La muerte de John Belushi, Nueva York como personaje y un estudio aterrorizado: la historia de Los Cazafantasmas

Ghostbusters

“Demasiado caro, demasiado arriesgado”, eran las palabras que le dedicaban al proyecto al interior del estudio Columbia Pictures. Nadie había hecho una comedia con efectos visuales de esa ambición hasta esa época en Hollywood, pero la conjunción de talentos permitió que la película fuera un éxito. Ahora Dan Aykroyd, Bill Murray y Ernie Hudson reaparecen en Ghostbusters: El Legado, que se estrena en cines este jueves 18 de noviembre.


En octubre de 1983 el director canadiense Ivan Reitman no era precisamente un niño, pero su acotada filmografía representaba la falta de experiencia que suele hacer temblar a los altos ejecutivos de Hollywood.

Ya había estrenado cuatro largometrajes, y dos de ellos se habían convertido en aciertos moderados de taquilla tras haberse filmado con un presupuesto pequeño (Meatballs, Stripes). Ambas comedias habían contado con Bill Murray al frente, al igual que ocurriría con la película que empezaba a grabar en Nueva York en el otoño del 83, el mismo mes en que el cineasta cumplía 37 años.

Pero los US$ 25 millones que costaría esa nueva producción tenía nerviosos a los jefes de Columbia Pictures, el estudio que respaldaba el filme. “Demasiado caro, demasiado arriesgado”, eran las palabras con las que se referían al proyecto al interior de la compañía, según recordó en 2014 el presidente de la firma en aquella época, Frank Price.

“Sé que puedo hacer cualquier película que quiera en cualquier momento. Eso es todo lo que sé y eso es todo lo que realmente me importa”, decía por su parte un confiado Reitman en medio del rodaje. “No es conseguir que el filme se haga, esa es la parte fácil. Es hacer una buena película”.

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En sus manos estaba la compleja labor de tener éxito con una comedia que involucraba efectos visuales y que tenía un elenco donde las grandes estrellas de cine escaseaban. Esa misión de contornos suicidas, que podría haber aniquilado su carrera, nació en una idea original de uno de sus protagonistas.

También canadiense, Dan Aykroyd había escrito y protagonizado The Blues brothers en 1980, a partir del sketch que creó con John Belushi en Saturday Night Live. Posterior a timbrar ese fenómeno, un día en la granja de su familia en Ontario estaba leyendo una revista de parapsicología, parte de una suerte de interés con fuerte raíz familiar (su bisabuelo fue un conocido espiritualista). En ese momento se le ocurrió una historia sobre fantasmas y un sistema para atraparlos.

Desde ese germen hasta la escritura del primer borrador del guión de Los Cazafantasmas no pasó demasiado tiempo, pero en el proceso creativo se sumaron nuevos talentos y la historia fue tomando su forma definitiva. Un proceso que implicó depurar algunos aspectos, como que la trama, en vez de situarse en el futuro e incorporar escenas en planetas y dimensiones diferentes, transcurriría en Nueva York, según sugerencia de Ivan Reitman. ¿Pero por qué la Gran Manzana? “Es la ciudad más grande del mundo, una obra maestra arquitectónica. Energía central para el comportamiento humano”, planteó Aykroyd hace siete años sobre la elección.

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El proyecto también tuvo que sobreponerse a la tragedia: la muerte de Belushi por sobredosis de drogas en marzo de 1982 golpeó a Hollywood y a su círculo cercano, entre los que estaba Aykroyd, quien había escrito su nueva cinta pensando en él y su socio de Saturday Night Live. “Nos amábamos como hermanos”, ha señalado el guionista y actor.

La fatalidad podría haber hundido al filme, pero este siguió adelante. Ivan Reitman, una vez confirmado como director, deslizó el nombre de Harold Ramis para que se sumara en el desarrollo del texto. El director de Los locos del golf (1980) y Vacaciones (1983) se convirtió en su pareja ideal tanto delante como detrás de cámara. “Soy mejor creador que ejecutor de un guión terminado”, reconoció Aykroyd a Vanity Fair. “Soy un escritor de cocina: arrojo todo allí. Siempre he confiado en un colaborador para convertirlo en realidad”.

Si en la escritura de la película ya estaban dos de los cuatro cazafantasmas de la historia, el resto se definiría de diferentes maneras. Mientras que Ernie Hudson fue confirmado como Zeddemore tras un extenso proceso de casting, Bill Murray aterrizó como uno de los talentos más prometedores de Hollywood, gracias a sus colaboraciones con Reitman y Ramis y su experiencia en Saturday Night Live. Aunque en su caso había un inconveniente: el actor de Perdidos en Tokio era conocido durante esos años por confirmar a última hora su participación en los proyectos que le ofrecían, por lo que su arribo le agregó suspenso al rodaje.

Los efectos visuales eran otro reto que debía vencer la producción. Durante esos años Hollywood no tenía el nivel de especialización actual en esa materia, por lo que el equipo tuvo que apelar a algo parecido a un milagro. Richard Edlund, conocido por su labor en Star Wars y Poltergeist, buscaba crear su propia compañía, al tiempo que tanto Columbia Pictures como Metro-Goldwyn-Mayer perseguían invertir en una firma de ese tipo, de modo que ambas financiaron la compañía de Edlund, Boss Film Studios.

World premiere of film "Ghostbusters: Afterlife" in New York
Dan Aykroyd, Ernie Hudson y Bill Murray en la premiere de la nueva Ghostbusters en Nueva York. Foto: Reuters/Mike Segar

La conjunción de efectos algo exagerados pero adecuados para la historia, el carisma desbordante de su elenco (Sigourney Weaver y Harold Ramis timbran apariciones memorables) y una aventura trepidante y con chispa cristalizaron uno de los mayores hitos de los 80, con seguridad jamás igualado. En 1984 totalizó US$ 295 millones en los cines del mundo y dio impulso a una franquicia que se niega a pasar a mejor vida luego de la secuela de 1989 y la irregular cinta con elenco femenino de 2016, en que Dan Aykroyd y Ernie Hudson tuvieron cameos.

Bajo el nombre Ghostbusters: El legado, y dirección de Jason Reitman, hijo de Ivan, la cuarta película de la saga monta un ejercicio de nostalgia en que la atención gira en torno a jóvenes (Finn Wolfhard, Mckenna Grace) y los adultos que encarnan Paul Rudd y Carrie Coon. Bill Murray, Aykroyd y Hudson retoman sus papeles, mientras que el Egon Spengler interpretado por Harold Ramis –fallecido en 2014– es homenajeado en la historia. Se estrena este jueves 18 de noviembre y, aunque sea imposible rozar el genio de la original, es el tributo que nuevas generaciones y sus propios creadores le rinden a lo que casi cuatro décadas atrás parecía una gesta imposible de lograr.

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