Voces de mujer: el libro que narra en coro historias de abusos en Chile
La periodista Andrea Lagos acaba de lanzar, vía Aguilar, un libro que a través de los testimonios de varias mujeres, da cuenta de historias en torno al abuso sexual. La idea fue tomar voces de diversos sectores de la sociedad y organizarlos de manera parecida a un collage. Sobre el proceso, las dificultades y la tarea de enfrentarse a un material doloroso habló su autora con Culto.
Una idea le llegó a la periodista Andrea Lagos tras la exposición constante a los medios. Las noticias de femicidios, abusos y acosos contra las mujeres, y sobre todo las acusaciones en Hollywood contra el productor cinematográfico Harvey Weinstein (que dio origen al movimiento #MeToo) no la dejaron indiferente.
Fue la explosión del mayo feminista del 2018, con las protestas y tomas, las que le dieron un envión. Como académica de la UDP, cuenta que habló mucho con las estudiantes que protagonizaron tomas feministas en el plantel de calle Vergara.
De esa forma, Lagos planteó en la editorial Aguilar la idea armar un libro de relatos corales sobre abusos contra mujeres. Es decir, varias voces, resguardando sus identidades, relatarían sus vivencias. “En los medios hay algo de conocimiento, pero no tanto, entonces pensamos en armar una historia coral del abuso en Chile”.
¿Tuviste algo de temor al iniciar esta tarea?
Tuve un poco de temor, inicialmente, porque soy feminista, pero como lo somos la gran mayoría de las chilenas, que queremos igualdad entre mujeres y hombres. Pero no sé de género, no he estudiado feminismo. Aunque este libro no tiene nada que ver con la teoría, trata sobre los abusos, y de eso no hay mucho escrito. Había que buscar historias de la gente.
Así, la autora de Precht: las culpas del Vicario, comenzó a apilar una serie de testimonios que fue consiguiendo a pulso, cerca de 27. “Son los que mejor representan cada uno de los abusos, y aparte son muy distintas unas de otras en términos socioeconómicos, etnia”, dice.
Hay desde una abogada, pasando por gerentas y ejecutivas de empresas, una kinesióloga, una actriz, una microempresaria, una periodista, una trabajadora de casa particular, una artista plástica, una feriante, una estudiante de química y farmacia, entre otras.
En la mayoría de los casos, se trata de mujeres comunes, y se les cambió el nombre por uno ficticio. “No quería que fueran muy mediáticas, hay un par que lo son un poco más. De todas las que entrevisté, el 70% dio el nombre y apellido, los otros eran casos en que tenían buenas muy razones para no darlo, sea por razones de seguridad, o por los hijos”.
El resultado de este esfuerzo se llama Voces de mujer, y está disponible desde este mes en librerías. La gracia es que ordena los relatos como si fuese un collage. No hay una narración individual lineal, sino que las voces se combinan en cuatro grandes partes: Ellas, donde básicamente se presentan y cuentan su niñez; La Herida, donde se narra el abuso en sí; Las Huellas, en que narran las secuelas; y El Hoy, donde cuentan cómo han ido superando la situación.
Una estructura coral
Lo que quería Lagos, era evitar la clásica estructura de libros de casos, y dejar enganchado al lector. “Hay libros donde son puros casos, y por más que sean únicos y diferentes cada caso, cuando tú escribes una cosa así, al tercer o cuarto caso, y sientes que ya lo leíste. Entonces, empecé a pensar una estructura que reflejara el fenómeno completo. Si vas de a uno, no refleja eso”, cuenta.
¿Cómo es trabajar con ese material tan doloroso? Lagos optó por ser práctica y enfrentarlo como un trabajo periodístico cualquiera. “Una llama y llega. Lo que más nerviosa me ponía era el momento de hacer la petición. Pero bien, todas me quisieron conocer, pero no todas quisieron hablar”, cuenta.
Al momento de entrevistar, la periodista mantuvo esa idea. “Trataba de ser empática, pero no mostraba mucho de lo que me pasaba a mí, para que se sintieran tranquilas de hablar, le muestras que estás ahí, pero no mucho más. Soy una entrevistadora, no una amiga. Eso lo mantuve durante todo ese tiempo, siempre mantuve esa formalidad”.
Pero la crudeza de los testimonios en algún momento tenía que golpear. Eso ocurrió cuando a Andrea le llegaban las transcripciones. “Cuando después leía, recordaba, y ahí frente a mi computador ya no tenía que hacer la que no me pasaba nada. Ahí era más duro. Había días en que no quería encender el computador y leer los testimonios”.
¿Qué fue lo que más te costó?
Elegir los casos, dónde buscarlos. Porque en redes sociales hay de todo, pero no puedes tomarlos de redes sociales. Fue por datos. Me llegaban datos de gente conocida, de círculos de periodistas. También exalumnos ayudantes que me llevaron a casos. Mi editor de Random, Daniel Olave, también ayudó. Además, las mismas entrevistadas sabían de alguien no tan cercana a ellas, porque tampoco quería que fueran puras amigas contándome su tragedia. De las organizaciones de mujeres, nada, no me ayudaron, porque no pueden dar identidades.
Voces de mujer ya se encuentra disponible en las librerías nacionales.
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