La Cazadora de Osos, de Karolina Ramqvist (Anagrama)
Oculta entre las brumas de la leyenda, Marguerite de la Rocque fue una sobreviviente que desafió a su época. Su tutor, uno de los conquistadores de la Nueva Francia (Canadá), la abandonó en la isla de los Demonios en 1541, como castigo por haberse embarazado fuera del matrimonio. Refugiándose en una cueva, sobrevivió a la inclemencia del clima, la soledad y los osos, entre otros animales salvajes, y a las muertes de su sirvienta, su bebé y el padre del niño. Después de un par de años fue rescatada por pescadores y su historia la relató André Thevet en La Cosmographie Universelle. Más de 500 años después, la escritora sueca Karolina Ramqvist investiga su historia, cuando su tercer hijo acaba de nacer. Cruzando ensayo, biografía y ficción, la autora compone un magnético relato que persigue la figura esquiva de Marguerite, una novela de resonancias políticas que se pregunta por la maternidad y la representación histórica de la mujer.
Sergio Larraín, la Foto Perdida, de Catalina Mena (Ediciones UDP)
El tío Queco es el protagonista de este libro donde se encuentran la memoria familiar, el ensayo y la investigación periodística. Catalina Mena, sobrina de Sergio Larraín, indaga en la personalidad compleja, hiper sensible y elusiva del célebre fotógrafo chileno de Magnum, a quien casi no conoció. En conflicto con su clase y con su padre, el arquitecto Sergio Larraín García-Moreno, el fotógrafo fue un chico melancólico y frágil, a quien lo golpeó profundamente la muerte de su hermano menor. Su enorme talento fotográfico lo llevó a publicar en las páginas de las principales revistas del mundo, entre ellas Life y Paris-Match, y su búsqueda espiritual lo condujo al yoga, la meditación y la escuela de Arica. Finalmente se retiró en Tulahuén, remoto pueblo del norte de Chile donde murió en 2012, a los 80 años. La autora explora en los motivos de su retiro, donde vivía con lo mínimo, dedicado a la meditación, la pintura y la escritura y donde fundó una escuela de reflexión. Profundiza también en las tensas relaciones familiares -desde el norte el artista recriminaba por carta a padres y hermanas- y los contradictorios lazos que tejió con sus propios hijos.
Universo, de los Cosmos Griegos al Multiverso, de Guillaume Duprat (Zahorí Books)
Es cosmógrafo y él se define como “coleccionista de mundos”. Guillaume Duprat se dedicó a estudiar y recopilar la forma en que diferentes culturas han representado el universo. En este libro el autor muestra las visiones del cosmos del pasado y de hoy, así como las proyecciones de los científicos hacia el futuro. Del cosmos griego y las esferas árabes al espacio newtoniano y el universo de Einstein, el libro explica cómo las teorías e ideas en torno al cosmos han cambiado y han adquirido cada vez mayor complejidad y precisión. Con amplias y didácticas ilustraciones y pop-up del mismo autor, cuenta cómo los investigadores estudian desde lo más pequeño a lo más grande para comprender nuestro entorno, que acaso sea uno de muchos multiversos.
Dinología Freak, de Joaquín Barañao (Planeta Junior)
El autor de la saga Historia freak presenta ahora un libro para fans de la paleontología. Con ilustraciones de Rodrigo López, revive a los dinosaurios y los períodos de la era Mesozoica, subraya sus datos freaks y relata también la historia en torno a sus hallazgos. “Aunque son conocidos por sus ejemplares de mayor tamaño -los animales terrestres más grandes de los que tengamos noticia-, en realidad lucían una asombrosa variedad de formas y estrategias de supervivencia. Después de tanto tiempo transcurrido y diversidad acumulada, sus curiosidades resultaron ser tan abundantes como los dientes en la boca de un tiranosaurio. Y este libro no se guarda ninguna”, dice. Por ejemplo, que el nombre dinosaurio lo acuñó en 1842 el paleontólogo británico Richard Owen y quiere decir “lagarto terrible”; que el velociraptor estaba cubierto de plumas o el argentinosaurio, el más grande conocido, medía casi 40 metros, pesaba 100 toneladas, comía una tonelada de alimento diario y dejaba ¡una montaña de desechos!