La Ley: 30 años de lados transparentes

La Ley
La Ley. FONDO HISTORICO - CDI COPESA

Sólo 500 copias se editaron de Desiertos, el primer título de La Ley con su elenco clásico, publicado el 24 de julio de 1990. Los orígenes, la llegada de Beto Cuevas, las drogas, el quiebre con el mánager Carlos Fonseca y las posibilidades de una reunión. Los primeros años de la banda en el relato de sus protagonistas.


Luciano Rojas: “Entré a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile en 1984 y ahí nos hicimos amigos con Andrés Bobe. Armamos un montón de grupos. El más concreto fue Paraíso Perdido. Luego me invitan a La Banda del Pequeño Vicio y lo llevé. En la última etapa de ese proyecto él comienza a trabajar con Rodrigo Aboitiz y se une Shia Arbulú, del grupo Nadie, hasta que ella regresa a España. Fue ahí cuando Andrés me invita a participar de La Ley. Se incorporó Iván Delgado y al final Mauricio Clavería como baterista”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “Andrés tocó guitarra en Aparato Raro. El grupo empezó a fallar, armamos un proyecto y se nos juntó Carlos Fonseca que sugiere a Shia. Hicimos un maxisingle de seis canciones y de ahí se nos ocurrió el nombre La Ley. Shia se va y yo parto a estudiar a Los Ángeles, donde conocí a Humberto Gatica y un montón de gente, pero no me hallé. Me junté con Andrés de nuevo y seguimos, pero ya como una banda grande. Ahí llega “Perrín”, Mauricio Clavería. En un principio no integra el grupo, porque tocaba en otras bandas y empezamos a buscar cantante. Entró Iván y ahí nace el disco Desiertos”.

Mauricio Clavería: “Estaba tocando en Reñaca un verano y ellos tocaban en el local del frente. Nos encontramos fumando un cigarro, los conocía, intercambiamos teléfonos y fui a una audición. Me parece que habían probado con Raúl Aliaga, de Congreso, y a Eduardo Topelberg, pero era muy doble bombo y no pegaba, porque esto era con secuencias. Ellos venían con ese bichito tecnológico y me encantó. Delgado me dijo ‘aquí eres el baterista, nosotros somos la banda y no vas a salir en la carátula’. Venía entrando. Qué le iba a decir”.

Alejandro Sanfuentes: “Primero fui mánager de Electrodomésticos, después de Upa! De ahí me fui a Italia a poner música en cruceros. Volví a Chile a buscar músicos, porque pagaban muy bien. Hablé con Mauricio Clavería, pero me dice que estaba en un proyecto en pañales sin vocalista y que les ayudaba Carlos Fonseca. Me acerqué a Carlos, tuvimos muy buena química. Él estaba full con Los Prisioneros y me incorporó”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “Grabamos con el “Chico” López en los estudios Horizonte. Teníamos el disco entero y cuando le tocó cantar a Iván cachamos que, más que desafinado, era destemplado. Estábamos tan metidos en nuestras partes y arreglos que no escuchamos la voz. Además, que también había carrete y hueveo, aunque trabajamos harto ensayando todos los días. Iván era muy talentoso y poco reconocido. También era medio pastel, entonces, claro, a veces no funcionaban las dos cosas. Pero en este caso fue por algo técnico. Nos juntamos en el Tavelli a decirle que no podía seguir porque no cantaba. Éramos muy amigos y nos sentimos mal, pero esto era algo profesional. Nos pusimos a buscar cantante”.

Luciano Rojas: “Probamos a Luz Croxatto. Lo hizo bastante bien y casi queda”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “Me acuerdo que pasó el hermano de mi mujer, Hugo Román, luego Luz Croxatto. Hicimos una canción para la película Hay algo ahí afuera, de Pepe Maldonado. Nos gustó, pero creo que nos gustaba la mina”.

Alejandro Sanfuentes: “La casa de Andrés era un semillero. Ahí conocí a Javiera Contador de chiquitita. Estaba todavía la idea de lo que había sido Shia Arbulú. Surgieron dos alternativas que le gustaban a Andrés: Luz Croxatto y Soledad Guerrero”.

