Juan Yarur: “Mi gran meta es que los artistas chilenos sean conocidos en el extranjero”
El presidente de Fundación AMA cuenta que 2020 fue un año en "modo papá" y agradece a todos los que le han dado una mano. “Me mueve el amor, y eso es lo que me ha funcionado con la gente”, dice.
Lo confesó en Instagram. “Estoy demasiado enamorado. Estoy como locamente perdido con mi hija”, declaró en diciembre Juan Yarur (1984), quien fue padre con Felipe Lecaros, su marido vía acuerdo de unión civil.
Y ese amor que invade al coleccionista de arte y presidente de la Fundación AMA emana cada vez que menciona a Cora, su hija de cinco meses, en conversación telefónica con Culto. Su voz se vuelve dulce y se ríe.
“El 2020, para mí, fue 100% el proceso de ser papá”, dice Juan Yarur. “Fue un año súper complejo, con la pandemia. Obvio que ahora con una niña recién nacida nos tenemos que cuidar mucho más de lo normal. Hemos estado súper bien, súper escondidos. Fue un año horrible, y al mismo tiempo ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida”, asegura.
-¿Cómo ha visto la realidad de los grandes museos, las galerías, las ferias y el coleccionismo, con la pandemia?
-Ha sido espantoso para todos. La gente obviamente está comprando menos, yo también. Los museos han tenido que cerrar o reducirse, las galerías han sido tremendamente afectadas, y los artistas por ende han sido mayormente afectados que las galerías. Para qué hablar de los artistas más jóvenes. Por lo que tengo entendido, se sigue vendiendo arte de un cierto nivel para arriba, de 100 mil o 150 mil dólares en adelante. Hablo de las galerías internacionales; las nacionales lamentablemente no sé.
Juan Yarur tenía 12 años cuando adquirió su primera obra: una pintura hiperrealista de Claudio Bravo. Ya adulto, inició su colección, con foco en arte chileno de los 90 y luego se fue ampliando hacia los años 70 y la actualidad, construyendo un acervo de unas 550 obras, que exhibió en el MAC en 2013. En paralelo, creó con un colaborador una beca y más tarde, en 2008, la Fundación AMA (FAMA), que hoy cumple un rol clave en la visualización de la creación plástica nacional.
-¿Cómo ha logrado seguir activa la Fundación AMA, en pandemia?
-Necesito agradecerle a María Alcalde, que es la persona que trabaja conmigo en la fundación, porque imagínate lo que ha sido este año para mí, yo he estado totalmente en mode papá, he mucho más focalizado en lo que ha sido el proceso de mi hija que en la fundación.
Hace algunos años, Yarur dejó de adquirir obras para su colección y dio un giro: ahora hace de puente: identifica obras chilenas que le interesan a un museo, las adquiere y se las dona.
Así, el mes pasado, la Fundación AMA donó una obra del estudio chileno de diseño gt2P al Cooper Museum de Nueva York, y ya se concretó la donación a la Tate Modern de Londres de una obra de Nicolás Franco, y otras de Francisco Copello están en etapa de promised gift. Ambas las prestaron para la muestra 1973 a Year in Art. Asimismo, están en proceso de otra donación para el Pompidou de París.
“Lo más importante para mí es que cuando vayas a un museo internacional veas artistas chilenos que sean más allá de los clásicos. Y como he estado en distintos board, sé que no es que no quieran comprar arte chileno, es que de repente no tienen todos los fondos que quisieran para eso y por eso cuando uno les ofrece algo, se entusiasman”, asegura.
“Busco asesores muy buenos, porque se sacan cosas mucho mejores que si yo sigo un capricho”
Miembro de los directorios del MoMA de Nueva York y la Tate de Londres, en 2019 Yarur fue elegido como uno de los 200 coleccionistas más importantes del mundo, y también uno de los 50 menores de 50 años más relevantes. “Cada vez que recibo un reconocimiento, yo no lo creo. Pienso que me están hueviando. Hay dos veces que he borrado los mails pensando que es spam. No puedo creer que me hayan elegido entre los 50 bajo 50 y en los 200 tenía gente al lado que yo admiro infinitamente”, comenta.
También son muy activos en los préstamos: Repollo y Martillo de Cecilia Vicuña está itinerando desde 2019; ya estuvo en Rotterdam, Ciudad de México y ahora va a Madrid, y el envío de Francisco Copello para The Crack Begin Within, en la Bienal de Berlín 2020, la realizaron la Fundación AMA y el Museo Nacional de Bellas Artes, espacio donde, hasta abril, están exhibidas en préstamo dos obras de Voluspa Jarpa que estuvieron en la edición 2019 de la Bienal de Berlín.
“Mi gran meta siempre fue hacer que los artistas chilenos fueran conocidos en el extranjero. Durante los 13 años de la fundación se puede ver claramente mis distintos intereses y gustos, que han ido cambiando. La investigación, la curatoría y la historia del arte fueron intereses que me crecieron mucho después”, reconoce Juan Yarur.
Dos proyectos actuales se destacan en esta línea. Se comprometieron a hacerle justicia a Chile en un monumental archivo de arte contemporáneo, que depende del Museo de Bellas Artes de Houston, el International Center for the Arts of the Americas (ICAA) que supera los diez mil documentos, con acceso gratuito. En junio pasado, FAMA entregó 40 valiosos documentos a ICAA, gracias a un estudio liderado por Sebastián Valenzuela, y ahora en febrero harán un nuevo aporte.
