Los enigmáticos diarios íntimos de John Lennon

John Lennon
John Lennon en el estudo durante las sesiones de Double Fantasy

Fueron una serie de cuadernos que escribió el británico durante los cinco años previos a su muerte, mientras vivió en el edificio Dakota, en Nueva York. Por ahora, solo se han revelado algunos intrigantes detalles de estas anotaciones que fueron robadas en 2006 y que estuvieron desaparecidas por más de una década.


La última vez que John Lennon escribió en su diario íntimo, fue en la mañana del 8 de diciembre de 1980, solo unas horas antes de su muerte. Eran algunas apreciaciones sobre la —última— sesión con la fotógrafa de la revista Rolling Stone, Annie Leibovitz, instancia en que retrató al exbeatle desnudo, en posición fetal, abrazando a su esposa Yoko Ono.

Cinco años antes de su muerte (1975), Lennon pasaba buena parte del día cuestionándose si suicidarse o no. Mientras tanto, su esposa Ono, cerca de la menopausia, ingería píldoras hormonales y cremas a base de placenta para aferrarse a su juventud.

Ella se encargaba de los negocios y familiares y, en paralelo, el exbeatle pasaba sus horas escribiendo en uno de los cuadernos que usaba como diario, haciendo anotaciones íntimas y consumiendo marihuana. Los días pasaban y “sigue fumando y escribiendo en sus diarios lo poco que le pasa en la vida y lo mucho que se le pasa por la cabeza”, relató el escritor Rodrigo Fresán en el artículo “Help!” para Página/12 (2000). “John Lennon como una suerte de Marcel Proust ahumado”.

John, su hijo Sean y Yoko

A la rutina de Lennon la invadía la monotonía: desayunaba, miraba televisión obsesivamente, dormía siestas y tenía episodios, desesperados, con la comida chatarra. En su diario, Lennon ocupa varias páginas en describir escenas sexuales reales e imaginadas, que parecieran ser síntoma de una relación de pareja algo distante tras el nacimiento de su hijo Sean.

También se deja entrever la fascinación que tenían Lennon y Ono por las creencias irracionales como la astrología, o la competencia interna con su excompañero Paul McCartney, quien gozaba de tanta (o más) fama que el autor de “Imagine”.Según el periodista Robert Rosen, en sus recuerdos tras leer esos diarios, también se podían encontrar ciertos elementos proféticos respecto a su propia muerte, la cual podía interpretarse de dos maneras: la primera, era que al igual que Jesús su final sería como el sacrificio para un fin mayor, convirtiendo a Lennon, con sus diarios, en autor de su propio evangelio. La segunda, era que estaba cansado de ser un exbeatle: el tedio y el aburrimiento surgían como motores inevitables para que ese fuera su desenlace fatal.

Yoko Ono, Lennon y McCartney

Un embutido de Jesús y Gandhi

Seis meses después de que Lennon fuera asesinado (mayo de 1981), Fred Seaman, quien había sido asistente personal del músico, visitó a su amigo y periodista, Robert Rosen. Le traía los diarios íntimos del difunto artista. Se los entregó. Ambos estaban colaborando para escribir la historia definitiva sobre los últimos años del músico en Nueva York, y ese material exclusivo sería clave para contar detalles que, hasta ese momento, eran de total desconocimiento público.

Durante cuatro meses, los diarios permanecieron cerrados en el departamento de Rosen, quien solo empezó a transcribirlos el miércoles de 21 de octubre. Fue un trabajo agotador al que se dedicó, sin pausas, hasta noviembre. Encontraba cada vez más anotaciones dentro de esos cuadernos, nunca acababan. Se levantaba a las 5 de la mañana a trabajar y, durante dieciséis horas, escribía sin parar, amparado en el consumo de café y anfetaminas. Las anotaciones del exbeatle estaban llenas de garabatos, códigos y símbolos que posiblemente solo el propio autor habría entendido con facilidad.

“A medida que transcribía, empecé a sentir lo que parecía ser la energía de Lennon fluyendo a través de mí”, cuenta el propio Rosen en la introducción de Nowhere Man: los últimos días de John Lennon (Mondadori, 2000).

