vez aventura e intriga política que también aborda temas como la inclusión, la corrupción y la marginalización- un guiño crítico al Trumpismo y el Brexit, los asuntos que más le quitan el sueño por estos días. Ya a varias décadas de su primera aparición en 1987 -con Star Trek: The Next Generation- en la premisa de la serie, el nuevo Jean-Luc Picard está retirado en un predio de la campiña francesa después del fracaso de una misión que causó una oleada de muerte masiva en la galaxia. Junto a su perro Número Uno y su máquina de té Earl Grey galáctico ad portas de una nueva aventura, esta reescritura sobre el paso del tiempo en la vida de un héroe se propuso abrazar una dignidad en la vejez que pocas series actuales le dedican a sus personajes. Al mismo tiempo, con manifiesto afecto de fanático, intenta unir lo más emotivo de dos mundos: traer de regreso escenarios y personajes del pasado para los fans de antaño, y abrazar la parafernalia cinematográfica que habilita la actualidad encarnada en la estética de las últimas reversiones de J.J Abrams, para los nuevos espectadores.
La serie, que acaba de estrenar su cuarto capítulo y sale los jueves por Amazon Prime, ya firmó por una segunda temporada y es un intento por reconfigurar la tropa y la intención, ahora con un aparato institucional y político que parece haber fracasado, pero con el afán humanista que caracteriza a la saga intacto. "Aunque originalmente Star Trek siempre fue una ficción optimista sobre el futuro, nunca se ha tratado sobre una posible perfección de la humanidad. Siempre fue una serie sobre cómo la humanidad sufre y soporta y trabaja duro para superar todo lo que es destructivo de nuestra propia naturaleza", asegura Chabon.
https://www.youtube.com/watch?v=QvKBeOKvblI
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