Apenas la contactaron, la escritora María Luisa Bombal decidió hacerse cargo de la polémica del momento. En agosto de 1976, en las páginas de Las Últimas Noticias, se reprodujo un cable en que se afirmaba que “el escritor argentino Jorge Luis Borges y varios colegas [como Victoria Ocampo o Juana de Ibarbourou] pidieron al Gobierno de Chile que conceda pensión económica” a la autora de La Amortajada.

Cuando le fueron a preguntar, la escritora fue fiel a su estilo. Directa e intensa, negó que ella quisiera solicitar algún dinero de parte de las autoridades de la dictadura militar que gobernaba el país por entonces. “Jamás he pedido un centavo del gobierno de Chile”. Para ella el asunto se trataba, más bien, de una confusión.

Todo tenía que ver con la cercanía de Bombal con el autor de El Aleph, a quien conocía desde los años en que residió en el país trasandino a fines de la década de 1930. Ella interpretaba las palabras citadas en el diario como parte de la campaña levantada por algunos de sus allegados en favor suyo, a fin de obtener el Premio Nacional de Literatura. Éste tenía asociado una pensión de gracia.

“Pienso que interpretó mi postulación al Premio Nacional de Literatura, relacionándolo con que de él se deriva, o sea, la pensión vitalicia a quienes lo obtienen -explicó a LUN el 8 de agosto de ese año-. A la distancia es explicable que no se entienda bien lo que este significa”.

María Luisa Bombal y Jorge Luis Borges

La autora, por entonces de 66 años, llevaba poco más de tres años de regreso en Chile tras residir buena parte de su adultez entre Buenos Aires, París y Estados Unidos. El matutino señala que en esos días su situación económica era precaria -era viuda y tenía solo una hija-, por lo que el dinero del premio, además de un reconocimiento a su carrera -debido a las críticas por su breve producción-, podía serle de ayuda.

“¿Que si me gustaría recibir el galardón?¡por supuesto que sí! No puedo negarlo”, señaló Bombal en la misma entrevista. Aunque a renglón seguido, aclaró. “No me interesa el dinero sino el honor que implica para los agraciados con él”.

Una solución

Establecido en 1942, el Premio Nacional de Literatura respondió a una inquietud planteada desde la Sociedad de Escritores de Chile de crear un mecanismo de apoyo estatal a los autores, debido a la difícil situación económica en que muchos se encontraban durante su adultez tardía. El galardón fue establecido en la Ley 7368, promulgada el 9 de noviembre de 1942, el que fijó el premio en un monto de 300.000 pesos de la época. El primer beneficiado fue el escritor Augusto d’Halmar.

Finalmente, a María Luisa Bombal -que en algún momento manifestó su simpatía por el régimen militar- se le concedió en 1978 una pensión de gracia, mediante el Decreto Ley 2.130 del 19 de enero. Lo firmaban los comandantes en jefe de las FF.AA, integrantes de la Junta Militar de gobierno, es decir, el general Augusto Pinochet, el almirante José Toribio Merino, el general del aire Gustavo Leigh y el director general de Carabineros, César Mendoza.

El documento estableció un aporte monetario “equivalente a doce sueldos vitales mensuales de la Región Metropolitana de Santiago”. Se trataba de un beneficio que entonces era concedido por la Junta mediante una comisión, a “las personas que hubieren prestado servicios distinguidos o realizado actos especialmente meritorios en beneficio importante del país, más allá de su personal deber”.

En noviembre de 1979, otro Decreto Ley (2.942), le concedió a Bombal un aumento en su pensión, de los doce a viente sueldos vitales. No fue el único caso, pues en 1985, el actor Juan Pérez Berrocal solicitó al mismísimo General Augusto Pinochet el aumento de su pensión de gracia, lo que consiguió según detalla La Nación del 3 de julio de ese año. “Estaba recibiendo muy poquita plata”, explicó al periódico.

Por su lado, la autora de La Última Niebla tuvo poco tiempo para disfrutar su aumento, pues murió en mayo de 1980. Nunca ganó el anhelado Premio Nacional de Literatura.

María Luisa Bombal en Las Últimas Noticias. 8 de agosto de 1976.

Si bien, la pensión de gracia era un mecanismo que ya existía desde el siglo XIX -regulado a través de los partidos políticos con presencia en el Congreso para sus militantes-. fue en enero de 1970, bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva en que se estableció -reforma constitucional mediante- que la entrega del beneficio era potestad exclusiva del primer mandatario. De allí a que el régimen militar delegara en la Junta el poder para conceder el beneficio.

Otros artistas beneficiados con pensiones de gracia en su momento fueron escritores como Braulio Arenas y Sara Vial (quien comentó a La Estrella de Valparaíso que por esos días vivía solo con una pensión de 170.000 pesos); los músicos y compositores Jaime Atria (el autor de “La Consentida”), Pablo Garrido, y Peter Rock (quien padecía de esclerosis lateral amiotrófica).; los actores José Bohr, Juan Pérez Berrocal, Eugenio Retes (el popular “Verdejo”) y Luis Rojas Muller, entre muchos otros.

Hasta hoy, la situación laboral de los trabajadores de las artes en Chile es de alta precariedad. Una presentación del Sindicato de Actores y Actrices de Chile (Sidarte), institución que habitualmente gestiona apoyos de pensiones de gracia para sus socios de mayor edad, contiene datos reveladores: un 42,8% de los trabajos de los intérpretes se realizan sin contrato de por medio, y un 52,4% de estos no cotiza en el sistema de pensiones.

Respecto a los Premios Nacionales, en la actualidad estos se rigen por las reformas introducidas mediante DFL en septiembre de 1992, el que estableció la periodicidad de los premios, los jurados, los mecanismos de postulación y los galardones, como la pensión vitalicia.