El calendario marca que son 132 años desde que en un pueblo olvidado al interior del valle del Elqui vino al mundo Lucila Godoy Alcayaga, quien pasaría a la historia con su seudónimo de Gabriela Mistral. La efeméride este año tiene una particularidad, pues recibe el lanzamiento total de su Obra Reunida en ocho tomos, y que están disponibles tanto de manera digital como física.
Esta colección, iniciativa del ministerio de las Culturas y editada por Ediciones Biblioteca Nacional, no solo reúne sus clásicos de poesía (Tala, Lagar, Desolación, entre otros), sino también su trabajo en prosa y un epistolario. La gracia es que incluye material inédito.
Para reunir, catalogar y organizar esta colección se formó un grupo conformado por Jaime Quezada Ruiz, poeta y especialista en la obra de Gabriela Mistral; Magda Sepúlveda Eriz, académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile; Carlos Decap Fernández, editor y poeta; Gustavo Barrera Calderón, poeta, y Thomas Harris Espinosa, jefe de Ediciones Biblioteca Nacional.
Quezada, al teléfono con Culto, cuenta cómo se fraguó la idea. “Fui uno de los gestores que ha venido abogando por una reunión de las obras completas de nuestra Mistral desde hace muchos años. Se dio la oportunidad con el ministerio de las Culturas en 2018 y luego se formó la comisión para trabajar. Es un proyecto magno”.
“Empezamos a trabajar con la obra que teníamos más cercana, más a mano, la obra publicada” cuenta Quezada. Además, se echó mano al llamado Legado de Gabriela Mistral, la donación que realizó Doris Atkinson, albacea de la poeta, al Servicio Nacional del Patrimonio Cultural en el año 2007.
Prosa y poesía inédita
Sin embargo, lo complejo llegó con el trabajo en prosa de la Premio Nobel de Literatura 1945. “Son muchos artículos, o ‘recados’ que ella escribió, y que están en la prensa, en los periódicos, revistas de aquellos años, entre los ’30 y los ’50, en que ella colaboró con distintos diarios del continente”, señala Quezada. Cabe señalar que “recados” era el nombre con que Mistral solía designar a sus textos para periódicos del mundo.
En ese material en prosa, y que se encontraba disperso en libros y publicaciones varias, hay también muchos inéditos, que es el gran plus de esta Obra Reunida. Básicamente, artículos, textos sueltos, conferencias, cursos. “Había que revisar, cotejar un texto con otro porque habían varias versiones, para así quedarnos con la versión que nos parecía definitiva”, cuenta Jaime Quezada.
Magda Sepúlveda Eriz, académica de la UC, explica a Culto que esos textos en los medios no eran una casualidad en la vida de Gabriela Mistral. “Con estos artículos en los periódicos ella se ganaba la vida antes de obtener el Nobel. Hay que pensar que era una mujer que vivía de dar conferencias en diferentes universidades del mundo y de escribir para periódicos. De hecho, enviaba muchas cartas que tenían que ver con que por favor le dieran dinero por ciertos trabajos que hacía. Era una mujer que no tenía patrimonio, venía de la ruralidad”.
Estos textos en prosa tienen la particularidad de que tratan de muchos temas. “Son de las más diversas materias porque Gabriela Mistral tocó todo, como una reina Midas, que todo lo que tocaba lo convertía en escritura”, argumenta Quezada.
Por su lado, el poeta Gustavo Barrera señala a Culto: “Su prosa toca todos los temas que atravesaban el mundo en esa época, desde los conflictos políticos, las guerras, la infancia. Es interesante ver cómo analizaba con su ojo la sociedad moderna, ella tuvo una aproximación a esa incipiente globalización”.
Esta Obra Reunida también incluye poesía dispersa de la oriunda de Vicuña. “Aquella poesía que se publicó en revistas y publicaciones de la época pero que no está en sus libros. Había que reordenar estas materias por períodos. Fue un trabajo de hormiga, porque hubo que ser muy acucioso”, dice Quezada.
Incluso en los textos donados por Atkinson también hubo material que nunca se publicó y que hasta la fecha permanecía inédito. Quezada cuenta el respecto: “No se habían publicado en ningún libro, la mayor parte eran manuscritos. Había que ir revisando página por página”.
