La vida bajo tierra: los semisótanos de Parasite que abundan en Corea del Sur
La película de Bong Joon-ho —disponible en Netflix— revela la realidad detrás de los banjihas, como se conoce a estas viviendas subterráneas que tienen un costo de US$ 453 mensuales.
La película Parasite, del director Bong Joon-ho, además de transformarse en un éxito cinematográfico develó la dura realidad de los surcoreanos que viven en semisótanos o más conocidos como banjihas que se han transformado en la “respuesta asequible” ante la escasez de viviendas y los altos precios de arriendos en Seúl.
El olor a humedad, la falta de luz solar, el estrecho espacio y las inundaciones que vive la vivienda de la familia Kim, protagonistas del filme de reciente estreno en Netflix, reflejan los problemas diarios de miles de familias y jóvenes.
La capital de Corea del Sur alberga a casi 10 millones de habitantes. Debido a su rápida expansión la ciudad fue quedando sin espacio lo que generó una crisis de vivienda en los años 80. Al menos una década antes, el gobierno de Seúl modificó los códigos de construcción para que todos los edificios de departamentos tuvieran sótanos que sirvieran como búnkers en caso de un ataque proveniente de Corea del Norte que generara una emergencia nacional.
A pesar de que en un inicio era ilegal arrendar estos “semidepartamentos”, la ciudad, en un intento por resolver el problema de la vivienda, permitió la legalización de estos hogares subterráneos. Según la cadena BBC, el promedio de sueldo de los jóvenes en Seúl es de US$ 1.679, por ello el pago de US$ 453 mensuales por un semisótano se convierte para muchos en la única alternativa al momento de buscar un lugar para vivir.
Inundaciones y falta de viviendas
Sin embargo, aunque logran cubrir la falta de un techo, el problema de fondo no se resuelve. Muchos de los habitantes de los banjihas no solo enfrentan las dificultades de vivir “bajo tierra” (no poder estar totalmente erguidos en su domicilio, la falta de privacidad —ya que las pocas ventanas dan a la calle—, la escasa ventilación y la ausencia de duchas en varios semisótanos por el reducido espacio), sino que además deben enfrentar estigmas sociales.
Una de las escenas de Parasite que transmite la desigualdad social es la de la lluvia, que muestra las realidades paralelas de las familias protagonistas. Mientras los Park viven en una espaciosa y lujosa casa donde se alegran por las precipitaciones, para los Kim significa la amenaza de perder sus cosas por las inevitables inundaciones que se dan en temporadas de monzones en verano.
Según el Korean Times, Seúl decidió restringir los edificios con banjiha después del récord de inundaciones residenciales alcanzado en 2010, cuando 12.500 hogares quedaron cubiertos con agua. De ellos más de 9.000 eran semisótanos. En ese momento, las autoridades cifraron en alrededor de 350 mil los departamentos subterráneos —cerca del 69% construido antes de 1992—, que ocupaban un 10,7% de la vivienda total.
La dificultad para encontrar viviendas afecta principalmente a los jóvenes. Es la llamada generación Sampo, quienes ante la presión social por ser exitosos han duplicado las cifras de depresión y adicción al trabajo, evitando casarse y tener hijos. A esto se suman las trabas que representa el “único” método surcoreano de arriendo conocido como Jeonse, donde el inquilino paga un gran depósito de entre el 25% a 75% del valor de la propiedad, que se le devuelve cuando abandona la vivienda. Por lo general, los contratos duran dos años.
Por esto, el gobierno metropolitano de Seúl se comprometió en 2018 a generar 240 mil unidades de vivienda públicas para 2022. De estas, 46 mil serán compradas por compañías privadas que mantendrían un arriendo bajo para jóvenes recién casados, en un nuevo intento por aumentar las cifras de natalidad que alcanzaron un nuevo mínimo en 2018 con “0,98 o menos de un bebé por mujer”.
En una columna publicada en el Korean Times, el economista Jeffrey I. Kim señaló que “la desigualdad de los activos puede ser peor debido al aumento de los precios de los departamentos. Parte de la búsqueda de rentas ha sido perseguida desproporcionadamente por los graduados de estas universidades. Esta es una de las enfermedades sociales típicas en Corea del Sur”.
El diario South China Morning Post sostiene que uno de los barrios más pobres de Seúl es Changsin, que es muy parecido al de la familia Kim de Parasite. Tiene la mayor cantidad de banjihas, que actualmente “representan el 2% de todos los tipos de viviendas del país”. A pesar de que es una cifra baja, los semisótanos registran entre el 80% y 90% de todas las inundaciones residenciales.
Sin embargo, en los últimos años los millennials han optado por los denominados Gosiwon, pequeñas habitaciones de alrededor de 3,5 metros cuadrados en casas compartidas con hasta 40 personas, donde las piezas más grandes son divididas por “paredes delgadas y puertas improvisadas”. El gobierno surcoreano sostiene que hay al menos 12 mil gosiwon en todo el país, de ellos cerca de 7.000 están en Seúl.
Originalmente, estos lugares fueron diseñados para evitar que los estudiantes tuvieran distracciones en épocas de exámenes, pero ante la imposibilidad de muchos para pagar el depósito de arriendo se transformaon en su único hogar. Estos espacios son arrendados mensualmente por US$ 252 con cocina compartida. Si la habitación tiene una ventana y un baño privado el valor aumenta a US$ 420. En 2017, según la red de noticias Corea Herald, al menos 1,3 millones de coreanos vivían en gosiwon, sótanos o casas improvisadas en los entrepisos.
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