Samanta Schweblin, escritora argentina: “No me gusta pensar en el cuento como la versión breve de una historia”

Samanta Schweblin wsp

Flamante ganadora del importante Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, que la galardonó por su trayectoria, la destacada autora argentina conversa con Culto acerca de su trayectoria, sobre Distancia de rescate -la novela que Netflix llevó a la pantalla-, sus influencias y su nexo con los talleres literarios.


Solo 44 primaveras cuenta la escritora argentina Samanta Schweblin, y en ese tiempo ha publicado 5 notables libros: dos novelas y tres volúmenes de cuentos. Ese corpus le bastó para que el pasado 9 de septiembre el jurado del importante Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, de manera unánime, le otorgara el galardón este 2022. Es una de las premiadas más jóvenes de la historia del estímulo, comparable a los 41 años que contaba el mexicano Jorge Volpi cuando lo obtuvo en 2009.

Pero números más, o números menos, lo cierto es que la talentosa pluma de Schweblin no ha pasado desapercibida en el panorama literario mundial. De hecho, a mediados de septiembre, se confirmó que su nombre integra este año la “lista larga” del National Book Awards, en la categoría Libro Traducido, por su volumen de cuentos Siete casas vacías (2015), cuya traducción al inglés corrió por Megan McDowell, quién también trabaja –entre otros– con Alejandro Zambra, Lina Meruane y Mariana Enríquez.

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Pese a haber recibido otros reconocimientos, como el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero (2015), el Premio Juan Rulfo (2012), o el Premio Casa de las Américas (2008), Samanta no saca los pies de la tierra. “En principio, el Premio José Donoso es absolutamente inesperado, porque no es un premio al que uno aplique. Pero sobre todo porque es un premio a la trayectoria de un autor, y es la primera vez que me dan un premio de este tipo”, señala a Culto desde Berlín, donde reside.

¿José Donoso ha sido un escritor influyente para ti?

Fue un autor presente en la biblioteca de mis padres, que era muy pequeñita pero tenía varios de sus libros. Recuerdo sus cuentos, y Casa de campo. No sé si es un autor que me haya influido particularmente, pero también tengo mucha obra de él pendiente y hace muchísimos años que no lo leo, y por supuesto ahora toca pagar mis deudas.

¿Cómo se sigue escribiendo tras un reconocimiento como este?

Supongo que ahora me toca descubrirlo. Hasta ahora, en mi experiencia, los premios no interfieren demasiado con la escritura. Quizá desde lo práctico, algunos premios quitan un poco de tiempo, pero también, si dan dinero, te están dando a cambio mucho tiempo libre para la escritura. Y al final, escribir es algo que hago sobre todo para mí, es algo que necesito hacer, así que supongo seguiré haciéndolo con o sin premios. Me gusta pensar que los premios son algo que les pasa sobre todo a los libros, y no tanto a mí.

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Fue el volumen de cuentos El núcleo del disturbio, publicado en 2002 por Ediciones Destino, con el que Schweblin arrancó su trayectoria como escritora. En un principio se decantó por los cuentos, pero en 2014 publicó su primera novela, la celebrada Distancia de rescate, bajo la mexicana editorial Almadía. En ese ir y venir entre cuentos y novelas, ¿dónde se ubica ahora? ¿se considera más una cuentista que una novelista? Schweblin afirma: “Es que no son términos en los que piense a la hora de sentarme a escribir una historia. Cuando tengo una idea pienso en tono, en personajes, en ritmo, en narradores, pero la extensión me resulta siempre una mera consecuencia de todo lo anterior. No veo en la distinción entre cuento y novela más que decisiones comerciales y editoriales, y no me interesa pensar en nada de esto en mis procesos de escritura”.

Sobre Distancia de rescate, tu primera novela, ¿la ves como una novela corta o un cuento largo?

Fue un cuento que se me fue de las manos, todo lo contrario al gesto de alargar. Quise un cuento, y por más que me esforcé con creces, necesité cien páginas más para contar algo que quería contar en treinta. Desde la perspectiva de un cuentista, escribí una novela porque fracasé en mi intento de escribir un cuento. No me gusta pensar en el cuento como la versión breve de una historia, un cuento debería ser tan intenso y complejo como una novela. Es como un túnel vertical hacia el centro de la Tierra.