Una dificultad que los investigadores tuvieron a la hora de trabajar con la poesía de Mistral, fue que se encontraban con varias versiones. “En sus manuscritos va haciendo muchas correcciones, decidirse por una versión del poema fue muy difícil -cuenta Magda Sepúlveda-. Incluso, en sus publicaciones impresas que se encuentran en el Legado, la de Tala tiene partes tarjadas para ponerle otras cosas, la pregunta es ¿qué haces con eso?”.
¿Qué fue lo más complejo del trabajo? Jaime Quezada dice sin dudar: “La preparación del material en prosa fue lo que tuvimos más diligencia, para poder ordenarlo bien”.
“Lo más difícil fue tomar la decisión de no hacer una edición crítica, porque eso implica que vas anotando -dice por su lado Magda Sepúlveda-. Por ejemplo, si ella menciona un lugar, anotar dónde queda ese lugar. Si tienes una carta, quién es el personaje. Me gustaría que futuros investigadores se hicieran cargo de ediciones críticas”.
Para Gustavo Barrera, lo más pedregoso fue la cantidad ingente de material. “En un comienzo, nos propusimos hacer una obra completa, pero ya andando, en el camino, nos dimos cuenta que es tan extensa su obra, que hay 14 mil manuscritos en su Legado, el volumen de material y de artículos, los “recados”, que hacía imposible lograr incluirlo todo. Como un ejercicio de humildad tuvimos [que aceptar] que iba a haber una parte que iba a quedar fuera, y preferimos llamarla Obra Reunida”.
¿Y las cartas a Doris?
En el tomo 8, destacan las cartas que Gabriela Mistral solía mandar a diversas personalidades de su tiempo. A los presidentes Eduardo Frei Montalva y Pedro Aguirre Cerda; a políticos como Radomiro Tomic o Jacques Maritain; a escritores como Manuel Magallanes Moure, Carlos Silva Vildósola, Joaquín Edwards Bello. Pero hay un nombre ausente: Doris Dana. ¿Por qué?
Magda Sepúlveda responde: “Porque esas cartas están en dos libros que ha publicado Pedro Pablo Zegers y no quisimos repetirnos. Pero la observación es buena, y sí, llama la atención esa ausencia”.
Eso sí, Sepúlveda destaca que en el tomo hay misivas dirigidas a otras mujeres que también fueron amantes de la poeta, como la escultora Laura Rodig y la diplomática Palma Guillén. “Mistral sabía elegir muy bien a sus amantes, eso yo lo destacaría, porque siempre eligió mujeres muy inteligentes. Era una mujer seducida por la inteligencia”, añade.
“Eran tremendas mujeres, la Doris Dana era traductora de Thomas Mann y hacía guiones para TV”, agrega la académica de la UC.
Gustavo Barrera añade otro factor. “No fue una decisión especial, lo que pasa es que muchas de las cartas en que se habla con Palma Guillén se habla de la relación que tenía con Doris Dana. Su presencia está en otras cartas. No hay un asunto de edición o de dejarla afuera, todo lo contrario”.
“Quizás el tono de las cartas de Mistral con Doris Dana era muy personal y tocaba temas casi como en mensaje cifrado -añade Barrera-. Era mucho mejor ver esto en otras cartas donde se contaba la relación entre ellas”.
Los ocho volúmenes de la Obra Reunida pueden encontrarse gratuitamente en la web tanto en el sitio de Biblioteca Pública Digital como en el de Biblioteca Nacional Digital. Este punto es algo que la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, destaca a Culto: “Hoy podemos saldar con la memoria de Gabriela Mistral para enseñar su voz a todas las generaciones, especialmente en estos momentos, cuando las plataformas digitales se han convertido en nuestras principales aliadas para fomentar el acceso y la participación de la comunidad a las expresiones culturales”.
Desde su vereda, Gustavo Barrera subraya: “La Obra Reunida fue pensada siempre como una obra de divulgación, la idea es que pueda llegar a un público amplio, a la gente que no la ha leído en profundidad. Por eso, es destacable que además del libro físico está la versión digital de acceso gratuito”.
Además, los volúmenes impresos estarán disponibles a la venta en la librería de la Biblioteca Nacional una vez terminada la cuarentena, a un valor de 8 mil pesos cada uno.