No sé si les pasa que recuerdan el momento exacto en que llegaron a una serie y acabaron por seguirla adictivamente hasta el final.

Ocurre, más por curiosidad que por azar u otro asunto, que siempre conecto con las series que veré de cabo a rabo no en el primer capítulo. Me pasa, quiero creer que es así, que la magia ocurre en alguna escena que atrapa mi interés por completo y me lleva a una búsqueda desesperada del S01E01.

Pienso en el plano a contrapicado del avión sobrevolando Albuquerque mientras Walter White observa con letargo la piscina del hogar que acabará perdiendo en Breaking bad.

O cuando, en medio de la selva surrealista de Lost, John Locke encuentra la escotilla subterránea. O el piedrazo a la cámara de seguridad en The Wire.

Eso pensaba leyendo El pasaje (2010, Umbriel), de Justin Cronin (novela que regalamos entre nuestros lectores), un libro de corte fantástico y sci-fi que sustenta su historia con una fórmula que ha dado réditos a buena parte de la televisión seriada: el misterio a largo plazo. Ya hablaremos de esto más adelante.

The Passage, la nueva serie de Fox, es el retrato de unos sobrevivientes enfrentados a la realidad de haber perdido el pasado. Gira alrededor de un proyecto científico para encontrar la cura de las enfermedades sin control, pero sabemos que jugar a ser Dios sale mal.

Y en este caso, muy mal. Tan mal como una plaga zombie.

La solución —¿he dicho solución?— parece recaer en una pequeña niña a la que todos —gobierno, científicos, la conspiración— quieren secuestrar.

Pero hay un personaje que no la quiere secuestrar, y que, por el contrario, la adopta y termina protegiéndola: el agente Brad Wolgast (Mark-Paul Gosselaar, o el Zack Morris de Salvados por la campana), que acabará por dejarlos solos.

O escapando de todos, que no es lo mismo, en algo así como una odisea a través de un mundo surcado por los sueños más oscuros del ser humano.

La próxima Lost

The Passage es una de las grandes promesas para 2019 en el apartado series. ¿Por qué? Hay, por así decirlo, un asunto de fórmulas. El regreso al manoseado género de la ciencia ficción.

Las comparaciones son odiosas, sí. Pero —valga la aclaración— lo difícil no es calcar la fórmula, sino repetir el éxito. Veamos.

En los 90 fue X-Files. En los 2000, Lost. En la década actual, donde decenas de intentos han pasado a mejor vida —un saludo para Manifest, Flashforward y los adefesios de J. J. Abrams: Person of Interest y Alcatraz—, The Walking Dead lleva la delantera, aunque The Passage podría ser, por qué no, el siguiente eslabón.

¿En serio? ¿De qué trata? Habría que poner una voz en off convincente y decir algo como:

Producida por Ridley Scott. De los creadores de Calle Cloverfield 10. Basada en la novela de Justin Cronin. Un hombre. Una niña. Experimentos científicos. Una conspiración del gobierno. Zombies.

Niña y agente deciden huir en un viaje lleno de peligros. Después de todo, el proyecto científico —la solución a las enfermedades de la humanidad que hablaba al comienzo—, acaba por ser el problema y podría terminar con toda la raza humana.

¿Algo más? Sí. La novela tiene el seal of approval de Stephen King:

Si lees quince páginas, quedarás cautivado; si lees treinta, caerás prisionero y ya no podrás parar de leer hasta altas horas de la madrugada. Tiene la nitidez que solo pueden lograr las obras épicas de la fantasía y la imaginación. ¿Qué más puedo decir? Lo siguiente: lee este libro y el mundo cotidiano desaparecerá.

Hablaba al comienzo del misterio a largo plazo para referirme a una tendencia. Esa que va a contrapelo de los capítulos autoconcluyentes y las series del caso —médico, policial— que se resuelven al final de cada episodio.

Si es capaz de mantener el misterio y alejarse de sus referentes —la presencia de Henry Ian Cusick, Desmond Hume en Lost, puede ser clave en este punto— y, por supuesto, de construir historias interesantes, The Passage, el viaje de escape de Brad Wolgast y Amy Bellafonte (Saniyya Sidney), debiera encabezar las listas y resúmenes de fin de año.