Distancia de rescate narra la historia de Amanda, quien agonizante en una cama de hospital, intenta recrear los hechos que la llevaron hasta ahí. La acompaña David, un chico que al beber agua de un río desencadena una trama, donde se cruzan hechos fantásticos con las consecuencias que genera la contaminación en los habitantes del campo argentino, producto del uso de pesticidas y las plantaciones de soja transgénica.

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Hay que tener claro que Distancia de rescate se anota más en el registro de lo fantástico que en el del terror. “No es una novela de terror, para nada, pero me parece que hay muchos elementos, por ejemplo, esta cantidad enorme de niños con malformaciones en un pueblo lleno de abortos espontáneos, donde los caballos caen desmayados porque sí, donde los patos se mueren, que pareciera que son elementos arbitrarios del género fantástico, y no está mal que alguien que está fuera del tema los lea así, ¡pero lo terrible es que en realidad eso pasa! Esas son las consecuencias de los pesticidas en el campo argentino”, dijo Schweblin en una entrevista de 2014.

La novela tuvo tanta repercusión que se llevó al cine, en una adaptación dirigida por la cineasta peruana Claudia Llosa y protagonizada por Dolores Fonzi y María Valverde. Schweblin participó en la elaboración del guion y parte del filme se rodó en nuestro país, en los alrededores de los lagos Villarrica y Llanquihue. Hoy, se encuentra en la plataforma de streaming Netflix.

¿Te gustó la película que se hizo de Distancia de rescate?

Me gustó mucho, y sé que es un absoluto privilegio para un autor, poder darse el lujo de contestar algo así sobre una adaptación de su obra. Entré a esta idea de adaptación con algunos miedos, pero estoy realmente sorprendida de hasta qué punto la película logra vibrar en la misma sintonía que el libro. Una adaptación siempre supone una mirada nueva, una lectura única, pérdida y ganancia de material, es algo que puede ser bastante incómodo para el autor. Pero siento que en lo más esencial, es decir, en lo más puro de sus personajes, en su tensión, en la emocionalidad que atraviesa toda esta historia, en sus espejismos, el libro y la película van de la mano.

¿Cómo surgió la idea y escritura de Distancia de rescate?

Escribí el inicio de un cuento donde una madre soltera, recién mudada a su nueva casa con su pequeña hijita, conoce al hijo de su vecina y le parece un niño peligroso, se asusta, no lo quiere cerca de su hija, y en la noche la madre sueña el sueño que Amanda tiene en el libro y en la película. De hecho, ese sueño sobre Nina mostrándole la lata de arvejas y dando un grito es lo único que quedó de la idea original. Luego estuve pensando en la historia casi dos años, dándole vueltas y vueltas, tengo doce borradores distintos. Hasta que en uno de esos borradores apareció la voz de David. Con la aparición de esa voz se ordenó toda la historia, que escribí en unos cuatro o cinco meses, pero porque ya tenía toda la trama muy pensada en mi cabeza.

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Un hombre sin suerte

Si se revisa el volumen de cuentos Siete casas vacías, publicado en 2015 por la española editorial Páginas de espuma, destaca el relato Un hombre sin suerte, quizás su mejor narración corta, y por la que obtuvo el Premio Juan Rulfo, en 2012. Ahí, Schweblin juega con decir las cosas sin decirlas, o nombrarlas. Más bien, insinuarlas, todo con una prosa fluida y precisa. En este caso, cuenta la historia de un hombre quien se encuentra con una niña, a la que le hace un particular regalo. Todo desde el punto de vista de la chica.

¿Cómo fue el proceso en que escribiste Un hombre sin suerte?

