“La espera valió la pena”: lee lo que se escribió en 2001 acerca del retorno de Los Prisioneros
Lee aquí la crónica íntegra de La Tercera que reportó el primer show de regreso del trío, hace exactos 20 años. Una nota que describió un show frío y algo errático en su inicio, para después tomar mejor cuerpo hasta consagrarse como un regreso sencillamente notable.
El titular fue simple, al grano, pero ilustrativo de todo los nervios acumulados en torno la reunión más esperada y más imposible del cancionero nacional: “La espera valió la pena”.
De esa forma, el diario La Tercera titulaba su crónica del 1 de diciembre, la jornada posterior a la noche del 30 de noviembre en que Los Prisioneros habían retomado funciones con la primera de sus dos fechas repletas en el Estadio Nacional.
La nota está firmada por el periodista Cristóbal Peña -luego autor de libros como Los Fusileros o La secreta vida literaria de Augusto Pinochet- y pone acento en una singularidad que se dio en el espectáculo: la performance de Jorge Gonzále, Claudio Narea y Miguel Tapia no partió en todo su esplendor - “una presentación fría, distante, cuidadosa y tensa”, define el reporte-, aunque fue notoriamente mejorando con la marcha de los minutos.
Este es el artículo íntegro que dio cuenta de el primer de esos conciertos ya legendarios ocurridos hace exactas dos décadas:
“Pocas veces se tiene la oportunidad de asistir al retorno de una leyenda rockera donde lo forzado de este tipo de juntas se traduce en un espectáculo emocionante, divertido y sin un sólo asomo de culpa y complejo. Anoche fue una de esas excepciones,un reencuentro histórico en que lo único lamentable es la certeza de que la experiencia es limitada y en algún momento tiene que llegar a su fin.
Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia aparecieron sobre el escenario del Estadio Nacional a las nueve de la noche. En punto, exactamente como estaba programado. Lo que no sólo no estaba programado sino que era una completa incertidumbre, era lo que ocurriría en escena tras una ausencia de doce años.Cómo sería la relación entre ellos. Cómo sonarían las viejas canciones. Cómo se comportarían las mayores glorias rockeras nacionales enfrentadas a las masas. Y la primera señal apuntó al peor de los pronósticos. Una presentación fría, distante, cuidadosa y tensa, marcó la partida, no obstante que un público de al menos dos generaciones - que ya había repletado el estadio dos horas antes del inicio del concierto- recibió a los músicos con el fervor de una hinchada.
La Voz de los ‘80, la canción que abrió los fuegos, sono mecánica, demasiado ensayado y perfeccionista, y entregó una primera certeza: Los Prisioneros volvían sin trucos ni virtuosismos inútiles, tal como siempre fueron, interpretando la mayoría de las canciones del modo más fidedigno en que quedaron grabadas en el público. El nervio de los comienzos fue dando paso al relajo a los pocos minutos y un error de González, que Narea se ocupó de delatar con una burla colegial, provocó las primeras sonrisas cruzadas entre ambos y distendió definitivamente los ánimos. Para entonces, González ya había sacado a relucir su faceta más encantadora, mezcla de travesura y sarcasmo, y una luna llena emergente desde la tribuna Andes que aparecía al tiempo de Paramar, daba inicio a la larga celebración.
Está saliendo bacán”, dijo González en un momento de arrebatado entusiasmo.
Musicalmente el retorno no tuvo demasiadas complejidades y en general se remitió al pie de la letra de las versiones originales. La excepción estuvo marcada por una sección electrónica que inicialmente tuvo a Gonzáleez y Narea enfrentados a dos pianos, mediados por un Miguel Tapia de trenzas y vestido largo que le daba un aire de Obelix. El formato fue inmejorable para presentar una versión tecno de Muevan las Industrias y darle cuerda a algunas de las canciones de Corazones (Tren al Sur, Estrechez de Corazón) que por primera vez interpretaba Narea. La iniciación en estos temas - en cuyas grabaciones el guitarrista no participó - fue más respetuosa que entusiasta.
Lo estamos pasando muy bien
Tras una breve salida de libreto, Los Prisioneros volvieron a ser Los Prisioneros. Como en sus mejores tiempos. Como más se los aprecia. Irónicos, desfachatados, arrogantes. El grupo se dedicó a sí mismo la canción Quieren Dinero en abierta alusión a las suspicacias de un retorno inspirado exclusivamente en lo comercial, y hasta permitió bromear por viejas deudas monetarias entre ellos. La autorreferencia campeó anoche y no siempre fue irónica. La ternura apareció cuando se presentaron cada uno de los músicos con los apodos de Tinky (Narea), Dipsy (Tapia), Laa Laa (González) y Po (Carlos Fonseca, manager), en referencia a los personajes de Teletubbies. Ya enteramente gozoso y entregado a la diversión, el cantante fustigó a Estados Unidos y a Joaquín Lavín.
“Está saliendo bacán”, dijo González en un momento de arrebatado entusiasmo. Y tras una hora y media de actuación en que presentaron cerca de treinta canciones, el recuento de la jornada es mejor que eso. Un regreso notable”.
Sigue leyendo el especial Los Prisioneros - 20 años en Culto:
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