En paralelo, y con la conducción de Agustín Pérez Rubio, están desarrollando una completa investigación sobre Francisco Copello, pionero de la performance en nuestro país, y de cuya obra Juan Yarur adquirió cerca del 80%. Se producirán un libro y exposiciones en Santiago y Nueva York, y ya están en la etapa de edición de textos.
-¿Qué es lo que más le atrajo de la obra de Francisco Copello?
-No sé específicamente qué me pasó, ni qué me gustó, pero me movió demasiado este personaje, que su obra era increíble, que nunca se escribió tanto de él, que había ganado un montón de premios, y era conocido en un círculo pequeño. Cuando estaba en la casa de los familiares viendo la obra, estaba eligiendo lo que comprar, no sabía qué elegir, cada cosa que veía me gustaba más; me mostraban unos dibujos hechos en unos blocks, y me fascinaban, y después otros dibujos en un papel casi como de volantín, me iba impresionando más y más y más. Me encantó cómo dibujaba, me encantaban las fotografías, me gustó que se moviera en todas las formas, que no se quedó quieto en una sola.
Además, FAMA firmó una alianza con Marca Chile que Yarur califica como “atómica”: “Estoy demasiado feliz con eso, nos están ayudando un montón en la beca que estamos dando con Universidad de California, es una residencia en que cada artista da charlas, clases y seminarios, y deberían ir ahora en mayo Voluspa Jarpa y Pilar Quinteros”.
-En 2013, el Museo de Arte Contemporáneo exhibió su colección. Usted ha dicho que al ver la muestra sintió pánico, que fue como ir al sicólogo. ¿Qué sintió?
-Cada persona tiene una forma de coleccionar súper diferente; hay gente que colecciona un periodo, o solamente un artista o una forma. Mi caso, como es un gusto propio, y va variando según mis intereses y según lo que yo vaya aprendiendo o conociendo, refleja mucho lo que yo estoy viviendo, de una forma que yo no me había dado cuenta hasta que pude ver mi colección puesta entera. Me pasó en esa exposición que una persona que sí tenía ciertos estudios y qué sé yo, me empezó a hablar de mí como si me conociera. Fue increíble. No sé si pasará en todas las colecciones, porque hay gente que compra por otras razones. Lo mío es súper corporal.
-Usted siempre destaca que los especialistas con los que trabaja que tienen más estudios que usted, y que conversa con gente que sabe mucho. ¿Cómo vive su aprendizaje?
-Me pasan dos cosas. Una, que siempre he creído que cuando uno se cree la raja es el principio del fin. Y me pasa que, en el arte, como en muchas otras cosas, el saber es algo infinito, y de mi parte sería absurdo decir que yo sé mucho. A mí me apasiona, y me trato de mezclar con gente que sepa mucho y que sea la mejor en lo que hace. Y de ahí hacer proyectos que sean divertidos y que sean interesantes para todos. Por eso siempre busco asesores que sean muy buenos, porque se pueden sacar adelante cosas mucho mejores que si yo sigo un capricho.
-Ha dicho que Marilys Belt, la viuda de Juan Downey, que decidió venderle a usted Anaconda Map of Chile 1973, “se transformó en familia”. ¿Son cercanos?
-Bueno, uno de los nombres que le puse a mi hija, por la Iglesia, es Marilys, en honor de Marilys Belt. He tratado siempre de ser súper agradecido con la gente que me ha dado una mano. Y con ella tengo una relación muy especial, si me preguntas cuál es mi obra favorita evidentemente va ser esa de Juan Downey, por la historia que tiene, porque ella pudo haberme dicho que no, es una obra de los 70, o sea, imagínate toda la gente que quiso comprar esa obra entre que murió Juan y hoy día. Ella nunca la quiso soltar. Pero me dijo que sí, nos empezamos a hacer amigos y nos empezamos a transformar en esta relación súper familiar que yo la adoro. Trato de reconocer a la gente que me ha ayudado a estar donde estoy, porque yo no estoy donde estoy parado solo. No es todo gracias a mí, es gracias a que mucha gente en el camino me ha podido sostener la mano y hemos caminado juntos.
-¿Qué rol le asigna al cariño, a los afectos?
-A mí me mueve el amor, y eso es lo que me ha funcionado con la gente. No soy una persona que tiene master y que puede ser súper sabia, que te puede dar cátedra. Pero me han movido la pasión, el amor, me han movido cosas súper sentimentales, y me ha resultado bien y soy súper agradecido de eso también. Tampoco creo que lo he hecho tan mal al final del día.
-Pensando en su hija, cuando ya tenga visión con perspectiva, a los 5 o 6 años, ¿cuál de sus obras va a mostrarle primero?
-¡No de las mías, de las de ella! Antes de que naciera yo ya le regalé obras. Una de las cosas que le regalé al principio, pero al principio, es una de David LaChapelle que se llama This is my house. Son muchas casas muy iguales, y una casa que está como envuelta en un papel fucsia, y adelante hay una mujer de color con su hija vestida de fucsia. Básicamente, lo que me gustaría enseñarle con eso es que, pucha, hay muchas casas iguales al lado de nosotros y nosotros somos muy, muy, muy distintos, pero somos igual de divertidos que el resto.
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