“Dios me perdone este libro amargo”: Desolación, la historia del debut de Gabriela Mistral
Fue en Estados Unidos, en el segundo semestre de 1922, cuando se publicó el primer libro de Gabriela Mistral. A instancias de un académico español que admiraba su trabajo, recopiló todo lo que la oriunda de Vicuña había escrito hasta ese entonces. Junto a dos expertos recorremos las claves de un libro cumbre.
Quedó maravillado. Cuando el académico español Federico de Onis se topó con los poemas de Gabriela Mistral en diferentes revistas y publicaciones aisladas, no lo pensó un segundo. Para él, los escritos de la joven profesora chilena debían ser conocidos en todo el orbe. Hasta entonces, permanecían como un precioso material disperso.
“Le he encontrado en el sendero / No turbó su ensueño el agua / ni se abrieron más las rosas/ abrió el asombro mi alma / ¡Y una pobre mujer tiene / su cara llena de lágrimas!”, escribió Gabriela en El Encuentro, parte del ingente material con el que se topó De Onis. Por ello, el profesor de literatura española de la señera Universidad de Columbia comenzó a difundirla.
En una conferencia en el Instituto de las Españas, de Estados Unidos, De Onis presentó la obra de Mistral ante académicos y estudiantes. Ante la excepcional recepción que encontró en el público, en los primeros meses de 1921, le escribió a Mistral y le sugirió la idea de realizar un libro con su material para que fuera publicado en Estados Unidos.
“En ese año, Gabriela Mistral estaba como directora del Liceo de Niñas Nº6 de Santiago Teresa Prats de Sarratea, en el barrio Franklin -cuenta a Culto Jaime Quezada, uno de los principales investigadores de la obra de la oriunda de Vicuña-. Recibió una carta de Federico de Onis donde le pidió todos los poemas que pudiera tener. Era bastante material, ella lo reunió y se lo mandó ordenado. Con dedicatoria y secciones interiores”. No era para menos, era una oportunidad tremenda y Mistral se la tomó en serio.
Aunque parezca increíble dada la estatura de Lucila Godoy Alcayaga como poeta, ver sus poemas impresos en libros no era una obsesión para ella. “Nunca fue muy dada a publicar su trabajo, tuvo posibilidades de hacerlo en Chile a través de casas editoriales, como por ejemplo, Ediciones de los Diez. Pero no lo hizo por su típica modestia”, explica a Culto Pedro Pablo Zegers, renombrado especialista en Mistral y director de la Biblioteca Nacional. Sin embargo, la oferta de que su primer libro saliera en el extranjero era algo difícil de rechazar.
Con 33 años, Mistral fue colocando en las páginas de Desolación todo aquello que había escrito hasta ese momento en cada una de las destinaciones donde la labor pedagógica la había llevado. “El poema Desolación, que le da el título al libro, lo escribió cuando estaba en Magallanes”; señala Quezada. “El libro lo empezó a escribir en Los Andes y prácticamente lo terminó en Temuco -señala Zegers-. Desolación obedece a la Patagonia, el capítulo Naturaleza es dedicado a ese lugar, describe ese paisaje tan desolado”.
Dividido en temáticas de Vida, La escuela, Infantiles, Dolor, Naturaleza, Canciones de cuna y Poemas en prosa, Mistral abordó varias aristas. Está su Oración a la maestra, con su famoso inicio en que además da cuenta de su condición de creyente: “¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la tierra”.
Además, este libro incluyó los Sonetos de la muerte, el poema con que Mistral ganó los Juegos Florales de 1914. De alguna forma, el tono algo lúgubre de esos premiados versos terminó por colarse en los demás. “Desolación es un libro desgarrador, tiene una mirada bastante dramática -opina Zegers-. Basta leer el Voto que ella hace al final del libro: ‘Dios me perdone este libro amargo y los hombres que sienten la vida como dulzura me lo perdonen también”.
“Son las desolaciones geográficas y espirituales que ella tuvo en su estadía en Magallanes. Pero en verdad no es un libro desolado -piensa Quezada-. Es un libro cargado al romanticismo de la época, con sus situaciones espirituales de ella, en el sentido de tener celos, pasiones, desamores”.
Dedicado a su amigo Pedro Aguirre Cerda, quien como ministro de Estado la había apoyado y protegido, y a su esposa Juanita, Desolación apareció en el segundo semestre de 1922, con prólogo de Federico de Onis. “Cuando Gabriela Mistral estaba en México, le escribe a Pedro Aguirre Cerda diciéndole que en junio de ese año iba a salir el libro”, comenta Zegers. Por su lado, Jaime Quezada señala: “Desolación apareció en las primeras semanas de octubre de 1922″.
Tuvieron que pasar unos meses, abril de 1923, para que los chilenos y chilenas de la época pudieran leer Desolación. La edición nacional, a través de Nascimento, contó con un prólogo extra, del poeta Pedro Prado. El resto es historia. Mistral continuó publicando, vinieron Ternura (1923), Tala (1938) y el Premio Nobel de Literatura, en 1945.
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