Huidobro, Mistral y Zurita: la poesía chilena y la guerra
Esta semana, Raúl Zurita se pronunció en contra de la invasión de Rusia a Ucrania, en una actitud que no es extraña en los poetas nacionales. La Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial sirvieron para que Huidobro, Neruda y Mistral tomaran posiciones y actuaran al respecto.
Suenan urgentes, como los versos que escribió para Canto a su amor desaparecido (una de las experiencias más dolorosas que le ha tocado experimentar en vida, según ha reconocido). La invasión rusa a Ucrania no dejó indiferente al poeta chileno Raúl Zurita, y través de la red social Twitter, el Premio Nacional de Literatura 2000 lanzó unos versos que suenan a declaración.
TODA GUERRA ES CONTRA TODOS... CONTRA LOS NIÑOS, PERDIDOS, DESNUDOS, LLORANDO ENTRE LAS RUINAS... CONTRA LOS VIEJOS, CONTRA LOS QUE NO PUEDEN CORRER, CONTRA LOS QUE MORIRÁN PISOTEADOS EN LA PRIMERA ESTAMPIDA...
El tema de la violencia ejercida desde agentes del Estado es un tópico que ha ocupado buena parte de la producción del vate, lo hizo también en su libro Zurita (2011), donde habló de la guerra desde una perspectiva universalista y humanista, aunque el fuerte del libro es por supuesto, su experiencia como prisionero tras el golpe de 1973.
No es raro pensar en que han sido los poetas quienes se han pronunciado sobre la guerra. No solo desde una postura pacifista, también tomando partido por uno de los bandos. El primer poemario escrito en suelo chileno fue, de hecho, inspirado en un conflicto bélico. Así nació La Araucana, el poema largo del español Alonso de Ercilla, publicado en 1569.
Con la vista en España
Pero fijando la vista en el siglo XX, los poetas chilenos tuvieron relación con los conflictos bélicos. La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un hito que remeció a los intelectuales. Uno de ellos fue Vicente Huidobro. Inquieto como era, promovió el apoyo decidido al bando republicano. En Santiago, en noviembre de 1936, Huidobro lideró la publicación de un folleto titulado Escritores y Artistas Chilenos a la España Popular.
En esas páginas, el autor de Las pagodas ocultas incluyó un poema dedicado a la madre patria llamado Está sangrando España. Por esos entonces, ya era una celebridad, había publicado algunos de sus títulos fundamentales como Altazor (1931) o Poemas árticos (1918).
No fue el único. Pablo Neruda también apoyó la causa republicana. El parralino ejercía como cónsul en la madre patria y ya había adquirido renombre como poeta con sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924) y sobre todo el fundamental Residencia en la tierra (1935). Por apoyar al bando de la bandera rojo-amarillo-violeta, fue cesado de sus funciones diplomáticas.
Pero no se quedó en eso, escribió el poemario España en el corazón (1937), donde le canta con dureza a los militares franquistas y alaba a las brigadas internacionales que llegaron a defender la causa de la segunda República. “Generales / traidores / mirad mi casa muerta / mirad España rota / pero de cada casa muerta sale metal ardiendo / en vez de flores / pero de cada hueco de España / sale España / pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos / pero de cada crimen nacen balas / que os hallarán un día el sitio / del corazón”.
Por cierto, este poemario -sumado a otros que hizo en esa misma línea como el Nuevo canto de amor a Stalingrado- y su posición política hizo que la Academia Sueca tuviera serias dudas en otorgarle el Premio Nobel, aunque finalmente se lo concedieron en 1971.
Mistral, entre España y el Eje
En 1938, sería el turno de Gabriela Mistral. Ese año, editó en Buenos Aires, a través de la prestigiosa editorial Sur (la de Victoria Ocampo, y que ya había publicado a María Luisa Bombal en la ciudad de la furia), uno de sus poemarios fundamentales: Tala. Conmovida por la guerra española, la oriunda de Vicuña cedió los derechos editoriales para ir en ayuda de los niños españoles afectados por el conflicto.
No sería la única vez que Mistral demostraría preocupación por lo que pasaba en la contingencia. El hecho de que no militara en ningún partido le ayudó a tener una posición independiente para opinar y escribir al respecto. Por ejemplo, ya siendo cónsul chilena en Brasil, dio una entrevista al diario brasileño “A Manha”, de Río de Janeiro (documento disponible en Archivo del Escritor, Biblioteca Nacional Digital de Chile). En la ocasión, se refirió a la decisión del gobierno del radical Juan Antonio Ríos -presionado por Estados Unidos- de romper relaciones diplomáticas con el Eje, la alianza que unía a Italia, Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Para la poeta, no se trataba de una decisión ilógica, sino que tenía cierta coherencia.
Su argumento se basaba en cuatro puntos: las buenas relaciones que siempre se habían sostenido con Inglaterra, con Estados Unidos, con Brasil y lo que llamó “la conciencia americana continental”.
“La conciencia americana continental fue acrecentada por el malogrado Presidente Aguirre, especialmente en lo que toca a lo ibero-americano. El dejaría hincada en la masa popular, hasta la cual no había alcanzado aún, la ideología, y más que eso, la pasión de la raza ibera. Los pueblos del Pacífico lloraron a este hombre porque perdían en él a un artesano de su unidad”, señaló Mistral en la citada entrevista.
Y a renglón seguido añadió: “Por lo tanto, los chilenos, en la ruptura con el Eje, obedecemos, sencillamente a la costumbre de nuestro corazón colectivo que son esas cuatro tradiciones enumeradas, esos cuatro puntos del acuerdo nacional, de reiterada coincidencia, y los cuatros nos llevaban a este arribo natural”.
“En la ruptura hemos sido, por lo tanto, consecuentes, y no borramos ninguna rúbrica antigua. No se trata de un acto chileno eruptivo sino de una continuación, de una lealtad hacia nosotros mismos, no solo hacia el continente”.
Eso sí, el apoyo de Mistral a la postura contra el Eje hay que leerlo más en su contexto y por el hecho de que la Alemania nazi era un enemigo de los Estados Unidos, país al que Mistral admiraba. De hecho, sus posturas siempre fueron más pacifistas. Por ejemplo, en 1938 concedió una entrevista al periódico trasandino Noticias Gráficas, de Buenos Aires (disponible en el Archivo del escritor), ahí afirmó: “La mujer argentina puede encabezar un gran movimiento pacifista americano”. Siempre ligando al pacifismo con la reivindicación de rol de la mujer.
“El tremendo momento convida particularmente a las mujeres a dar un bulto más neto, un contorno más viviente a eso que llaman propaganda por la paz. Las grandes mujeres argentinas se preocupan, hasta se angustian mirando a la pobre Europa histérica y de un histerismo sangriento, de un curioso furor contradictorio que está hecho de grandezas y de muerte”, señaló la autora de Lagar.
Y a renglón seguido añadió: “En los tiempos en que la América ha sido una masa convulsa, temíamos a Europa, mirábamos hacia ella como los marinos a la estrella polar. La estrella que teníamos por fija viene cayendo, y en ascuas. Y parece que ahora la América tendrá que volverse lo que nunca fue: la sensatez del mundo...”.
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