Las novelas que en el ayer imaginaron el desastre climático que vivimos hoy
Ante el revelador informe publicado ayer por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), en que se da cuenta de un desolador panorama sin lugares en la Tierra a salvo del fenómeno, en Culto revisamos algunas novelas que desde la ficción dieron una mirada al asunto. Margaret Atwood, Octavia Butler, Paolo Bacigalupi, Ian McEwan entre otros, han incursionado en el tema.
Solar, de Ian McEwan
Publicada en español por Anagrama, en 2010, el escritor inglés desarrolla una novela satírica donde cuenta la historia de un físico, ganador del Premio Nobel de Ciencias, cuya gran ambición en la vida es buscar una solución para el cambio climático, y para ello, curiosamente recurre a la energía solar. Por supuesto, tiene una particular (y disfuncional) vida personal.
El mundo sumergido, de J. G. Ballard
El problema del cambio climático ya tuvo una primera aproximación durante la década de los 60. En eso fue pionero el escritor inglés J.G. Ballard, quien en esta novela -de 1962- trata el tema del deshielo global. En sus páginas, el británico imagina un planeta completamente inundado por el vital elemento. Así, narra las peripecias de un grupo de científicos y militares quienes desarrollan tareas de investigación y exploración, además de rescate de los supervivientes de las antiguas ciudades, de las cuales solo quedan las puntas de los edificios de mayor altura.
La chica mecánica, de Paolo Bacigalupi
Publicada en 2009 por el autor estadounidense, trata sobre un futuro ubicado en la Tailandia del siglo XXII. El calentamiento global mantiene inundado el país -y el mundo- y las fuentes de combustible fósil son ecos de un tiempo lejano. Es un mundo donde prevalece la biotecnología y las megacorporaciones que controlan la producción de alimentos a través de transgénicos y el uso de bioterrorismo. Una novela que muestra un futuro absolutamente gris, pero no imposible de que se cumpla.
Estado de miedo, de Michael Crichton
Publicada en 2005 por el escritor estadounidense, trata sobre dos realidades: el ecoterrorismo y los científicos que están dispuestos a modificar o manipular sus datos según las necesidades de quienes financian sus investigaciones. Todo con el telón de fondo del cambio climático.
El calentamiento global, de Daniel Ruiz
Es un título bastante referencial para una novela, como si fuese un ensayo. Lo cierto es que esta ficción del español Daniel Ruiz, publicada en 2019, trata sobre las prácticas de una empresa, Oilgas International, multinacional del sector petroquímico que genera fuertes residuos contaminantes, y que en base a la llamada Responsabilidad social Corporativa, supuestamente busca devolver a la sociedad todos los beneficios que obtiene, a través de patrocinios y ayudas directas. Pero en rigor, en la novela estos mecanismos operan como un verdadero agente silenciador de cualquier intentona por oponerse a la industria. Un libro que muestra una realidad cruda.
Las torres del olvido, de George Turner
Original de 1989, la novela del autor australiano trata sobre un mundo post apocalíptico donde los efectos del cambio climático se sienten en toda su densidad. Parándose en el futurismo, la novela se ambienta entre los años 2040 y 2060, con un planeta que se ha visto abocado a la destrucción, mediante una crisis económica, social y meteorológica devastadora.
Tanto es así, que muestra cómo la superpoblación y el cambio climático han contribuido a agravar el desastre, con inundaciones continuas de las zonas costeras y sin espacio para realojar a la población, lo cual provoca grandes y graves disturbios. Una realidad de la que no se está tan lejos.
El año del diluvio, de Margaret Atwood
La poeta y novelista canadiense, publicó este volumen en 2009, tras su celebrada Oryx y Crake (de la cual, algunos de cuyos personajes reaparecen en esta novela). Con una visión pesimista, Atwood ficciona el mundo de futuro en el que la humanidad, en aras del progreso científico y tecnológico, ha alterado el medio ambiente, pero con nefastas consecuencias. La autora trata el descontrolado abuso de las industrias farmacéuticas y de los poderes políticos y económicos que desoyen los alegatos de las ciencias ecológicas. Algo así como una inquietante cuenta regresiva.
Nueva York 2140, de Kim Stanley Robinson
Si todos los mayores de 30 años crecieron con la impresionante imagen de dos aviones comerciales estrellándose contra las Torres Gemelas y el Pentágono, en 2001, esta novela del oriundo de Illinois propone otra imagen, igual de impresionante, ¿cómo sería Nueva York inundada por el agua en el año 2140? Robinson va más allá y muestra cómo los habitantes de la “Gran Manzana” han debido adaptarse a esa situación, donde los rascacielos son islas, y las calles, canales.
Cuchillo de agua, de Paolo Bacigalupi
Publicada en 2015 por el oriundo de Colorado, la novela se ambienta justamente en dicho estado. También futurista, cuenta que tras siglos de sobreexplotación, el río Colorado está secándose. Esto obliga a una masiva migración buscando -como lo hacían los antiguos habitantes precolombinos- las zonas más fértiles de los Estados Unidos, pero, y acaso anticipándose dos años a Donald Trump, los estados deciden construir barreras para impedir la gigantesca masa de refugiados que se les viene encima. La sequía, por supuesto, se convierte en terreno fértil para mercachifles y especuladores del agua.
Parábola del sembrador, de Octavia E. Butler
Esta novela fue publicada en 1993, y en Chile se encuentra traducida al castellano a través de la editorial independiente Overol. La autora, oriunda de Pasadena, California, relata una historia ambientada en el año 2024, en la voz de una adolescente llamada Lauren Oya Olamina, quien vive junto a su familia en uno de los pocos barrios que sobreviven a una megacrisis desatada en Estados Unidos. No solo por tensiones étnicas, corrupción y drogadicción, también la falta de agua, la cual lleva a la gente a la desesperación. Tanto así que la joven comienza a desarrollar una especie de culto propio, Semilla Terrestre, el que poco a poco irá convocando una nueva comunidad, anhelante de la idea por salir del paso y refugiándose en torno a la idea de Dios como cambio.
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