Antes de comenzar su imparable expansión por el orbe o por otros puntos de Estados Unidos, Uber enfrentó múltiples enemigos en su cuna, San Francisco. Una resistencia que incluyó la férrea reglamentación del estado, la oposición de los taxis y sus propios inconvenientes para convertirse en una empresa solvente.
“Crecer o morir”, le dice Bill Gurley (Kyle Chandler), uno de los principales inversores de la compañía, a Travis Kalanick (Joseph Gordon-Levitt), el CEO y cofundador de la firma. Lo siguiente, entonces, sería extenderse por Norteamérica y engullirse el mundo con la misma ambición y desenfado que definieron sus inicios, completando ese trayecto aferrado al avasallador carácter de su cocreador, quien abandonó su puesto en 2017 en medio de un escándalo.
Esa controversial figura es quien encabeza Super pumped: La batalla por Uber, la serie antológica de siete capítulos que se acaba de estrenar en la plataforma Paramount+. “¡Hay cosas más importantes que la seguridad!”, le asegura Kalanick a los empleados que lo ponen al tanto de las quejas en torno al servicio, en una de las tantas líneas que describen sus rasgos ególatras.
La ficción elige no toma mayor distancia de su protagonista: lo muestra indomable en su trato con trabajadores, autoridades y financistas, como ya lo retrataba Super pumped: The battle for Uber (2019), el exitoso libro del periodista Mike Isaac en el que se basa la producción. En cambio, ciertos matices aparecen en su relación con su familia y su novia, una ranura a ese mundo íntimo de uno de los nombres más importantes de Silicon Valley durante los 2010.
“Aunque la imagen que pinta no siempre es la más bonita, el hecho de que esté tan centrado en Travis con exclusión de todos los demás se siente como una extraña forma de adulación”, señala The Hollywood Reporter. “Sin nada profundo o nuevo que decir sobre lo que estamos viendo, todo se reduce a poco más que un retrato superficial de un estúpido autoproclamado”, agregó el medio en una de las críticas más duras a la serie.
La ficción –de los mismos cocreadores de Billions, Brian Koppelman y David Levien– se apropia de los recursos visuales y parte del tono que hicieron célebre a La gran apuesta (2015), la comedia en que Adam McKay exploró la última crisis de Wall Street riéndose de los personajes que lideran el mercado. En cada cada capítulo están los grandes títulos que sirven para explicar tecnicismos, el quiebre de la cuarta pared y otros tics visuales que intentan darle identidad propia a la serie. Y suma adiciones que rozan lo excéntrico, como tener a Quentin Tarantino como un intermitente narrador de la historia.
“A veces, Super pumped se siente un poco demasiado lindo para su propio bien, con puntos de vista cambiantes y personajes que rompen la cuarta pared para dirigirse directamente a la audiencia. Sin embargo, sigue siendo un examen incisivamente escrito de la mentalidad bucanera que dio origen a muchas de estas nuevas empresas que alguna vez fueron inestables”, opinó CNN
En ese sentido, la serie no guarda demasiadas similitudes con La red social (2010), de David Fincher, o con Steve Jobs (2015), de Danny Boyle, que profundizaron en las contradicciones de los creadores de Facebook y Apple, respectivamente. “En Super Pumped, incluso los gigantes tecnológicos como Sergey Brin (David Krumholtz) y Larry Page (Ben Feldman) de Google, parecen más bichos raros socialmente incómodos al estilo Silicon Valley que los genios intocables de una leyenda”, argumenta The Hollywood Reporter.
Aunque de todos modos ambos caminos puede que se crucen: la segunda temporada de Super Pumped, ya confirmada por la cadena Showtime, estará enfocada en la historia de Facebook.