Cómo convertirse en bestia: Alexander Skarsgård y su transformación en El Hombre del Norte
El actor sueco interpreta al protagonista de la descarnada y aplaudida cinta de vikingos que llegó a las salas chilenas. Un ambicioso proyecto del que participó en su gestación y que cataloga como “un sueño” pese a que lo sometió a un radical cambió físico y a seis meses de extenuante rodaje.
Antes que se suban al barco los actores, existe un amplío desfile de roles que suele irrumpir antes en el engranaje de una producción audiovisual promedio: director, guionista, montajista, diseñador de producción, director de fotografía, entre otros. Alexander Skarsgård estaba habituado a esa mecánica en Hollywood. Ignoraba cómo era explorar la ranura que se abre cuando los intérpretes participan arduamente del proceso creativo y terminan desempeñando funciones de escritores y productores.
La historia de El hombre del norte (The northman) es la concreción de esa posibilidad que desconocía. En primera instancia, la estrella de origen sueco entabló conversaciones con el estadounidense Robert Eggers para realizar un proyecto de otras características pero a la larga se impusieron sus deseos de filmar una película de vikingos, un anhelo que arrastraba desde incluso antes de convertirse en un nombre de fama mundial gracias a títulos de HBO como True blood y Big little lies.
Tuvo buen ojo, porque se acercó a un cineasta de espíritu inquieto (La bruja, El faro) al que lo movía una fascinación por Islandia y los relatos nórdicos. Así, las voluntades de actor y director confluyeron para que juntos terminaran montando un costosa y brutal épica encabezada por el mismo Skarsgård, en compañía de Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Claes Bang, Ethan Hawke, Björk y Willem Dafoe, que acaba de aterrizar en los cines chilenos.
Como puede apreciar cualquiera que haya visto alguna imagen del filme de Eggers, la cinta también es el testimonio de una transformación radical. El intérprete y productor nacido en Estocolmo encaró la misión de ponerse en la piel de Amleth, un príncipe que cuando niño jura vengar a su padre (Hawke) del asesinato de su tío (Bang) y rescatar a su madre (Kidman); el sufrido protagonista de una película que rescata la leyenda escandinava que años después le sirvió a Shakespeare para crear Hamlet.
Antes de que una bruja le recuerde su destino, la versión adulta del personaje es un salvaje vikingo que arrasa las tierras junto a los hombres que lo adoptaron, un híbrido de oso y lobo al que le tiene que dar vida el mismo actor que luego debe lucir enamorado del personaje de Taylor-Joy y conmocionado ante revelaciones divinas. Skarsgård completa el arco con solidez, ostentando una presencia imponente que desborda la pantalla en las más de dos horas de película.
Por segunda vez en su carrera (primero le tocó con La leyenda de Tarzán, en 2016), el actor se vio obligado a seguir una estricta dieta y entrenamiento. Siguiendo las pautas de Magnus Lygdback, el mismo nutricionista y entrenador personal con el que trabajó en dicha superproducción, a diario llegó a consumir 3.700 calorías divididas en cinco comidas, la piedra angular de una preparación que le permitió adquirir un aspecto bestial.
“¡Era importante para mí sentirme y tratar de parecerme un poco más a un oso! Naturalmente, soy bastante delgado, lo que significaba que tenía que intentar ganar algo de peso”, le comentó al medio especializado The Playlist. Pese al revés que significó en lo inmediato, la postergación del rodaje a raíz de la pandemia, en marzo de 2020, asomó como una oportunidad ideal para pulir ese aspecto de su trabajo, hasta llegar en plena forma a las grabaciones que se extendieron durante seis meses en Irlanda.
Las filmaciones en tiempos de Covid también fueron factor. “Incluso si no hubiera sido así (el aislamiento por los protocolos), probablemente no habría tenido mucha energía para hacer un recorrido por los bares con los lugareños”, señaló en diálogo con Empire.
En otra arista de su interpretación, el actor también operó como un aplicado lector. Skarsgård se sumergió en los libros de Neil Price, arqueólogo inglés especializado en los vikingos que ocupó el rol de consultor en El hombre del norte. Una indagación que apuntaba a entender la concepción de mundo de los personajes que protagonizan la película, más allá incluso de lo que aprendió siendo niño en su natal Suecia.
“Se difuminan la línea entre el mundo natural y el sobrenatural. No hay una distinción clara. Los vikingos no eligieron creer en algo. El concepto de ser agnóstico o ateo no existía. Y eso me parece bastante fascinante”, dijo recientemente.
Terminado el demandante proceso del filme de Eggers, Skarsgård ha sugerido que le gustaría realizar una comedia. Una historia “en una playa del sur de Francia, o algo así, donde esté usando mucha ropa cómoda”, según ha apuntado. Un respiro necesario tras una experiencia que ni él ni los espectadores olvidarán con facilidad.
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