Misa de Medianoche: una gran miniserie que deberías estar viendo
La ficción de Mike Flanagan, disponible en Netflix, profundiza sobre la iglesia y la fe, construye un arco dramático portentoso y recuerda a las novelas de Stephen King. En siete capítulos, consigue suspenso y horror y te deja sin aliento en su tramo final.
Misa de medianoche es una miniserie que se cocina a fuego lento y que quiere a todos sus personajes. Les otorga tiempo a cada uno para que desplieguen su arco dramático y justifiquen su presencia dentro de la trama. También para que uno empatice con ellos, los quiera más o menos, pero que en definitiva nos importe lo que les puede llegar a suceder una vez que se desate la tormenta.
Ese tránsito de construcción de personajes -sólidamente interpretados- sucede en los dos primeros capítulos, con una bellísima fotografía y sitúa la historia en la comunidad de una pequeña isla pesquera, que cada vez es más reducida, y donde la iglesia tiene un rol preponderante: cada misa es el gran evento de un pueblo que parece haber perdido la fe, pero no la costumbre de rezar. Todos esperan la llegada del párroco querido por la comunidad, que ha debido ausentarse por una enfermedad e irse a tratar al continente, pero en el día de su retorno, en vez de él aparece un sacerdote carismático, quien trae enigmas y milagros. A su vez, regresan a la comunidad dos “hijos pródigos”: una mujer que se fue al continente y regresó embarazada. También un hombre que se fue a Nueva York, triunfó y luego cayó en picada por un incidente que lo tuvo cuatro años en la cárcel. Ambos, junto al nuevo párroco, cambiarán el curso de la comunidad junto a una “presencia” que no se devela hasta mitad de la trama.
Si el espectador espera terror, en vez de ello obtendrá suspenso hasta bien entrada la miniserie. Antes que todo se desate y sí se vuelva terrorífico. Si se espera algo similar a La maldición de Hill House -del mismo creador, Mike Flanagan-, acá no lo van a encontrar, porque no tiene el sobresalto de esa serie desde el inicio. Evidentemente, acá hay pretensiones mayores y esas pretensiones se cumplen de sobremanera. El suspenso es importante, pero nunca se devora figurativamente a sus personajes, quienes siempre son más importantes, lo que posibilita que un público menos adicto al terror disfrute acá de una trama con más capas de profundidad, y más allá del horror, sobre la fe, no necesariamente religiosa, y el poder -para bien y para mal- de la iglesia en la sociedad. Sus capas de reflexión, a ratos, parecen moldear algo más parecido a una ficción dramática.
El modo de narrar, en muchos sentidos, recuerda a las novelas de Stephen King -especialmente La zona muerta y Revival-, quien habitualmente delinea personajes con precisión y sitúa la trama antes de poner todo en desorden y caos. King, cómo no, ha alabado esta miniserie con entusiasmo. Ese modo de narrar provoca tensión, siempre y cuando el espectador esté dispuesto a invertir en la trama. La recompensa es grande a partir del tercer episodio y no se detiene hasta el séptimo, cuando concluye. Los dos capítulos finales son espectaculares y, a su vez, difíciles y tensos de ver.
Mike Flanagan, quien realizó anteriormente para Netflix La maldición de Hill House y La maldición de Bly Manor, logra con Misa de medianoche su mejor serie hasta el momento. La más contundente y profunda de las tres que ha hecho, una obra que posiblemente habría que ubicar dentro de las 10 mejores ficciones del año. Su consolidación como un “autor” de ficción y horror muy interesante y maduro.
Sigue leyendo en Culto
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.