Tres incendios en 21 días terminaron por cambiar el destino del Museo Violeta Parra, ubicado en Avenida Vicuña Mackenna a pasos de Plaza Italia. Ocurrieron en pleno verano, cuando el estallido social que se venía registrando desde octubre parecía amainar. Primero llegó el siniestro del viernes 7 de febrero, pasadas las 20 horas y cuando un grupo de manifestantes entró al recinto. Hicieron rayados en el interior, provocaron el fuego que destruyó la fachada y también de una parte importante del interior de la estructura diseñada por el arquitecto Cristián Undurraga. Luego, el viernes 28 y el sábado 29 de febrero, se concretaron dos ataques incendiarios más.

Mientras la investigación policial aún sigue su curso, la temperatura de los ánimos dentro de la familia de Violeta Parra ha subido considerablemente. Ya el 9 de febrero pasado, tras el primer incendio, Isabel Parra manifestó a La Tercera su desacuerdo con la manera en que se había manejado el Museo Violeta Parra hasta ese momento. También fue precisa al decir que no esperaba que las cosas siguieran como antes. Es más, dio a entender que simplemente no seguirían.

“Hay una directora (Cecilia García Huidobro) con la que no coincidimos en la forma en que había que poner a Violeta Parra dentro de esta crisis”, dijo en ese momento. Luego habló de replantear todo: “Esto, definitivamente, no va a seguir como antes. Aquí hay punto final y hay que hacer otra cosa”. Un día después de estas palabras, la propia Cecilia García-Huidobro prefirió bajar el perfil a la controversia y manifestó que no había que “personalizar” los ataques. También negó que existiera un quiebre con Isabel Parra y aseguró: “La institución permanece”.

A cuatro meses de este cortocircuito, la hija mayor de Violeta Parra volvió a la carga con declaraciones bastante controvertidas a la revista El Sábado. “No vamos a reconstruir el museo por miles de razones. Ese museo fue destruido. La intención que nosotros tenemos como fundación es seguir mostrando la creación de la Violeta, pero de otra manera”, sostuvo en la entrevista del fin de semana.

Las razones de fondo de Isabel Parra, quien donó las obras al museo junto a su fallecido hermano Angel Parra (1943-2017), tienen que ver con lo que ella ha denominado la “falta de compromiso social” del Museo Violeta Parra durante las movilizaciones. Al respecto citó al Centro Cultural GAM como ejemplo de lo contrario (“se la jugó a muerte con el estallido social”) y dijo que preferiría una manera más “simple” y al mismo tiempo “creativa” de dar a conocer la obra de su madre.

Incluso llegó a decir que las funciones del museo se habían distorsionado al punto de ofrecer “talleres para hacer terremotos (el trago) o sopaipaillas”. Hay que constatar que la jefa de colecciones y patrimonio de la institución criticada por Isabel Parra es su propia hija Milena Rojas Cereceda.

La respuesta del directorio

Inaugurado el 4 de octubre del 2015, en Av. Vicuña Mackenna 37, muy cerca de la embajada de Argentina, el museo contenía 48 obras visuales de Violeta Parra, de las que 23 estaban en exhibición permanente. Además había grabaciones, instrumentos y fotografías repartidos en dos salas de exposición de 1.330 metros cuadrados. Todo este patrimonio fue resguardado y trasladado a otro sitio a fines de año pasado, en medio de la contingencia del estallido social.

El edificio fue construido por el arquitecto Cristián Undurraga, responsable de proyectos como las Plazas de la Constitución y Ciudadanía, entre otras obras. Después de los incendios de febrero, la construcción quedó visiblemente dañada e Isabel Parra ha dicho que cualquier nuevo museo debería funcionar en otra parte.

Aunque hasta la noche del lunes, el directorio del Museo Violeta Parra no emitía declaraciones oficiales sobre las palabras de la cantautora, la presidenta del directorio sí lo hizo. “En general, quiero decir que comprendo a Isabel Parra, pero ha sido injusta y todo se ha desenvuelto de forma unilateral”, manifestó la cantante lírica Carmen Luisa Letelier (1939), quien encabeza un directorio donde Isabel Parra ocupa la vicepresidencia.

La contralto y Premio Nacional de Música 2010 también salió al paso de las críticas de la artista con respecto a la eventual falta de compromiso social del museo. “Es mentira. Durante todos estos años hemos tenidos miles de actividades. Por supuesto que después de los hechos de fines del año pasado en Chile debimos comenzar a obrar de otra manera, pero ahí fue cuando empezó todo nuestro trabajo a través de muestras online”, comentó.

Sobre la oposición de la hija mayor de Violeta Parra a la reconstrucción del edificio, el arquitecto Cristián Undurraga sostuvo a La Tercera: “Hay un momento en que los arquitectos, liberados de la responsabilidad de la obra, hacemos entrega de ella y adquiere independencia y vida propia. Por cierto siempre queda algo, pero las obras no son tus hijos. Las obras son producto de un trabajo colectivo”.

A pesar de la postura de la vicepresidenta del directorio del museo y de su aprehensión por lo costoso de una reconstrucción, la normativa legal dice otra cosa. Eso es lo que argumenta el musicólogo Juan Pablo González, también parte del directorio en representación del mundo de la cultura: “Esto es una institución del Estado de Chile. Tiene glosa estatal, el edificio está asegurado, hay seguros comprometidos y con eso se puede reconstruir. No significa un gasto extra”.

Ante el cierre o la eventual reconstrucción, la ministra de las Culturas Consuelo Valdés dijo a este diario: “La ley establece claramente que cualquier decisión con respecto al museo y su emplazamiento corresponde al directorio de la Fundación Museo Violeta Parra, considerando su condición de persona jurídica de derecho privado. Es este órgano autónomo el que puede modificar sus estatutos, como asimismo, su disolución si así lo estima pertinente”.

Pero más allá de las leyes, todos los consultados dicen comprender la las razones detrás de las palabras de Isabel Parra, quien ha dedicado su vida a resguardar el legado de la cantautora más importante de Chile. Quizás Juan Pablo González lo resuma mejor así: “Es heroico lo que ha hecho la Isabel preservando la obra plástica de la Violeta para tenerla a disposición de la gente. Entiendo y comparto su congoja”.

Si los museos “viven en la medida que están conectados con sus comunidades”, como dice la ministra Valdés, “Violeta está viva y más presente que nunca en el imaginario nacional”. Pero tras el estallido y en medio de una pandemia sin precedentes, una parte importante de su legado no tiene domicilio conocido.