Rolling Stone
“Otro Apocalipsis, otra faceta de Bob Dylan. El hombre realmente sabe cómo elegir sus momentos. Dylan brillantemente encontró el tiempo perfecto para su obra maestra para un verano en el que la lluvia dura cae sobre la nación: una plaga, una cuarentena, acción revolucionaria en las calles, ciudades en llamas, teléfonos fuera de control. (...) Como tantas otras canciones de la última década que hablan de este país (...) es una letanía de preciados mitos e íconos nacionales que se desmoronan. Pero para Dylan, la única visión de Estados Unidos que todavía tiene sentido es un remolino de canciones medio recordadas en el dial de la radio, mucho después de la medianoche. Mientras Dylan se acerca a los 80 años, su vitalidad creativa sigue sorprendiendo y es un poco aterradora. (Enciendan una vela por el fallecido Leonard Cohen: él ya no es quien ostenta la corona por el mejor álbum creado por un artista de 79 años). Dylan nunca se queda en un mismo lugar por mucho tiempo; Diablos! se necesitó una pandemia para que pausara su tour Never Ending. Pero él se niega a descansar en su leyenda. Mientras el mundo sigue intentando celebrarlo como una institución, inmovilizarlo, ingresarlo al canon de los Premios Nobel, y embalsamar su pasado; el vagabundo sigue escapando. En Rough and Rowdy Ways, Dylan está explorando terreno que nadie más ha alcanzado antes, y sigue mirando hacia el futuro”, escribió Rob Sheffield.
The Guardian
“Estas son áreas musicales en las que Dylan ha trabajado por años. Lo que diferencia Rowdy Ways de Tempest o Modern Times, es la consistencia de la composición; no hay nada aquí que suene como mero relleno, nada que no recuerde a casa. (...) Probablemente este no sea el comunicado más reconfortante para publicar en medio de una pandemia global, pero el hombre detrás rara vez ha intentado transmitir calma. Además, tampoco importa. A pesar de toda su desolación, Rough and Rowdy Ways bien podría ser la colección de canciones más consistente y brillante de Bob Dylan en años: aquellos intransigente pueden pasar meses intentando descifrar las letras, pero no es necesario un doctorado en Dylanología para apreciar su poder y singularidad”, resumió Alexis Petridis, quien tituló su reseña como “Un testimonio de su eterna grandeza”.
NME
“¿Áspero? (Rough) Tal vez, pero ciertamente tiene la calidez y lustre de lo casero e íntimo. Y ¿ruidoso? (rowdy) Dylan de seguro ha sido más ruidoso. Incluso su más reciente álbum -el celebrado disco de 2012, Tempest- uno de los tantos discos del siglo XXI de Dylan y considerado su logro coronado de los últimos años de su carrera, hasta ahora. Confía en un cierto boogie de corral, jump blues, country rock y ragtime swing para contar sus historias del antigua y extraño Estados Unidos, Lennon y la tragedia del Titanic. (...) Con Rough And Rowdy Way se mueve más allá de las frivolidades trad-rock como ímpetu, melodía, coro, incluso los ritmos en su lugar. En vez de ello, él requiere de su banda telas suaves y simples, tejidas en gran parte por un país espiritual, lustroso, del sur del blues o del gótico americano, a menudo se asemeja a atmósferas cerradas y tradicionalmente estructuradas en lugar de canciones, sobre las cuales puede proyectar sus extensas visiones literarias de muerte, degradación y los horrores de la historia. (...) Dylan es famoso por sus alegorías poéticas y letras alusivas, pero la amplitud cultural y alcances históricos que saca en Rough And Rowdy Ways, de seguro lo hacen su Ulises, sobre todo porque se destruiría Wikipedia al intentar descifrarlo completamente”, analizó Mark Beaumont.
Variety
“En gran parte del satisfactorio Rough and Rowdy Ways (que toma su título prestado de un viejo Jimmie Rodgers), Dylan aplica el mismo freestyle lírico que ha usado desde “Love and theft” de 2001, el momento en el que parece haber decidido, probablemente presintiendo, que el siglo XXI sería mejor servirlo como una suerte de trastorno disociativo articular. Ahora, tal como en ese trabajo pivotal, hace que las canciones sean tan confusas como emocionantes. Qué logro es tener 79 años y alcanzar nuevos niveles de elusividad -fascinante elusividad- mientras su misterioso tren se acerca cada vez más a la estación. (...) En un solo trabajo musical, Dylan destila una vasta y duradera sensación de exploración, mientras alguien descubre no solo los vínculos entre Kennedy y sus asesinos, también entre King James y Etta James, Beethoven y Warren Zevon, y finalmente, en la última línea, sus dos fuentes favoritas, Shakespeare y el Gospel. Al final, casi puedes imaginar a Dylan convirtiéndose, contra todo pronóstico: en nuestro mejor conector de puntos”, concluyó Chris Willman.
Pitchfork
“Resulta en un maravilloso y meticuloso disco. Las letras son impactantes, lo suficientemente densas para inspirar un currículum, suficientemente ingeniosas para citarlas como proverbios. Tocada por la banda con la que sale de gira, con apariciones discretas de Fiona Apple y Blake Mills, la música es una presencia fantasmagórica. Su sonido es raído e hipnótico, horneado por un pequeño coro e instrumentos acústicos, un giro brusco de las estridentes recreaciones blues del siglo XXI. (...) Estamos acostumbrados a ver a Dylan desde la distancia, en verso o en código, en algún lugar fuera de nuestro alcance. Ahora, él nos pide que lo imaginemos como un niño en Minnesota, escuchando la radio e imaginando cómo podría ser su futuro. En su forma tranquila, Rough and Rowdy Ways es otra invitación. (...) Tomen su palabra y es una mano extendida, una oportunidad de ver el mundo a través de sus ojos antes que se desmorone. La vista es hermosa, incluso mejor, es real y es nuestra”, redactó Sam Sodomsky.
The New York Times
“Las nuevas canciones de Dylan son para bien o para mal, una tormenta de alusiones: títulos de canciones y músicos, figuras históricas y personajes de películas, autores y pistas de citas. Dylan construye un panteón cultural y, por una vez, se aloja en él. (...) De todo lo que ha visto y cantado, en Rough and Rowdy Ways Dylan se niega a sentar cabeza, o ser cualquier cosa parecida a un anciano estadista. Él ve la inminente muerte, pero todavía está en el combate”, anotó Jon Pareles.
The New Yorker
“El gran volumen de escritura sobre su vida y música sugiere un arco completo, lo que hace que sea fácil suponer que no queda nada útil, interesante o pertinente que decir. Sin embargo, para mí, la comprensión vasta e interseccional de Dylan del mito estadounidense se siente muy clara y singularmente relevante para la severidad y magnitud de estos últimos meses. A medida que el país intenta metabolizar el asesinato de George Floyd, también intenta conectar con cada asesinato retorcido, brutal, odioso o injusto de una persona negra, para comprender un ciclo que comenzó hace siglos y que de alguna manera continúa a ritmo constante. ¿Qué es el racismo estadounidense? Es todo, Dylan insiste. Indiana Jones y J.F.K. y Elvis Presley y Jimmy Reed: nada existe sin el resto. Ninguno de nosotros está absuelto, y ninguno de nosotros está a salvo”, apuntó Amanda Petrusich.