Luz Croxatto: “Éramos chicos, libres e indocumentados y yo era joven, bonita y no cantaba mal. Fue idea de Alejandro Sanfuentes, porque estábamos haciendo Hay algo allá afuera y buscaban un tema. Hubo casting de voces femeninas y yo iba quedando. De repente aparece Beto Cuevas, que además de cantar increíble era una belleza. Todos miramos a Alejandro como diciendo ‘este es’. Tenía una onda increíble y le pegaba una patá en la raja a cualquiera, pero Sanfuentes estaba obsesionado con la idea de una banda pop con una pareja cantando”.

Javiera Contador: “Mis abuelos tenían una casa grande en Puente Alto y Andrés ensayaba ahí. Primero tocó con La Banda del Pequeño Vicio y mi abuela nos hacía mandar cartas a un programa por el grupo del tipo de sombrero, que era Andrés. Después llegaron los chicos de Nadie, la Javi Parra, hartos músicos. Me quebraba en el colegio porque había bandas que sonaban y yo decía ‘fueron a mi casa’. Con La Ley ya más profesional empezaron a ensayar en otras partes, porque el lugar no resistía. También me acuerdo de algunos conciertos en El Café del Cerro, cuando recién partió el Beto. Un mundo muy entretenido todo lo de Andrés”.

Alejandro Sanfuentes: “Bobe era el motor del grupo. Había vivido en Europa y tenía una cabeza más avanzada de referentes con su papá exiliado que había sido piloto de Salvador Allende. Esos referentes marcaron una tendencia para ser únicos. La Ley nunca miró mucho para el lado”.

Mauricio Clavería: “Hay varias versiones sobre la llegada de Beto. Mi primera esposa estudiaba producción de cine y llegó la hermana de Beto de Canadá a estudiar y se hicieron amigas. Fue varias veces a mi casa y dijo que tenía un hermano que cantaba súper bien, pero que no había estado en ninguna banda, y que venía a Chile. Les comenté a los chicos. Pero creo que Bobe también sabía de él”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “No había cantado profesionalmente y era fan de Elvis. Al principio muy tímido, pero se adaptó. Incluso, hicimos un par de canciones con él”.

Alejandro Sanfuentes: “El Beto hizo el primer flyer de La Ley, nos ayudó con el logo, pero todavía no cantaba en La Ley. Andrés le preguntó ‘¿tú cantái?’. Y Beto dijo ‘en la ducha a veces me creo Simon Le Bon’”.

Beto Cuevas: “No fue exactamente así. Entré a una audición presentado por Mauricio. Lo que sí pasó, y de hecho Alejandro estaba, es que cuando terminó el ensayo sentí que fue malísima mi audición y ellos no decían mucho. De hecho, nunca me dijeron ‘eres oficialmente el cantante’, sino que seguí yendo a los ensayos y empezamos a hacer música. Lo que sí pasó fue que después de esa audición les dije ‘de cualquier forma les ofrezco mis servicios como diseñador gráfico y puedo hacer portadas’”.

Luciano Rojas: “Él no era músico, pero tenía buena facha, cantaba bien y teníamos muchas similitudes en los gustos musicales”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “El Beto es súper fachoso, eso también era un motivo. Aunque no hubiera cantado lo hubiéramos hecho cantar”.

Beto Cuevas: “Mi experiencia musical era sólo lo que escuchaba, The Smiths, Depeche Mode, Duran Duran, Simple Minds. De manera muy temeraria empecé a escribir melodías y letras y eventualmente empecé a hacer canciones con Andrés. Él fue bien visionario y me dio la confianza, porque mis otros compañeros siempre me remarcaban que yo no era músico, sino cantante”.

Luciano Rojas: “Grabamos en los estudios Horizonte y tuvimos que conectar dos consolas de 16 pistas en diferentes habitaciones”.

