Una serie basada en un popular libro de la novelista Kristin Hannah, reconocida como una de las escritoras más exitosas de Estados Unidos; una apuesta que funciona y ha encontrado su público sin inventar la rueda, además del regreso a la televisión de una de las actrices más reconocidas de la pantalla chica de los últimos años.
Son algunos de los elementos detrás del fenómeno de El baile de las luciérnagas, la nueva creación de la productora Maggie Friedman (Las brujas de East End), que relata las traiciones, tragedias y momentos felices de dos amigas inseparables que se conocieron en la adolescencia y conservan el vínculo más de tres décadas después.
Un drama que a sólo una semana de su estreno en Netflix ya se ubica como lo más visto entre los usuarios chilenos de la plataforma, desplazando a la serie de época Bridgerton, que hasta hace unos días ocupaba ese lugar.
La trama se inicia en el verano de 1974, cuando una joven Tully Hart, interpretada por Katherine Heigl -la recordada actriz de Grey’s anatomy y de diversas comedias románticas- se muda con su madre a un nuevo hogar ubicado en la calle luciérnaga (Firefly street), donde conoce Kate Mularkey (Sarah Chalke), que vive justo frente a su domicilio.
Ellas son las protagonistas de la historia y son mostradas como un dúo inseparable y bastante singular, a lo largo de diversas etapas de su vida, desde la adolescencia y sus años universitarios hasta el presente, cuando Hart –hoy conductora de TV- y Mularkey –una dueña de casa que quiere volver a la oficina- intentan sortear la crisis de los 40.
En la narración destacan los saltos temporales de la serie, que viajan hasta los años 70, 80 y 90, y permiten ver los inicios de sus personajes: Tully como lectora en el canal de noticias “KPOC”, donde da sus primeros pasos, y Kate, por otro lado, experimentando un divorcio y luego tomando la determinación de comenzar a trabajar nuevamente como escritora y productora.
Según diversas publicaciones especializadas, si bien la producción no es demasiado original e incluye varios elementos algo clichés, la química entre sus protagonistas parece cimentar el fenómeno de audiencia que protagoniza. Una apuesta por una historia de amistad sin condiciones y los desafíos a los que se ven enfrentadas dos mujeres, con alusiones a los problemas que enfrentaban hoy y ayer, como el no consentimiento sexual, la incorporación al trabajo tras la maternidad y la sororidad.
A esto se suma el retorno a las pantallas de Katherine Heigl, quien reaparece en televisión tras casi cuatro años –es también una de las productoras de la serie- convertida en una simpática mujer de cabello castaño.
Muchos recuerdan a Heigl desde su éxito como la doctora Izzie Stevens de Grey’s anatomy, donde estuvo seis temporadas. Al terminar esa etapa dio el salto definitivo al cine y llegó a ser considerada como la “nueva Julia Roberts” y la nueva reina del cine romántico de la década de 2010, gracias a sus roles en películas como Killers, con Ashton Kutcher en 2010, y Como la vida misma con Josh Duhamel, al año siguiente, además de la exitosa comedia Ligeramente embarazada (2007).
Pero su vida artística tuvo varias complicaciones a raíz de las acusaciones que sufrió por parte de colegas y compañeros de trabajo en distintas producciones, que la pintaron como una persona complicada, caprichosa y que iba siempre acompañada de su madre, quien exigía unos pagos muy altos por su trabajo. Por ello, su carrera se pausó varias veces y en los últimos tres años sumó solo breves apariciones en pantalla.
Una fuente cercana a la actriz declaró el año pasado a The Hollywood Reporter que “ella está realmente decidida a dejarlo todo atrás. Y la mejor manera para ello es volver a trabajar en cine y televisión con buenas personas que después tengan cosas buenas que decir de ella”. Algo que parece haber logrado con su nueva producción para Netflix.