Es un cuento que trabaja con la perversidad del lector. Sin la perversidad y los prejuicios del que lee, el cuento no funciona. Y siempre me río de esto con los lectores, en charlas o en clases, porque por supuesto, yo tuve que usar mi propia perversidad y mis propios prejuicios para escribirlo, es una carga oscura que todos llevamos. Y el cuento demuestra hasta qué punto somos todos tan previsibles en estos miedos. Pero si somos previsibles, ¿no podemos, entonces, también aprender a desactivarlos, o al menos a detectarlos como lo que son? Es decir, una cosa es tener miedo a algo, y pensar “esto puede ser peligroso”, y otra cosa es tener miedo y pensar “esto puede ser peligroso pero… También podría ser un prejuicio, también podría ser mi propia perversidad”. Eso es lo maravilloso de la literatura, que la experimentamos con la suficiente distancia como aprender estas diferencias, y si ponemos atención en ellas, podemos salir del mundo de la ficción, y regresar a la vida real con información vital, que podría cambiar nuestra manera de pensar y ver las cosas.

En general, tienes una aproximación a lo real, pero con elementos de lo fantástico y del terror. De cierta forma, ¿te sientes heredera de una tradición que tiene Argentina de la literatura fantástica? Con Bioy Casares, Cortázar, Antonio di Benedetto o Felisberto Hernández.

Absolutamente. Es decir, no sé si me siento cercana, en el sentido que creo que hay modos de narrar, y focos, y sobre todo ritmos muy diferentes. Pero sí me siento muy acunada por esa tradición que leí con devoción, y que es la razón por la que me enamoré del género del cuento por sobre todos los demás, y de la atención y curiosidad hacia lo extraño, lo real pero corrido de lugar, lo anormal, lo fuera de la norma.

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La alumna Samanta

Como el caso de Pía Barros en Chile, quien en su taller literario ha visto pasar nombres capitales como Pedro Lemebel, Nona Fernández o Alejandra Costamagna, o el de José Donoso, quien tuvo como alumnos a Alberto Fuguet o Carlos Franz, en Argentina una destacada tallerista es la escritora Liliana Heker. Samanta Schweblin fue justamente discípula suya y hoy recuerda esos días en que compartía sus escritos con ella.

¿Qué cambió en tu escritura tras la experiencia?

Llegué al taller de Liliana con dos libros ya publicados, pero por algo, aún con dos libros, seguía buscando una mentora. Liliana fue mi gran maestra. Sin nunca tocar ni poner en peligro mi propia mirada sobre el mundo, ni mi estilo, ni mis modos, me enseñó dos cosas que dichas acá cortito podrían parecer menores, pero creo que son muy difíciles de enseñar y que hacen la gran diferencia para alguien que escribe. Primero, aprender a leer lo que realmente dice tu texto, y no lo que a vos te gustaría que esté diciendo. Esto es dificilísimo, creo que es lo más complicado de aprender. Porque hay que tirar el ego y las expectativas a la basura, hay que leerse con mucha valentía, y es muy agotador, por que la gran mayoría de las veces lo que uno lee es una verdadera porquería. Segundo, a reconocer todos los movimientos y las decisiones personales que uno hace durante la escritura más creativa de los primeros bocetos, y teorizarlas, para poder utilizarlas como herramientas propias no solo en los momentos de inspiración, sino también cuando uno no se siente inspirado en absoluto, que es un estado que acompaña también gran parte del proceso.

Samanta Schweblin.

¿Piensas que son necesarios los talleres literarios?

Absolutamente. No creo que sean imprescindibles, hay grandes autores que no han pisado ni un taller. Pero no me creo el cuento del escritor genio. Si para todas las demás artes se estudia y se practica y se copia y se repite, ¿porqué no cuenta esto para los escritores? Creo que la escritura es sobre todo un estado de atención. Por eso es cada vez más difícil, porque la atención es una capacidad que estamos perdiendo más rápido que cuando perdimos nuestros pelos de homosapiens. Cualquier disciplina que fortalezca nuestra atención sobre las cosas, nuestra sensibilidad en la mirada, ayuda a la escritura. Pero un taller literario, si es bueno, debería ser capaz de acelerar también estos procesos.

¿En qué te encuentras ahora?

Estoy trabajando en un nuevo libro de cuentos, que ya empieza a armarse. También estoy luchando con una nouvelle, pero como me pasó con Distancia de rescate, ya tengo varios borradores y aún no me conforma, creo que hay puntos estructurales que aún necesito ver con más claridad.

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