En los años 60, Fernando Cuadra descubrió creativamente la realidad. El dramaturgo que había escrito obras poéticas o de rasgos costumbristas comenzó retratar problemas de connotación social, en un estilo cercano al neorrealismo. “Mis obras siempre están basadas en hechos verídicos. Me surto constantemente de la realidad; investigo, planifico. La niña en la palomera, por ejemplo, surgió de una crónica roja: un sonado caso de una adolescente que había sido engañada por un hombre, casado, escondida en un altillo”, decía en una entrevista de 1975.

Estrenada en 1966 en el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica, La niña en la palomera recogía los sueños frustrados de una colegiala en un ambiente empobrecido, opresivo y violento. Fernando Cuadra ambientó la obra en Estación Central, el barrio en el que abriría su escuela Teatro La Casa en los 80 y la sala La Palomera en los 90, ambos ya desaparecidos, y donde murió este domingo, en su hogar, acompañado de familiares.

Nacido en diciembre de 1925, en Rancagua, el dramaturgo falleció de “causas naturales”, según cuenta su sobrino nieto, Daniel Pardo. Fue él quien dio a conocer discretamente la noticia en redes sociales ayer, luego del funeral en el Parque del Sendero.

“Nosotros seguimos sus decisiones, lo conversamos días antes”, dice Daniel Pardo, actor formado en La Casa. “El quería estar con su familia, de manera reservada. Todo fue con mucha paz”, añade.

Parte de la notable generación de dramaturgos que integraron Alejandro Sieveking, Egon Wolff e Isidora Aguirre, que trabajaron al alero de los teatros universitarios, Fernando Cuadra fue autor de una obra extensa, en cuyos mejores títulos resuenan las asperezas de la vida y la desigualdades sociales. La familia de Marta Mardones, Con el sol en las redes y la mencionada La niña en la palomera se cuentan entre ellas.

“Con la partida de Fernando Cuadra, recordamos también a un contundente ciclo generacional de reconocidos dramaturgos y dramaturgas del país”, anotó en Twitter la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, quien destacó “su extensa trayectoria en el teatro y en el mundo académico”.

Tras el cierre del teatro y la escuela La Casa en 2011, por motivos económicos, Cuadra se radicó en Cartagena, balneario al que viajaba hace 30 años. En la ciudad que también escogieron Vicente Huidobro y Adolfo Couve, el dramaturgo estrechó lazos con la comunidad, participó en la fundación de la Corporación Cultural y mantenía una vida intelectual activa. Tras un robo sufrido el año pasado, había regresado a Santiago con su familia.

“Al irse de aquí comenzó a morir un poco”, dice su amigo y vecino en la V Región, Salvador Barra, “porque aquí tenía mucha gente que lo apreciaba y con la cual conversaba y compartía. El viernes hablamos por teléfono y me dictó algunas ideas para un artículo de la revista Carta Nuestra, de la Corporación Cultural, que él dirigía”.

Fernando Cuadra en Cartagena, en 2013.

Miembro de la Academia de Bellas Artes, Cuadra fue postulado al Premio Nacional de las Artes de la Representación por la comunidad de Cartagena, sin éxito. “Quedamos con una deuda con Fernando”, dice Salvador Barra. “Además, en el juicio público él muchas veces fue mal entendido”, agrega, en referencia a su paso como decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile entre 1983 y 1986. Eventualmente, su participación en la universidad controlada por los militares ensombreció su trabajo teatral.

La despedida

Formado como profesor de literatura y filosofía en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, Fernando Cuadra concilió dos vocaciones: el teatro y la docencia. Fue profesor en el Internado Nacional Barros Arana, así como en la Universidad Católica de Valparaíso y en la Universidad de Chile. Aquí dirigió la Escuela de Teatro y ejerció como decano.

El director del Teatro La Memoria, Alfredo Castro, fue alumno del dramaturgo en esa época y guarda un recuerdo especial de un episodio doloroso: en 1975, él y otros actores que participaban de un montaje del Teatro Nacional fueron suspendidos por un fiscal militar, luego de convocar a una huelga contra la discriminación de un alumno. Castro fue separado por tres meses. “Yo sé que hay gente que lo detesta porque estuvo a cargo de la escuela durante la dictadura, pero todos los que estuvimos en el juicio recibimos un gesto enorme, porque nos dijo ‘váyanse, cumplan lo que dice el juicio y vuelvan’. Y volvimos y no hubo ningún problema. Entonces yo estoy súper agradecido de él por ese gesto”.

Desde Cartagena, el propio Cuadra enfrentó estas animadversiones en entrevista con La Tercera. “Yo pude gobernar los años que fui decano con una libertad cuidadosa y manejé la facultad con el sentido de que perdurara”, dijo.

El actor y músico Jorge Yáñez compartió con Cuadra en la Corporación Cultural de Cartagena. “Era muy simpático y muy inteligente. Teníamos conversaciones muy lúcidas, su muerte fue un golpe fuerte”, dice.

Entre marzo y diciembre, disfrutaba de “crepúsculos muy lindos y silencio” en el balneario, decía. En 2015, próximo a cumplir 90 años, emprendió su último gran proyecto: escribió y protagonizó el monólogo Mientras tanto, sobre un dramaturgo mayor que se enfrenta a la soledad y al ocaso. Lo presentó en el Teatro Nacional Chileno. Fue su despedida de la actuación, y en el proceso confirmó la vocación de su vida, como decía días antes del estreno: “He descubierto en este regreso que el escenario es mi patria chica. Me siento cómodo, me siento feliz”.

Fernando Cuadra, en el escenario del Teatro Nacional Chileno, en 2015. Foto de Elio Frugone Piña - @fototeatro