Danny Elfman - Big mess
“Esto es fruto de la avalancha de mierda que fue el año 2020”, declara sin eufemismos Danny Elfman en Apple Music, explicando los motivos de su primer álbum solista desde 1984 cuando lideraba Oingo Boingo. Según el afamado compositor de bandas sonoras, favorito de cineastas como Tim Burton y Gus Van Sant, se sentía frustrado por la situación estadounidense -”no había visto al país tan dividido desde la guerra de Vietnam”-, por lo cual este álbum en dos partes experimenta una especie de dicotomía entre canciones aceleradas y agresivas, combinando rock industrial con elementos sinfónicos, y partidas más melódicas en una oscilación algo esquizofrénica.
Acompañado de reputados músicos como el guitarrista Robin Finck (Nine Inch Nails, GNR), el batero Josh Freese (Devo, Sting, A perfect circle) y el bajista Stu Brooks (Lady Gaga, Dub Trio), Big mess se torna algo agotador. Hay mucha información que procesar en sus 18 cortes que se extienden por 72 minutos. Tampoco contribuye particularmente la voz áspera y expresiva de Elfman. Pero sucede algo insoslayable con Big mess. Imbuido del ambiente claustrofóbico de la pandemia, logra retratar los extremos anímicos de esta horrible etapa.
Wolf Alice - Blue weekend
El cuarteto londinense Wolf Alice ha sido ungido como favorito por la siempre entusiasta prensa británica, desde su debut en 2015 con My love is cool. Liderados por la cantante y guitarrista Ellie Rowsell (28), esta vez el fervor se justifica plenamente. Rescatan algunos de los mejores elementos de la tradición rock de la isla de los últimos 30 años con énfasis en los ambientes evocativos y melancólicos, que de tanto en tanto se descuelgan hacia un sonido más muscular y sobrecargado -el segundo single Smile por ejemplo-, para luego girar dramáticamente hacia una pieza acústica como Safe from heartbreak (if you never fall in love), y de ahí cruzar hacia el dream pop de How can I make it OK, donde Ellie Rowsell despliega distintas armonías creando murallas con su voz.
Como si los giros no fueran suficientes, Play the greatest hits se tiñe de un rock furioso de raíces riot grrrl, mientras Feeling myself arranca como soul pastoso evolucionando hacia la electrónica y el rock sideral. The Last Man on Earth no requiere más que un piano, un suave acompañamiento y los juegos vocales de Rowsell para estallar cósmica y plácida. Blue weekend resulta voluptuoso, imaginativo y diverso, como rara vez ocurre en la oferta actual.
Crowded house - Dreamers are waiting
Para el público general la banda australiana formada en 1985 bajo el liderazgo del guitarrista y cantante Neil Finn, es sinónimo de one hit wonder gracias al éxito Don’t dream it’s over, que alcanzó el segundo lugar de Billboard en 1987. Sin embargo los Beatles australianos, como también se les conoce por su notoria influencia, son verdaderos clásicos en los países bajo la huella del viejo imperio británico, contando Nueva Zelanda y Sudáfrica.
En Dreamers are waiting, séptimo álbum y el primero desde 2010, las comparaciones con los Fab Four siguen en pie como siempre pero sin convertirse en una carga sin filtros, sino una manera de proyectar un legado con propia personalidad como sucede en el single Whatever you want, junto a cortes como Good night for everyone y Too good for this world, que podrían haber figurado orgullosamente en algún disco de John Lennon o George Harrison.
Crowded House es ahora una banda familiar con la inclusión de los hijos de Neil Finn, Liam en guitarra (un interesante solista además) y Elroy en batería, dotando de un hálito fresco y atemporal al conjunto en su mejor trabajo desde Time on Earth (2007).