Robert Rosen

El periodista fue desentrañando la mente del artista detrás de los mitos. En sus diarios, Lennon apuntaba cada detalle: sueños, conversaciones, lo que comía... eran como una extensión de su conciencia. “Y todo era una enorme contradicción”, recordó Rosen. “Aquí estaba un hombre que aspiraba a ser como Jesús y Ghandi, tanto como anhelaba dinero y placeres carnales”.

En enero de 1982, Yoko Ono despidió a Seaman, quien le aseguró a su amigo que el proyecto sobre Lennon seguía encaminado. Terminado el proceso de transcripciones, y a sugerencia de su compañero, Rosen decidió tomarse unas vacaciones.

Voló a Jamaica en febrero.

Tres semanas después, Rosen regresó a su departamento en Nueva York. Y le habían robado. Todo el material en que había estado trabajando frenéticamente se lo habían llevado, desde los diarios, pasando por las transcripciones hasta algunas fotografías. La puerta de entrada no parecía haber sido forzada.

Y solo Seaman tenía llaves. Ahí Rosen supo que todas las razones que “su amigo” le había dado para escribir esa biografía sobre Lennon (supuestamente era una última voluntad del artista británico), eran solo un montón de mentiras.

Rosen habló con un detective que dijo que sería muy difícil comprobar que había sido Seaman el que sustrajo el material. Pero el periodista, durante todo el periodo investigativo para la biografía, había escrito varios volúmenes paralelos de anotaciones sobre Lennon, los cuales contenían apuntes sobre los diarios del músico. Se puso en contacto con Yoko Ono y le entregó ese material, el cual resultó clave para que, en 1983, el exasistente del beatle fuese arrestado y confesara su culpabilidad.

Yoko-Ono-recuerda-a-John-Lennon-3
Ono

El periodista no volvió a tener acceso a los diarios del artista, pero los recuerdos que conservó le fueron útiles para escribir Nowhere Man: los últimos días de John Lennon.

La subasta que no fue

Los diarios volvieron al edificio Dakota, frente al Central Park, pero Ono no tomó ninguna medida especial para protegerlos, aun siendo un material tentador para cualquier hurto. Y, claro, la ocasión hizo al ladrón. Otra vez. Fue Koral Karsan, chofer de Ono, en 2006. Si bien él reconoció su culpabilidad y fue deportado a su país natal (Turquía), los diarios ya no estaban en su poder.

Se les perdió la pista por años.

En noviembre del 2017, la policía alemana recuperó alrededor de cien artículos pertenecientes al difunto artista, entre los que se encontraban tres diarios forrados en cuero, pertenecientes a los años 1975, 1979 y 1980 de Lennon.

Después de más de una década, el administrador de la casa de subastas alemana Auctionata, se puso en contacto con la familia Lennon Ono en julio. El administrador había encontrado los recuerdos físicos en el almacén de la compañía, quien aseguraba que los diarios íntimos del artista habían llegado a su tienda junto a otros elementos como unos pares de gafas y una partitura manuscrita del británico.

La policía confiscó los artículos de los subastadores dos semanas más tarde. La propia institución reunió antecedentes para determinar cómo habían llegado los diarios y los demás artículos a la casa de subastas en Berlín, capital de Alemania.

El frontis del Dakota el 9 de diciembre de 1980

Al parecer, las pertenencias de Lennon habían llegado desde Turquía y estaban desde el 2014 en poder de Auctionata, pero no estaban disponibles para ser vendidas, aunque ya tenían todo el contenido avaluado en 3,8 millones de dólares.

“Estaba muy emocionada (Yoko Ono) y notamos claramente lo mucho que estas cosas significan para ella y lo feliz que sería tenerlas de regreso”, dijo la fiscal alemana Susann Wettley, luego de que la viuda recibiera de vuelta los diarios íntimos de su esposo y, tras años de tribulaciones, retornaran a su lugar de origen para permanecer cerrados, en silencio, quién sabe hasta cuándo.

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