Annie Ernaux, entre la intimidad y la autoficción: la historia de la ganadora del Nobel de Literatura
Con libros fundamentales como El lugar o El acontecimiento, Ernaux ha desarrollado un proyecto escritural basado en la autoficción, siendo una de sus pioneras, aunque ella rehúye encasillarse en alguna etiqueta. Sus libros, anclados en la memoria y la vida, se pueden encontrar en castellano incluso con traducción y edición desde Chile.
Fue en 1983. Ese año, la normanda Annie Ernaux publicó un libro que significaba una decisión. Se llamaba El lugar (1984) donde ahondaba en una manera muy íntima el duelo que tuvo tras la muerte de su padre y sus inicios trabajando como profesora en una provincia francesa. Con ello, hizo abandono definitivo de la ficción. Ahí nació un proyecto escritural propio que se convirtió en un sello.
Ernaux comenzó a publicar literatura vinculada al “yo” usando formatos como el diario, el relato de experiencias personales y la reflexión sobre su pasado, siendo una de las pioneras en el estilo. De hecho, tras la muerte de su madre repitió el ejercicio y publicó Una mujer, en 1989. De hecho, casi como una saga familiar, años más tarde escribió La vergüenza (Tusquets), en 1998, donde relató una particular historia: cuando ella tenía 12 años, su papá quiso matar a su mamá. En un libro conmovedor que pone un pie en la violencia de género.
Es que para Ernaux, más allá de lo meramente personal, define su “yo” como un “nosotros”, ello genera una transversalidad y universalidad que le significaron el Nobel, que justamente premia esa intención. De hecho, en El acontecimiento (2000), uno de sus libros más reconocidos, narró su propia experiencia con un aborto clandestino en 1964. Una experiencia terrible que, por supuesto, más de una mujer ha vivido y por eso genera rebote en la sociedad.
“Soy una etnóloga de mí misma. ¿Que cuento intimidades? Lo íntimo siempre es algo social. Es inconcebible un yo puro en el que los otros, las leyes, la historia, no estuvieran presentes. El relato del aborto clandestino que cuento en El acontecimiento hubiera sido distinto con una ley y una sociedad distintas. No me considero un ser único y singular sino el resultado de una suma de experiencias y determinaciones sociales, históricas y hasta sexuales”, comentó a El País años después.
En una entrevista de 2002 para su editorial francesa Gallimard (que la publica en su país), comentó cómo fue volver a encontrarse con esos recuerdos casi 35 años después para después volcarlos en frases, palabras y en las páginas de papel. “Ese recuerdo nunca me ha dejado. Representa en mi vida, como creo en la de muchas mujeres, ya sea antes o después de la ley del Velo de 1975, un acontecimiento en el verdadero sentido de la palabra, es decir algo que sucede y te transforma. Dicho esto, muy bien se puede ocultar después, que fue mi caso. Este tipo de evento femenino por excelencia, que concierne a la vida, como es el parto, es además una vez más encubierto, como si el discurso médico impidiera a las mujeres pensar sobre sí mismas y decir sobre sí mismas”.
“Primero, estaba el silencio de la década de 1960, porque cualquier mujer que había ‘estado allí', como decían, se sentía culpable. Entonces las mujeres contaron lo que les había pasado, pero en el contexto de la lucha por la liberalización del aborto. Yo mismo pertenecí a estos grupos y relaté, para un ‘libro negro’ sobre el aborto, mi propia experiencia, pero bajo un aspecto completamente diferente. Siempre me resulta difícil explicar por qué es tan difícil hablar de ello. Quizá porque si hablamos de ello de otra manera que no sea en términos de ‘elección de la mujer’, etc., inmediatamente somos vagamente sospechosos de estar “en contra”. Guardamos silencio sobre la experiencia real del aborto. Hay, por ejemplo, una cosa que nunca dije antes de escribirlo: que estaba orgulloso de haber pasado por ese calvario. ¿Cómo explicar este orgullo? Fue como una experiencia iniciática para mí, la prueba de la realidad absoluta”, agregó.
En una entrevista del 2020 con Infobae, Ernaux recordó que el bichito de la escritura lo tenía desde muy joven: “El deseo de escribir me llegó a los 20 años, pero entonces no estaba en absoluto centrado en mi propia historia, aún cuando el texto que escribí y envié a un editor -quien lo rechazó-, tenía la marca de un trauma relacionado con el verano de mis dieciocho años, algo que, en realidad, recién pude afrontar hace cuatro años, en mi libro Memoria de chica. Fue a los 27, justo después de la muerte de mi padre, que tomar conciencia de que me había alejado de él, de mi familia, de mi clase social de origen me abrumó y decidí escribir sobre eso, esta vez partiendo de mí, hablando de mí. Eso es lo que hice, pero no de inmediato. Aunque muchas mujeres habían estado escribiendo en primera persona desde 1968, fue difícil porque el paso del mundo popular al mundo intelectual burgués no era un tema tratado en la literatura, especialmente en la literatura contemporánea. Y, por otra parte, creo que tenía miedo de escribir en primera persona así que lo hice bajo la máscara de la novela, en mi libro Los armarios vacíos, inventándome otro nombre. Nunca confesé que era mi propia historia”.
