Con el cuerpo aún agarrotado por las diez horas de viaje en una destartalada furgoneta desde Liverpool, la mañana de año nuevo de 1962, mientras el mundo se reponía de los festejos, los Beatles entraron a los estudios de la compañía Decca, en el norte de Londres, para grabar una audición de prueba. Era la gran oportunidad para grabar de forma profesional y quizás, obtener algún jugoso contrato discográfico.
Comprendiendo lo que se jugaban esa mañana, a los cuatro integrantes del grupo se los comió la tensión. Peor aún, en las pocas horas del nuevo año, nada parecía salir bien. No solo debieron sortear un viaje difícil desde su ciudad natal, el que se alargó porque su conductor, el roadie Neill Aspinall, extravió la ruta. Además, el ejecutivo que les había agendado la sesión, Mike Smith, llegó atrasado a causa de los festejos de Año Nuevo y apenas vio sus viejos equipos, les ordenó que usaran los del estudio.
Como pudieron, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Pete Best -quien en agosto de ese año fue reemplazado por Ringo Starr-, se instalaron y comenzaron a tocar. Acelerados, nerviosos y tensos, despacharon una a una, las 15 canciones del set escogido por el mánager Brian Epstein. La mayoría eran temas que la banda pulió a punta de botellazos y anfetaminas, durante las extensas noches en Hamburgo tocando para marineros ebrios.
Y aunque finalmente no fueron seleccionados -una decisión que siempre fue cuestionada, pero que en rigor se basó por la preferencia hacia un grupo londinense-, la sesión dejó un detalle para la posteridad. En el repertorio se permitieron una decisión excéntrica para la época: incluir canciones escritas por los dos chicos líderes. Así, colaron en el set “Like dreamers do” y “Love of the Loved”, de Paul, y “Hello Little Girl”, de John.
Esta última tenía un valor simbólico. Fue la primera canción compuesta por Lennon, en 1957, al poco tiempo de conocer a Paul durante una fiesta en la iglesia de St.Peter, en Woolton. Aunque con los años, descolló como compositor, en esos días se trataba de un interés muy incipiente, que rayaba en el delirio. “En Inglaterra en la primera época del rock and roll, y en todo un siglo antes, escribir canciones estaba considerado un arte poco menos que mágico”, explica el biógrafo de Lennon, Phillip Norman en su volumen dedicado al músico.
“Paul sabía tocar la guitarra, la trompeta y el piano”, rememora Lennon en The Beatles Anthology. “Cuando nos conocimos, yo solo sabía tocar la armónica y dos acordes de guitarra”.
Fue la música del texano Buddy Holly, la que le entregó a la dupla el envión necesario para animarse a crear sus propias piezas,y quién sabe, llegar a emularlo algún día. La clave estaba en que tras escucharlo, parecía que cualquiera podía tomar una guitarra y componer. “Las canciones que escribía y grababa Holly se basaban en acordes reconocibles al instante, en re y en mi y en si en séptima, cambios y secuencias conocidos y reordenados para crear un clima y un estilo que hasta entonces no se habían sentido ni remotamente capaces de lograr”, explica Norman.
Por ello, lo comenzaron a imitar. Cada tarde, ambos se reunían, a menudo en la casa de Paul, y frente a frente, codo a codo, comenzaron a desarrollar sus primeros ejercicios. “Todas las canciones en las que colaboraban no eran sólo una expresión de su afinidad, del reflejo de uno en el espejo del otro, sino también de un ejercicio para ver quien quedaba mejor que el otro”, explica Norman. Aplicado, Paul registraba cada canción con su letra y secuencia de acordes, con el encabezado “Original de Lennon-McCartney”.
Camino al éxito
En rigor, fue Paul el primero en aventurarse a componer música apenas recibió su primera guitarra, una Zenith, tras cambiarla por una trompeta que había recibido de regalo. Para el momento en que conoció a John y se unió a su banda, los Quarrymen, ya tenía al menos una decena de temas, según Norman. Pero picaneado en su orgullo, Lennon -que entonces bordeaba los 17 años- comenzó a probar también. Así llegó hasta su primera canción. La tituló “Hello, Little Girl”.