Beto Cuevas: “Yo cantaba muy nasal en un principio y se nota en Desiertos. Después me presentaron a Ricardo Álvarez, el coach de Miriam Hernández. No me trató de cambiar el estilo, sino que me dijo ‘ese eres tú y te voy a enseñar la técnica para que puedas proyectar tu voz con potencia y sin dañarte’.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “Un día estábamos grabando en la noche para ahorrar plata y mandamos a mi hermano a comprar copete en un auto de Mauricio. En un cruce siguió como si tuviera preferencia. Venía un auto y chocaron, un accidente grande. El otro tipo era Tomás Hirsch. Quedó la cagá”.

Beto Cuevas: “En situaciones de fiesta no enganchaba mucho. De hecho, cometí pecados imperdonables, como soplar la cosa. Me daba mucha lata el nivel intelectual en esos estados. No se decía nada realmente inteligente, nada constructivo. Todas las promesas, el amor que se profesaban, los proyectos, todo desaparecía al otro día con la caña”.

Mauricio Clavería: “Disfruté muchísimo esa noche santiaguina. Parte de ser músicos también es eso, si no qué fome”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “Éramos un grupo emergente y la atención la tenían Los Prisioneros. ¿Qué pasó? Fonseca contrató a Sanfuentes para que se hiciera cargo nuestro. Nos empezó a ir bien y hablamos de salirse de Fusión. Pero en ese periodo me fui, porque mi mamá se enferma de cáncer y caí peor en el carrete y las drogas”.

Luciano Rojas: “El proyecto daba para más pero éramos los hermanos chicos de Los Prisioneros. Sanfuentes nos dice que está consciente de eso y qué opinamos si tomamos un camino independiente”.

Beto Cuevas: “Alejandro dijo ‘si quieren soy su mánager y vamos a conquistar el mundo’. Le creímos y tuvo la razón. En respuesta a nuestra traición entre comillas, Carlos no sacó más copias de Desiertos”.

Mauricio Clavería: “La Ley no era su prioridad. Su pasión son Los Prisioneros. Hizo la gestión para grabar este disco y lo agradezco. Pero Sanfuentes llegó y dijo ‘voy a rentar una oficina y vamos a hacer todo nosotros’. Los años siguientes fueron solamente de éxito para La Ley”.

Alejandro Sanfuentes: “Se me estigmatiza con que me llevé a La Ley, pero esa es la versión de Fonseca. Yo no podía competir con Fusión. No tenía plata, no tenía nada que ofrecerles, y ellos fueron a mi casa a decir ‘creemos que contigo va a funcionar’, y renuncian a Fusión. Carlos es muy visceral y lo vio como ‘este huevón te cagó’”.

Beto Cuevas: “Cuando estábamos en la última etapa de La Ley recibí una propuesta de Fonseca, porque soy el dueño de la marca La Ley. Propuso sacar Desiertos y un show multitudinario con la formación original. Y me dijo ‘qué te parece si mantenemos los porcentajes de la época, 50% para ustedes, 50 para mí’. Le dije ‘muchas gracias, Carlos, hablamos en otro momento’. Nada que hacer con una persona que plantea los negocios así”.

Luciano Rojas: “Fonseca nos escribió un mail para reeditar este trabajo y que hiciéramos un único concierto. Estuvo todo el mundo de acuerdo, excepto Alberto Cuevas. Ha demostrado sistemáticamente su negación al reconocimiento de sus compañeros”.

Beto Cuevas: “Posibilidades de reunión quién sabe. No hay mucha onda, porque las últimas veces que he escuchado hablar a mis compañeros sobre La Ley, y de mí en particular, no han sido cosas gratas. Eso cierra puertas. Pienso que lo que hizo La Ley ya está”.

Alejandro Sanfuentes: “Las heridas están abiertas y veo difícil la cicatrización. Creo que el ideal de todos sería estar haciendo La Ley de nuevo. El grupo reunido es un proyecto económico importante, pero no creo que lleguen a un punto artístico si el pasto de la cancha está tan enmalezado”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz: “¿Si me gustaría una reunión? Sí”.

Mauricio Clavería: “No sé si La Ley cuando terminó fue de la mejor forma. Vivo lejos, soy docente, hago simposios, trabajo para marcas de instrumentos. Limar asperezas es un trabajo. No sé lo que depara el futuro, pero también sé dónde no tengo que volver”.

Carlos Fonseca no atendió llamados ni consultas para este artículo.

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