”No hay reglas ni un mapa trazado del camino para llegar al éxito. Y al igual que yo, esta generación está demostrando eso”, asegura Paloma Mami, probablemente la artista chilena que mejor ha encarnado los códigos, valores y velocidades bajo los que se rigen los nuevos talentos y la industria de la música popular en la actualidad.

Para Paloma Castillo, la fama y el reconocimiento llegaron hace casi exactos dos años, cuando tenía recién la mayoría de edad y apenas una canción rotando en las plataformas.

Un punto de inflexión en la vida y la carrera de la cantante nacida en Manhattan en 1999, en una familia de origen rancagüino, quien al tiempo que terminaba el cuarto medio decidía abandonar el programa de talentos Rojo -donde tuvo un paso tan fugaz como anecdótico- para apostar por su propio camino al estrellato.

La jugada funcionó y tuvo efectos inmediatos: mientras su sencillo “Not steady” comenzaba a escalar en las listas digitales de éxitos, Castillo volaba a Miami para firmar contrato con Sony Music Latin, la filial consagrada a las figuras pop de alcance continental del sello discográfico. De alguna manera, saltaba a las grandes ligas del mercado hispanohablante.

Un hito que no conseguía un artista local desde que Myriam Hernández hiciera lo propio en los 90, aunque con una gran diferencia: cuando lo logró, la voz de El hombre que yo amo ya tenía 10 años de trayectoria. Paloma Mami apenas tres meses.

Y mientras La Ley, Los Tres o Los Bunkers partieron a conquistar Latinoamérica con sus discos y radicándose en el extranjero, Mami casi no se movió de su casa ni menos despachó un cancionero más extenso.

Tras ello vino No te enamores -cuyo videoclip alcanzó más de un millón de reproducciones en YouTube durante sus primeras 24 horas en línea-, el inicio de una carrera profesional en la música, sus primeros shows y su ascenso inmediato a premiaciones y festivales masivos como el Lollapalooza santiaguino, donde en solo 20 minutos despachó la actuación más caótica y más vista en la historia de la señal virtual del evento.

“Siento que he cambiado y evolucionado tanto desde mis primeras canciones que ahora es cuando la gente se va a dar cuenta de que no tengo límites con lo que puedo hacer con mi música”, dice a Culto desde Puerto Rico, el lugar donde se instaló a inicios de la pandemia, desde donde lanzó dos nuevos singles (Goteo, For ya) y trabaja en sus próximos pasos, incluyendo el videoclip de QueLoQue, su reciente colaboración con Major Lazer, el popular proyecto de electrónica comandado por el DJ estadounidense Diplo.

Con 21 años y consolidada como el principal referente de la movida urbana chilena, la artista nacional más escuchada en el último año en Spotify, donde hoy tiene 4.4 millones de oyentes mensuales, avanza siguiendo su instinto -desde su entorno enfatizan que cada decisión de su carrera pasa estrictamente por ella- sin necesidad de ceñirse a los parámetros de una industria que cambió irremediablemente en los días en que ella nacía.

Y aunque para su meteórico ascenso no necesitó de grandes giras -el coronavirus abortó su salto a festivales clase A, como el Primavera Sound español- ni de un álbum publicado, la autora de Fingías ya tiene listo su primer disco, el que saldrá al mercado muy pronto.

“Es sumamente importante para mí, por eso me demoro tanto en sacarlo”, cuenta riendo. “Por primera vez tengo la oportunidad de expresar mi arte. Yo sé lo importante que es un disco para un fanático (a) o hasta para un crítico, entonces me tomo mi tiempo y me aseguro de poner mucho pensamiento y más que nada pasión en ello”, agrega.

-Al analizar lo que han sido estos dos últimos años, ¿cree estar en el comienzo de su carrera o en un punto de consolidación?

Me siento muy agradecida por lo que he podido lograr en estos dos últimos años, pero sin duda esto es el comienzo para mí. Tuve dos comienzos en realidad, uno donde mis fans y el público solo vieron un poco de mí, un “sneak peak”, donde estaba aprendiendo y observando la música. Y ahora también es mi nuevo comienzo, donde en verdad pueden ver lo que está dentro de mi cabeza, lo que siento. Aún sigo estudiando de esto y aprendiendo cada día.

-Cuando compone canciones, ¿en qué piensa? ¿En los algoritmos de Spotify, en lo que pretende mostrar en vivo?

Es muy relativo lo que pienso mientras compongo, en verdad, puede ser cualquier cosa. Desde una situación por la que he pasado hasta una pintura que he visto. Nunca pienso -y nunca lo haré- en nada de números ni de lo que va a pensar la gente.

-Hay otra verdad que su generación parece haber derribado: la de la competencia entre artistas mujeres. ¿Cree que es una realidad extinta o ha sentido esa presión?

Sí existió en algún momento en la industria, pero pienso que era porque había tan pocas mujeres que pensaban que tenía que haber solamente una, lo cual es obviamente ridículo. Hoy día, afortunadamente, somos muchas y hay espacio para muchas más.