El explosivo paso de Raffaella Carrà por Viña 82: un “espectáculo wagneriano” y la primera reina
Las noches del domingo 21 y lunes 22 de febrero de 1982 la diva italiana se presentó por primera vez en el escenario de la Quinta Vergara. Sus éxitos musicales y su desplante la transformaron en un clásico instantáneo en el imaginario local, además de coronarse como la primera soberana del certamen. Para Patricio Salazar, baterista de la orquesta del Festival en ese entonces, la cantante dejó algo más. “Era de las artistas más profesionales que he visto, extraordinaria”, asegura.
Si hay una edición especialmente recordada del Festival de Viña, es la de 1982, no solo por el debut de una joven banda inglesa llamada The Police, cuyos miembros fueron particularmente ariscos y antipáticos en su paso por la Quinta. También porque una rubia platinada venida de la península itálica se robó la película.
En rigor, la primera visita a Chile de Raffaella Carrà -fallecida durante esta jornada- había sido en 1978, con un paso por el programa Sábado gigante, pero fue en la edición del Festival de 1982 cuando se consagró entre el público local y desde la Quinta Vergara se proyectó como ícono de sexualidad, empoderamiento femenino y destape. En el cartel, además de los ingleses de Message in a bottle y ella, figuraban otros nombres potentes como Gloria Simonetti, Raphael, Amanda Lear, Salvatore Adamo, Vikki Carr y Buddy Richard.
Carrà venía a Chile precedida de una carrera exitosa. Sus álbumes grabados a fines de la década del 70, Fiesta (1977), Hay que venir al sur (1978) y Canta en español (1979), le habían dado un nombre en Hispanoamérica, merced a singles potentes que habían pegado fuerte en el dial.
Una profesional
“Ella vino en el peak de su carrera”, recuerda consultado por Culto el baterista Patricio Salazar, quien formaba parte de la orquesta del Festival, dirigida entonces por Horacio Saavedra. Por eso, se le agendaron dos presentaciones: domingo 21 y lunes 22 de febrero de 1982. “Es la mejor artista que acompañé en mis 20 años de festival”, sentencia Salazar.
Para su show, y contando con la manga ancha que se les suele otorgar a los nombres de peso, Carrà pidió que fuera su director musical quien dirigiera la orquesta, y así fue. No es casualidad, era parte de cómo ella manejaba su carrera. “Era de las artistas más profesionales que he visto, extraordinaria”, dice Salazar, y lo demuestra con una anécdota.
“Me impactó que vino con carpetas especiales escritas para cada músico. Decían ‘Festival de Viña 82’. Era una cuestión gruesa. Y era súper cómodo, porque uno iba dando vuelta las hojas no más. Fue una de las cosas más profesionales que yo he visto”, reafirma el percusionista.
Según cuenta Salazar, la italiana, además se daba maña para alentar a los músicos. “En la obertura, cuando estábamos calentando motores -porque sabíamos lo que se venía-, ella estaba subida al lado izquierdo y venía animándonos antes de salir al escenario. Esa era su actitud, nos impregnaba de alegría, de fiesta, la música caliente de ella para su show”.
Y lo que vino después fue simplemente una explosión. Tras la obertura, a cargo de sus bailarines, Carrà inició con todo. Con un gran sentido del espectáculo -y enfundada en un ajustado traje blanco que dejaba ver su apolínea figura- fue bajando lentamente la escalera desde el costado izquierdo del escenario para recibir los aplausos estruendosos del “Monstruo”. El inicio fue arrasador, con una canción cuyo coro todo el mundo ha cantado más de una vez en un karaoke: Hay que Venir al Sur.
Luego, uno tras otro fueron pasando los hits: En el Amor Todo es Empezar, 0303456, Caliente Caliente. Con esos, simplemente se echó al bolsillo al respetable, que cantaba enfervorizado.
“La música era todo en vivo, no había secuencias, nada. Solo entusiasmo, buena música y buenos intérpretes. La orquesta tenía un muy buen sonido”, recuerda Salazar. “Fue uno de los espectáculos más importantes para mi vida musical y para muchos de los músicos de la orquesta, por la calidad”.
-¿Pudo compartir con ella tras bambalinas?
No. En los ensayos, ella departía con los músicos pero después del show ya rajaba. ¡Ella cantaba y bailaba en vivo! ¡y lo hacía bien! entonces se agotaba mucho, y se iba después. Pero en general era así, no teníamos mucho tiempo para compartir con los artistas.
Pasados 8 minutos de la presentación, y en perfecto español, Carrà saludó al público y presentó a sus bailarines “sus chicos”. Luego, el show continuó y los hits siguieron pasando.
Años después, Carrà aún recordaba su paso por la Quinta, donde recibió la antorcha. “Te digo la verdad, esa vez tuve una impresión grandísima por la cantidad de gente. ¡Había espectadores arriba de los árboles! Eran miles y miles. Recuerdo muy bien que en esa presentación lo pasé bomba”, dijo en 2018, en declaraciones recogidas por el diario El Mercurio.
“Tengo aquí un premio que me dieron, la antorcha. Cuando la recibí estaba tranquila, aunque muy emocionada, porque había terminado el show y tuve una respuesta muy calurosa del público”, agregó después.
La primera reina
Para esa edición de 1982, se inauguró algo que se haría costumbre en los años venideros. La prensa entregó dos premios. Uno, el “Premio limón”, que recayó sin mayores discusiones en The Police “debido a su conducta hostil hacia los medios de comunicación y despectiva, ofensiva y grosera para con nuestro pueblo”. Pero además, se eligió a la primera reina del certamen, y tampoco hubo mucha discusión al respecto.
Rafaella Carrà se llevó el galardón. En esos tiempo, no existía el “piscinazo”, por lo que el particular y folklórico premio se lo otorgó nada más que por su encanto y desplante.
A Salazar, la muerte de la artista la impacta. “Murió muy joven, ella se cuidaba mucho, era perfecta”, y se lanza con un particular análisis de su presentación.
“Fue un espectáculo musical wagneriano. En el XIX, Richard Wagner fue el primero que escribió operas con escenografía, coros, solistas y orquestas, que instaló en los teatros el espectáculo con todas las partes importantes de la cultura. En el XX, ella siguió un modelo similar: escenografía, baile, todo. Fue un espectáculo completo”.
Revisa una de las dos presentaciones a continuación.
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