El pasado jueves 27 de agosto Donald Trump cerró la jornada de la Convención Republicana que ratificaba su postulación a la reelección como Presidente de Estados Unidos. Todo se desarrolló con normalidad -según lo que se espera del evento-, pero un detalle llamó la atención.
Las palabras de cierre de Trump fueron seguidas por “Hallelujah” -canción original de Leonard Cohen- en una interpretación de Tori Kelly, la que fue reproducida no una, sino dos veces.
Los fans del cantautor canadiense estaban disgustados con el uso de aquella canción mientras en el cielo los fuegos artificiales deletreaban TRUMP y 2020.
Algunos usuarios de las redes sociales exigieron que Kelly explicara el uso de la canción o bien que desautorizara a Trump. Kelly recurrió a Twitter: “Viendo mensajes sobre mi versión de ‘Hallelujah’... Todo lo que sé es que ni yo ni mi equipo hemos recibido una solicitud”, dijo desmarcándose de Trump en un mensaje posteriormente borrado, pero que fue registrado por Variety.
Otros fanáticos, en tanto, en vez de expresar indignación señalaron la ironía de usar esa canción -que habla de una ruptura amorosa- en un acto de campaña hipernacionalista, o del hecho que su autor haya fallecido y no pueda exigir cese de uso de su obra.
Ahora, el confundir el sentido de la canción con la religión o la esperanza no es algo nuevo, más desde que la banda sonora de Shrek y el cover de Jeff Buckley la popularizaron.