Era una composición breve, que no llegaba a dos minutos, con una letra inocente, al estilo de las canciones populares de esos días. Tras una introducción en que se canta el título de la canción en armonías vocales, viene la línea “Cuando te veo todos los días digo mmm, hola niña”. Pop en terrones.
“Esa fue en realidad mi primera canción”, rememora John en el libro All We Are Saying (St. Martin’s Griffin, 2000). Además, franco, reconoció la inspiración. “Una canción de Thirties or Forties”, que se titula “It’s De-Lovely”, un viejo hit de 1936 compuesto por Cole Porter. La canción le resonaba por una canción en particular; su madre, Julia, solía cantarla.
Julia, una mujer jovial y melómana que solía comprar los éxitos del momento, fue la mentora de John. “Cuando tenía dieciséis años, mi madre me enseñó música -recuerda en el Anthology-. Primero me enseñó a tocar acordes de banjo (por eso en las primeras fotos del grupo estoy tocando acordes raros), y de ahí pasé a la guitarra”.
La canción se incorporó en el repertorio de los Quarrymen. Y se mantuvo incluso cuando estos se transformaron en The Beatles, en los primeros días de 1960. En esos días grabaron un demo, de mala calidad, con el acompañamiento de McCartney, Harrison y el bajista Stuart Stucliffe. Hay algunas líneas que están a medias y además suena una parte que luego no se incluyó en la versión que grabaron en Decca, mucho más pulida, con una introducción y final muy definidos.
En su libro Revolución en la Mente, el crítico Ian MacDonald sostiene que hubo una razón para incluir a “Hello Little Girl” en la sesión de prueba para Decca. “Por aquel entonces, era el tema más comercial del repertorio del grupo, y está cantada sin rastro alguno de acento norteño, seguramente para convencer a los ejecutivos de Decca de que los Beatles podían, si era necesario, encajar en el carácter dominante del pop sureño”.
Pero una vez que los Beatles se volvieron un fenómeno de ventas, hacia 1963, la habilidad de Lennon y McCartney como autores se valoró mucho más. Su apuesta por presentarse como compositores, había resultado precisamente por lo extraña. De allí que algunos productores y hasta músicos de otras bandas, les pidieran canciones. Era tirar y abrazarse, pensaban.
Salvo la toma registrada en la audición fallida para Decca, los Beatles nunca volvieron a grabar “Hello Little Girl” (ni las otras dos canciones de McCartney de ese día). Por ello, Lennon la cedió a otro conjunto de Liverpool que estaba probando fortuna; Gerry & The Pacemakers, quienes habían conseguido su primer éxito con una versión del tema “How do you do it?”, de Mitch Murray, que los Beatles se habían negado a lanzar por preferir sus propios temas. Y aunque los Pacemakers grabaron un demo, finalmente no les convenció y decidieron grabar otro cover del catálogo de Murray, “I like it”.
Pero hubo otra banda que sí decidió publicar una versión propia de la canción. Se llamaban The Fourmost. “Estaban ansiosos por tener un éxito y eran muy buenos amigos nuestros -recuerda McCartney en el libro Many Years from Now (Holt Paperbacks, 1998)-. Eran más un grupo de comedia, un acto de cabaret realmente muy divertido, y cuando se trataba de hacer un disco y ser serios en un programa de televisión, siempre se reían y reían. Siempre se estaban riendo tanto, era muy difícil para ellos. Simplemente no eran el tipo de tipos que iban a conseguir un gran éxito”.
Finalmente, en las voces de los Fourmost, llegó hasta el número 9 del UK Singles Chart en septiembre de 1963. Justo en esos días, los Beatles eran los nuevos favoritos de los adolescentes y dominaban las listas con una frenética canción firmada por Lennon y McCartney, compuesta codo a codo, “She Loves You”.