Unos veranos atrás Juan Ignacio Sabatini se encontró con un artículo de prensa que revisitaba una historia feroz: el asesinato de Alice Meyer en diciembre de 1985 a sus 24 años, un caso que consternó en la época y que con el paso del tiempo no encontró culpables, implicando tesis opuestas entre policías, cambios de jueces, pruebas contradictorias y el telón de fondo de la dictadura.
Esa misma trama sumó otra vuelta el miércoles de la semana pasada, con la muerte del empresario Mario Santander Infante (65), investigado como presunto responsable en el homicidio de la joven de ascendencia alemana, razón por la que estuvo 19 meses en prisión preventiva en los años 80. Su aparente suicidio trajo de regreso un caso que en la justicia el ministro en visita Mario Carroza reabrió en 2014, sin hallar resultados.
“Cómo se fue dando la investigación creo que tiene todos los componentes que un buen thriller policial con trasfondo político, inspirado en hechos reales, pueda desear”, indica Sabatini, director de otras series con ecos en la realidad, como Los archivos del cardenal y Zamudio, perdidos en la noche.
El cineasta reconoce la nueva arista, pero afirma que su interés en trasladar a la ficción la historia de Meyer trasciende los posibles vuelcos en torno al crimen. El año pasado el proyecto recibió el respaldo de Corfo para continuar su desarrollo, mientras que recientemente se alió con el productor Pablo Díaz para lograr concretar su realización. “Ha sido importante tener todo este tiempo para ir madurando el proyecto”, dice Sabatini sobre los últimos progresos en cuarentena.
“Me pareció un contenido con una posibilidad de internacionalización súper potente. Es un policial, un género muy en boga, y además tiene la posibilidad de meter talento extranjero, alemán, de manera muy orgánica”, señala Díaz, principal cabeza de DDRio, detallando la salida global que desean darle a la miniserie, hoy planificada para contar con cuatro episodios escritos por Enrique Videla y Paula del Fierro (La jauría) y con el nombre Alice.
“Este proyecto entró hace un tiempo ya en el circuito de las distribuidoras y plataformas internacionales que están evaluando, pero con el que estamos más avanzados es con nuestro potencial coproductor internacional”, explica Díaz.
Adquiriendo la forma de un policial, Sabatini especifica que el protagonista es un juez inspirado en el magistrado Fernando Soto, removido del caso cuando la defensa de Santander alegó prevaricación, provocando que quedara a cargo la ministra en visita Raquel Camposano, quien le concedió la libertad a Santander tras el pago de una fianza de 100 mil pesos.
La dupla detrás del proyecto subraya que la historia toma como referencia lo que sucedió, pero con distancia. “El hecho de estar inspirados en la realidad nos permite movernos con mayor libertad desde la ficción para construir las tramas y los personajes de la historia”, define Sabatini. En ese sentido, ilustra con la serie que estrenó en 2018 en Mega: “En esencia es muy parecido a lo de la primera temporada de La cacería, sobre Alto Hospicio pero son personajes ficticios”.
“Me parece interesante mirar el thriller en esta oportunidad desde el juez, muy en el estilo de The people vs. O. J. Simpson. Abandonar a los policías y más bien construirlo desde el aparato judicial, donde hay mucho que explorar y profundizar”, apunta el realizador de Ojos rojos.
“Es un juez que había armado el puzzle del caso y en extrañas circunstancias es obligado a abandonarlo. Eso da para mucho y está en la serie. También hay pugnas entre ambas policías”, complementa Díaz, parte del elenco y productor asociado de Matar a Pinochet, la película que actualmente está finalizando Sabatini, basada en el libro Los fusileros.
Ese filme, junto con la ficción que ubica como punto de partida a Meyer, es parte de una colaboración de proyectos entre las productoras de ambos, DDRio y Villano (también de Juan Pablo Sallato), que incluye otros títulos en desarrollo: la serie Magnicidio, inspirada en la muerte de Eduardo Frei Montalva, y el segundo ciclo de La cacería, ambas postulando hoy al fondo CNTV. “Alice está corriendo por otro callejón”, advierte Sabatini.
“Estamos convencidos de que para hacer ficción de buena calidad desde un país lejano del primer mundo, como Chile, hay que sumar fuerzas. De lo contrario, es muy difícil. Ese fue el espíritu”, asegura Díaz.