“No hice E.T. con tremendas visiones de grandeza. Sólo quería hacerla. La llevaba en mi corazón. Es un cliché decir que esta película es para el niño que llevamos dentro. No, esta película es para las personas que somos, las que hemos sido y las que queremos volver a ser”. Así resumía el director, productor y guionista estadounidense Steven Spielberg, sus pretensiones con E.T., el extraterrestre, una de las películas más trascendentales de su filmografía y que marcó el imaginario de toda una generación para siempre.
Y aunque Spielberg no tenía en mente hacer un éxito, la historia de un niño solitario y de padres divorciados que se hace amigo de una criatura del espacio rompió todos los récords de la época: su estreno se posicionó como el más taquillero hasta entonces –destronando a La guerra de las galaxias–, un título que ostentó por 11 años. Esto, a pesar de la duda que tenían los estudios a la hora de financiarla, convencidos de que las historias de extraterrestres invasores eran la fórmula que mejor funcionaba en la pantalla grande y de que las películas infantiles no tenían buenos resultados.
Desde el día de su estreno en el festival de Cannes el 26 de mayo de 1982, la cinta recibió todos los elogios de la crítica especializada.
“E.T. es una mezcla perfectamente equilibrada de dulce comedia y melodrama a diez velocidades, de muerte y resurrección, de una amistad tan pura y poderosa que parece un amor idealizado”, comentaba por entonces el crítico Richard Corliss en la revista Time. Pero lo más importante vino con su llegada a las salas estadounidenses el 11 de junio del mismo año, cuando la positiva recepción del público en los cines de todo el mundo ratificó su éxito y espectacularidad.
La Academia también reconoció sus virtudes: ganó cuatro de sus nueve nominaciones, entre ellas, la estatuilla por Mejor banda sonora para el compositor John Williams, que hizo de la escena de la bicicleta cruzando el cielo una de las más épicas de la historia del cine.
La trastienda de una película personal
El argumento de la cinta tiene mucho que ver con la historia de Spielberg, que hace veinte años reafirmó que E.T es, en definitiva, su película más personal. Al igual que Elliot (Henry Thomas), la niñez del cineasta estuvo marcada por la soledad y el divorcio de sus padres.
Es por eso que decidió crear una película narrada a través de la perspectiva de los niños. La frase que Elliot dice a sus hermanos Gertie (Drew Barrymore) y Michael (Robert MacNaughton) cuando les revela la presencia de E.T condensa esa intención a la perfección: “Sólo los niños lo pueden ver”, pues los adultos querrán llevárselo y experimentar con él. También se ve reflejado en la forma en que está ubicada la cámara, casi siempre a la altura de Elliot y E.T. y mostrando a la mayoría de los adultos hasta el torso. Se trata, en palabras del director, de una película para que nos niños no se sientan solos. Conversó sobre esa idea que tenía dando vueltas en su cabeza hace varios años con la guionista Melissa Mathison, que tuvo listo el guion en ocho semanas. Ese primer borrador bastó para que Spielberg pusiera en marcha las filmaciones.
La construcción de la criatura también tuvo mucho trabajo. El director buscaba que tuviera un aspecto que se desmarcara de todo el imaginario alienígena existente y con una anatomía tan especial que hiciera que el público pensara “es imposible que sea una persona con un traje con cremallera detrás”. Por eso el cuello delgado y extenso que caracteriza a E.T.
El artista Carlo Rambaldi fue el encargado de crear los muñecos, que tuvieron diversas formas de ejecutarse: la cabeza era robotizada y controlada por 12 técnicos a la vez, con un carril en el suelo que escondía los cables del espectro visible de la cámara; mientras que en los momentos en que era necesario mostrar su cuerpo completo, se utilizaba un traje plástico vestido por Tammy y Pat Bilon, dos personas con enanismo que debían aguantar los seis kilos que pesaba la cabeza, y un joven sin piernas que se trasladaba utilizando sus brazos, que protagonizó la icónica escena donde E.T cae borracho luego de beber varias cervezas.
Además, trabajaba otra temática importante para el cine de Spielberg: las posibilidades de vida extraterrestre, que ya había desarrollado unos años atrás en Encuentros cercanos del tercer tipo. El complemento de estos elementos conjugó un verdadero hito en la historia del cine.
En el DVD conmemorativo de los 20 años, Mathison dice que su popularidad se explica porque “era para todo el mundo. A los adultos les gustaba tanto como a los niños. Los adultos la compartían con sus hijos. Esta película es una experiencia comunitaria, por eso tuvo tanto éxito, porque la compartías con todo tu entorno porque durante dos horas todos eran amigos”
Por su parte, la productora Kathleen Kenedy dijo: “Pienso que E.T. tiene una importancia enorme porque igual que en las películas que Steven ha hecho con los años, empezando de algún modo con E.T., explora el tema de la tolerancia. De alguna manera, esa es el alma de E.T. Está el tema del abandono, que creo que irónicamente y de forma simbólica, es una sensación muy extendida en el mundo ahora mismo. Y creo que está el tema de la tolerancia que es tremendamente importante en cuanto a que el mundo siga adelante con algún tipo de coexistencia”.
Los primeros 20 años fueron celebrados con una re-edición, que incluyó perfeccionamientos digitales y la liberación de un documental detrás de cámaras. El pasado jueves 26 de mayo, el Festival de Cannes conmemoró los 40 años de E.T proyectándola en la pantalla ubicada en la playa Macé. Sin dudas se trata de una película trascendental para la historia del cine, que entregó un mensaje de tolerancia, compasión y amistad a través de un extraterrestre afable, y en medio de la crisis que implicó la guerra fría en el mundo.