El “Rey de Brooklyn” ya tiene su primer documental oficial en Netflix. Lo estrenó la plataforma –Chile incluido– este 1 de marzo, a una semana del aniversario número 24 de su muerte. La historia de Christopher Wallace, más conocido como “Biggie” Smalls o the Notorious B.I.G., líder del movimiento hiphopero de la zona este de Estados Unidos a fines del siglo pasado y uno de los raperos más icónicos de los 90s –además de la cara principal entre la guerra disputada entre Nueva York y California por ese entonces, o mejor dicho entre él mismo y Tupac Shakur-, comienza con su periodo de infancia.
Su madre, Violetta Wallace, emigró desde Jamaica buscando una mejor vida, aunque durante los veranos visitaba, junto al pequeño Chris, su tierra natal. Esto significó una herencia musical gigante en un niño que, años después, también sería un gigante. Tanto en lo anatómico como en lo artístico.
Viviendo en Brooklyn, un joven Biggie conoció a Donald Harrison, un vecino saxofonista que vivía cerca y que, además, había tocado junto a referentes como Miles Davis y Lena Horne. Harrison lo instruyó en la música y así fue como el futuro rapero comenzó a mostrar su interés por las rimas y la métrica.
El relato de Netflix muestra, a medida que avanzan los minutos, dos caminos que marcaron a Notorious en su adolescencia. Por un lado, la música rap que había descubierto gracias a un reproductor de CDs que le había regalado su madre. Y por otro, la vida del narcotráfico que se respiraba en todas las esquinas de su vecindario. Sin supervisión parental durante la mayor parte del día, a los 16 años Wallace comenzó a vender crack para ganar dinero, aunque nunca abandonó el hip hop.
Las palabras del mánager Sean Combs –conocido como Puff Daddy o Diddy– explican cómo fue el ingreso de Biggie a la industria musical. Luego de intentos, fracasos y despidos, ambos lograron llevar a cabo el primer proyecto discográfico del MC: “Ready to die”, el poderoso álbum debut de 1994. Con este LP Notorious se consagró como el número uno en Nueva York, que desde comienzos de los 90 había sido opacada en el género debido el éxito de exponentes californianos como Dr. Dre, Snoop Dogg, Eazy-E, además de Tupac Shakur.
Una revelación que llama bastante la atención del documental es la declaración de Diddy, quien admite que para Smalls una de las influencias más importantes al crear “Ready to die” fue Dr. Dre y su álbum –hoy un clásico- “The chronic”. En antiguas entrevistas, Dre explicaba que hacer un disco no era simplemente unir unas cuantas canciones, sino crear una experiencia única, parecida a la de una película, de inicio a fin. En el documental, Combs confirma que usaron esta misma fórmula, lo que se evidencia con el intro e interludios del álbum, muy similar al estilo californiano de Dre. La declaración significa mucho en el mundo del hip hop, debido a que el mánager de Notorious y el de Dr. Dre, Suge Knight, eran enemigos en el momento en que se lanzaron ambos proyectos y fueron los responsables de subir la temperatura y el calibre de la guerra entre el rap de las dos costas de EE.UU.
Sin duda, lo más importante y especial que trae el documental –incluso más importante que el trabajo investigativo de los productores– es el legado de D-Roc, antiguo amigo de Notorious que se dedicó durante años a grabar todo lo que ocurría en la vida del artista.
“Si una imagen vale más que mil palabras, me pregunté cuánto valdría un video”, sostiene D-Roc. Una amplia cantidad de cintas y material inédito de conciertos, grabaciones de estudio, entrevistas y, en general, de la vida del rapero, constituyen de gran manera el retrato audiovisual que evidencia la película y que hasta ahora no habían salido a la luz.
Sin embargo, todo este registro perteneciente a D-Roc y las declaraciones de familiares y amigos son lo único nuevo que ofrece el documental. Si bien los fanáticos del rap agradecerán una producción oficial sobre la historia de Notorious B.I.G, son muchos los capítulos de su vida que simplemente son dejados de lado. Lo bueno y también lo malo.
No se incluyen, por ejemplo, los premios que obtuvo el artista a lo largo de su carrera o sus colaboraciones más famosas (como “This time around”, junto a Michael Jackson). Tampoco se exponen las polémicas ni conflictos extramusicales de Biggie: la disputa contra la Costa Oeste, las acusaciones de maltrato por parte de su esposa o la controversia en torno a su exitoso sencillo “Who shot ya?” (“¿Quién te disparó?”), lanzada justo después de la balacera en Nueva York que terminó con su alguna vez amigo Tupac en el hospital.
Lo anterior deja sin conclusión varios episodios controversiales de la vida del rapero y una sensación de sesgo por parte de la producción y de la madre de Wallace, quien parece intentar –y quién podría culparla- dejar a su hijo como el “bueno de la película”. El hecho de que Violeta Wallace, junto a Diddy, fueran parte de la producción ejecutiva de la película –como ocurre en buena parte de las biografías musicales que se ven hoy en Netflix– explica varias de estas inquietudes.
En conclusión, una buena película para quienes pretenden aprender sobre la trayectoria de Notorious B.I.G, así como para los fanáticos del artista, pero tal vez no tanto para aquellos que busquen añadir información nueva a ese puzzle que fue la historia del rap en la década del 90, que en 1996 dejó a dos de sus más grandes exponentes, Biggie y Tupac, sin vida en menos con menos de seis meses de diferencia y sin ningún culpable de los delitos hasta la fecha.