Sábado 7 de marzo, Zócalo de Ciudad de México. Mon Laferte lidera a miles de mujeres que copan la plaza más grande de América. Cuatro días después y sólo a cuatro cuadras, Monserrat Bustamante expone sus primeras pinturas en el Museo de la CDMX, uno de los epicentros culturales de la ciudad. El contraste es total. Primero al micrófono, Laferte es una voz activa del canto latinoamericano; luego, entre sus obras, Bustamante silencia y empieza de cero, esta vez con un pincel. En ambas, ríe.

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Después de manifestarse en los Grammy y en el Festival de Viña, la artista rehúye de la polémica: no es algo que quiera abordar demasiado. Observa, sonríe silente, y tanto cuando canta como cuando muestra sus pinturas, lo hace con la calma de quien tiene un éxito ya consolidado.

Son días intensos. El sábado pasado, en los actos por el Día de la Mujer, fue la estrella de un Zócalo repleto. Ante el feminicidio, no pide un minuto de silencio, sino que al contrario, solicita gritos, cerca de sesenta segundos que se transforman en una catarsis de desahogo, rabia y comunión, con la chilena dirigiendo una multitud que la erige entre sus líderes.

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La exposición tiene cuadros que la chilena realiza en su tiempo libre.[/caption]

24 horas después, el domingo, marchó junto a unas 400 mil mujeres en la capital de México. De ello sí quiere hablar, y con fluidez, justo en el momento en que inaugura su exposición el pasado miércoles. "Las mujeres en Chile están marcando una pauta del levantamiento, que se hace tan necesario. Yo fui a marchar en México, fui parte del Paro Feminista el 9M, y hasta que el mundo no cambie, tenemos que seguir manifestándonos".

Salvo el paro de ese lunes, lo de Laferte es seguir y sumar. De un repertorio reconocido, ahora se cambia de pista para incursionar en la pintura. La evaluación mexicana se hace sentir con miradas de recelo sobre su nueva faena: desde por qué usa un histórico museo de la capital hasta voces que reclaman que no hay una trayectoria previa en este rubro, y que además es extranjera. Nuevamente, la crítica es implacable, tal como en Chile cuando empezó cantando en TV. Pero Bustamante ya sabe de ello y solo pide que "las obras hablen por sí mismas, como las canciones. Prefiero que las personas se formen una idea, una reflexión".

-Hubo críticas previas a la exposición, incluso de pintoras mexicanas. ¿Qué sintió?

-Las entiendo perfecto. Las mujeres han estado históricamente excluidas en los museos, en el arte. Las mujeres hemos tenido que pelear, hasta llegar a sentirnos competencia para disputar estos pocos espacios. Espacios no sólo en los museos, sino en todas partes.

En paralelo, los caminos de la música y la pintura no se cruzan, pero se complementan. "Son dos mundos diferentes", separa. "En algún punto llegan a influenciar el uno al otro, pero siento que mi obra plástica es mucho más personal. Es de una profundidad que estoy buscando aún, mientras que la música es honesta y divertida, me dan más ganas de compartir la música. La pintura me la tomo más en serio, es personal, y no siempre quisiera exhibir".

-¿Qué es lo que busca en la pintura?

-Siempre estoy en escenarios multitudinarios, rodeada de mucha gente, es un personaje que se viste para el espectáculo. Pero en la pintura soy yo, es más honesto, por eso que me cuesta hablar de ello. A veces una canción no alcanza, entonces mejor me sale en un dibujo.

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Son 76 obras y una muñeca gigante, las que oscilan entre lo biográfico y lo grotesco. Desde las primeras piezas, en blanco y negro, centradas en rostros anónimos y miradas horizontales. Luego, el estallido social se despliega entre dos pantallas y una bandera negra. Al cierre, los colores toman un relato más naif, emparentado a la tradición azteca. Una compilación de diez años, de los trece que Mon Laferte ha vivido en México. "Me siento chilanga por derecho, quería exponer en esta ciudad", confiesa, quien solicitó a la propia gobernadora, Claudia Sheinbaum, un espacio para exponer.

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Los comunicados de carabineros se exhiben con dibujos de la cantante en el museo mexicano.[/caption]

Además, desliza que su padre es pintor, aunque más ligado a la academia, una influencia de la que rápido se desmarca. Dice que tiene un taller donde va a pintar, que siempre ha cargado una maleta con pinceles, que va registrando algunos rostros y miradas entre las giras, que en Estados Unidos quería más estar entre colores que sobre un escenario. Pero de pintura no le gusta hablar, ni siquiera en la inauguración de su primera exhibición, con tres estilos consecutivos: tinta negra, brocha expresionista y dibujo a color. De sus maestros, de sus clases, poco y nada, apenas citando tutoriales en "la bendita internet" y confesando que "nunca estudié pintura, ni estudié nada, estudiar es aún una posibilidad muy difícil en mi país".

La segunda de tres salas es oscura, pequeña, directa. Toda negra, exhibe una bandera chilena en luto, apenas unos trazos, y una pálida estrella solitaria. A un costado, una pantalla con videos de la dictadura, al otro una segunda proyección, esta vez con imágenes del 2020. "La libertad de expresión es lo que defiendo en toda mi obra. El arte está para eso, para que uno diga lo que siente, lo que piensa. No tiene que ser necesariamente correcto", dice la cantante.

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La reciente visita a Chile tuvo de todo, con triunfo y proclama política en Viña, hace menos de un mes, aunque ella lo mira ya como algo archivado.

-¿Cómo fue estar en un Chile tan activo?

-Creo que en todo Chile, luego del estallido, cada quien se tuvo que replantear su propia existencia. Para mí fue algo muy intenso, que saqué afuera pintando.

En un espacio hay una serie de ocho piezas, titulada Los Pacos y realizada sobre el comunicado con que Carabineros pidió que la Fiscalía la citara a declarar por sus dichos contra la institución.

"Me llegó el citatorio de la policía chilena a declarar por una entrevista, lo que me pareció un absurdo. Imprimí la citación y me puse a dibujarle monos, a jugar un rato", cuenta. "(Además) se desestimó por la Fiscalía, no había fundamentos", dice encogiéndose de hombros.

Luego, sigue mostrando sus cuadros, los que pintó en silencio y hoy son parte de su actual aprendizaje.