Taylor Hawkins: el alma, la sonrisa y la rudeza de Foo Fighters
El baterista fue encontrado muerto ayer en un hotel en Bogotá, donde se alistaba para tocar con su banda, Foo Fighters. Tenía 50 años. Antes de unirse a los estadounidenses, había tocado con Alanis Morissete y su estilo se definía entre instrumentistas con pulso tan fiero como virtuoso.
Si el rostro de Foo Fighters es Dave Grohl, el alma y su sonrisa era Taylor Hawkins. En una banda que desborda histrionismo, el baterista logró imponer su estampa, su carisma y su personalidad.
Y, por supuesto, también su huella como instrumentista: el puslo fiero de los norteamericanos, sólido, contundente, veloz, a momentos marcial, era completa responsabilidad suya. Las canciones de Foo Fighters no se entienden sin él, motor esencial en la ruta que ha mantenido al conjunto como uno de los últimos grandes emblemas rockeros de las últimas tres décadas.
Hawkins nació en Forth Worth, Texas el 17 de febrero de 1972. Se inició en los estudios musicales cuando tan sólo era un niño, optando por la percusión clásica. Pero ya de adolescente, lo suyo fue el gusto por el rock and roll y por los bateristas que siempre estuvieron a medio camino entre el virtuosismo y la vehemencia, la clase y cierta dosis de locura: Stewart Copeland de The Police, y Roger Taylor de Queen eran las influencias que citaba constantemente.
En ese sino, comenzó en bandas pequeñas de su ciudad, como Sylvia, donde tocaba batería y componía gran parte de sus temas. Pronto le llegarían ofertas al destacar por su calidad y técnica, con lo que abandonó esta banda para formar parte de la Sass Jordan touring band, lo que elevó su reputación hasta acabar tocando con Alanis Morissette con la agrupación Sexual Chocolate.
Acompañó a la cantante en su gira del disco Jagged Little Pill hacia mediados de los 90, uno de los títulos más aclamados y vendidos de esos años (en ese elenco fue su primera vez por Santiago)
Pero su golpe a la cátedra vendría en 1997, cuando se unió a Foo Fighters. Sería el trampolín que consolidaría su fama y prestigio.
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En 1996, la agrupación tenía otro percusionista, William Goldsmith. Pero una serie de duras diferencias con el gran jefe Grohl lo hicieron retirarse del elenco oficial. El disco The Colour and the Shape, de 1997, tuvo al propio cantante oficiando como baterista.
Hasta que decidió salir a la caza de alguien más en ese puesto. Por distintas recomendaciones -y como se había topado con él en algunos tours- dio con el instrumentista que se lucía junto a Alanis Morissette. De hecho, el destino fue bastante más singular: Grohl se contactó con Hawkins para que le recomendara algún baterista. Pero él mismo se ofreció, argumentando que le apetecía mucho más tocar dentro de un colectivo que ser sólo comparsa de una estrella en solitario. Fue una forma de decirle: yo quiero desde ahora vivir como un equipo.
El pacto quedó sellado. Se hicieron inseparables. Como muestra de profunda camaradería, Grohl lo presentaba en los conciertos como el mejor “fucking” baterista del mundo.
Además de tocar la batería con Foo Fighters, coescribió y cantó en el álbum doble In Your Honor (2005). En cierta forma, ese fue su rol en el grupo: ser no sólo un hombre en las sombras, sino que también un aporte protagónico y fundamental, que de pronto también apareciera en la primera línea de la formación. A veces incluso cantaba, exhibiéndose como un vocalista solvente y dinámico.
Su último paso por Lollapalooza Chile lo certifica, cuando dejó las baquetas y los tambores, y pasó al frente para interpretar una emotiva versión de Somebody to love de Queen, uno de sus grupos favoritos.
En el registro, Hawkins cantó las canciones Cold Day in the Sun (del lado acústico de In Your Honor), Have a Cigar (Lado-B de Learn to Fly) y Life of Illusion (Lado-B de Times Like These).
Además, hizo coro en los temas: Erase/Replace, Cheer Up, Boys (Your Make Up Is Running) y But, Honestly (del álbum Echoes, Silence, Patience & Grace).
También fue la voz principal en Sunday Rain del disco Concrete and Gold, canción cuyo reemplazo en la batería fue nada menos que Paul McCartney, íntimo amigo del conjunto y con quien siempre tuvo tiempo para compartir en shows y presentaciones.
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Por otro lado, a mediados de la década del 2000 formó su propio proyecto llamado Taylor Hawkins and the Coattail Riders en el que canta y toca la batería. Editaron su álbum debut homónimo a principios de 2006.
En el 2010 lanzaron su segundo trabajo, Red Light Fever, álbum grabado en el Studio 606. Tal como sucedió con Macca, ahí el percusionista se dio el tiempo y el gusto de invitar a otras de sus influencias: Roger Taylor y Brian May de Queen aparecen como invitados. También su amigo Grohl.
Vino a Chile tres veces con los Fighters: en 2012 para Lollapalooza, en 2015 en la Pista Atlética del Estadio Nacional y hace sólo una semana, para el cierre de la primera jornada de Lollapalooza 2022. También estuvo en 1996 con la propia Alanis Morissette, para su debut en el Teatro Caupolicán. Y un extra: en 2013 vino con el proyecto Chevy Metal, donde tocaba covers de bandas de rock de los años 70 y 80, principalmente ZZ Top, Aerosmith, Deep Purple, Van Halen, Queen y Black Sabbath.
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