Sin Ernaux, la escritura de Emmanuel Carrère probablemente no habría existido, tampoco Karl Ove Knausgård. Fue con ella que la autoficción apareció con fuerza en el panorama literario mundial. Aunque eso sí, ella misma rehúye de las etiquetas.
“Todo eso son palabras. Para mí la escritura es el medio de aclarar las cosas que he sentido y que hasta ahora no tenían una realidad. Lo hago a través de mi propia experiencia, de ahí el término autobiográfico. Es un trabajo a la vez que una búsqueda de la realidad a través de la intimidad y a través de lo personal, que no es lo mismo. Se trata de buscar la realidad a través del sentir personal, sí, es eso”, comentó a El País en abril de este 2022.
Las voces ajenas
En su cuenta de Twitter, la escritora nacional María José Navia, comentó sobre ella: “Hay quienes la han llamado una ‘guardiana de la memoria’ ya que, en sus obras, intenta capturar (ella dice: salvar) un tiempo, un momento. Es lo que hace de manera grandiosa en Los años (2008), probablemente su novela más famosa y premiada”.
“Ernaux se sumerge profundo en las experiencias que viven las mujeres, que vivió ella. El distanciarse de sus padres luego de estudiar y empezar a trabajar como profesora (El lugar),su juventud en Memoria de chica, o el relato de una experiencia de aborto en El acontecimiento”, agregó la autora de Una música futura.
Desde su verja, la académica del Instituto de Estética de la UC y crítica literaria de LUN, Patricia Espinosa, comenta a Culto: “Considero un acierto este premio a Annie Ernaux, escritora dedicada a la no ficción autobiográfica. Su escritura es un híbrido entre crónica, diario, memorias y se caracteriza por el uso de una primera persona, orientada a exponer secuencias de su intimidad en diversas etapas de la vida. La memoria, ocupa un lugar central en su propuesta estética; una memoria, configurada a partir de fragmentos, recuperables a través de la escritura”.
“Es destacable en Ernaux, su estilo simple, la cercanía de sus protagonistas, el uso de un lenguaje común, ajeno a cualquier pompa -añade Espinosa-. Con apenas unos cuantos elementos, Ernaux consigue crear una historia, donde lo común alcanza momentos casi epifánicos. Me parece relevante que la exposición de la clase social de su familia de comerciantes, sea recurrente. De igual manera sucede con la presencia constante de la idea de vergüenza. Me refiero con esto último, al pudor que manifiestan sus protagonistas ante la opinión de los otros o la imagen que proyectarán. Todo exceso o salida de compostura, para una chica-mujer educada en colegio pagado, y bajo estrictas normas religiosas familiares, resulta vergonzante. Su escritura, en tal sentido, permitiría neutralizar aquella sensación de pudor ante la exposición de deseos o violencias experimentadas. Para mi lo más inquietante y atractivo de Ernaux es el halo de sensualidad y perversión que habita en sus personajes femeninos”.
Por su parte, la académica Mónica Barrientos, PhD en Hispanic Languages & Literature de la Universidad de Pittsburgh, y que forma parte del Grupo de Investigación en Literatura y Escuela de la Universidad Autónoma de Chile, explica: “No era una sorpresa que este año fuera elegida una autora, ya que en 2021 fue un escritor. Annie Erneaux es una escritora muy interesante. Una de sus principales características es que ella narra desde la intimidad y tiene una autobiografía de su vida. Lo interesante que tiene es que no solo tiene una mirada personal de los acontecimientos, sino que los va tejiendo a través de lo colectivo. Ella resalta aspectos de la vida familiar, habla de la genealogía de su padre, de la genealogía de su madre, mientras escriben en un tiempo presente”.
“Ella se incluye en su mirada personal dentro de un trabajo colectivo. Quiero destacar que ella es profesora de Literatura y tiene una mirada bastante amplia de los grandes escritores franceses como Mallarmé por lo que se puede notar en su escritura un sello poético”, añade.
A diferencia de otros autores europeos, Ernaux ha tenido una historia editorial en nuestro idioma menos fragmentada y más continua. Con algo de desfase, sus libros han pasado del francés al castellano a través de las casas editoriales españolas Tusquets y Cabaret Voltaire. Pero en Chile también se le ha traducido y publicado. La editorial independiente Los libros de la mujer rota publicó este 2022 La otra hija, libro original de 2014.
A cargo de esa traducción estuvo el escritor nacional Galo Ghigliotto, quien comenta a Culto: “Es una escritora fundamental de la literatura francesa, ya que se ha posicionado de un lugar ajeno al star system de ese país, en un mercado centrado en el policial, las novelas de temas políticos alrededor del mundo, o bien, una cierta experimentación o erudición que tiene mucho que ver con el arte pero poco con la vida; Ernaux en cambio ha hecho de la vida, de los pesares, incluso de los traumas, un material de escritura en el cual la honestidad es lo más importante, el arrojo, la falta de miedo de mostrarse tal como es: una mujer de provincia que escribe desde esos lugares, en conflicto con su propia lengua y su identidad”.
De alguna manera, el Nobel de Ernaux representa el reconocimiento de la Academia a la literatura francesa, la más importante del mundo en estos días. Cuenta con exponentes de primera línea como Michel Houellebecq o Emmanuel Carrère, pero también otros nombres capitales como Patrick Modiano (Premio Nobel de Literatura en 2014), Vanessa Springora, Virginie Despentes o Catherine Millet. No es casualidad tampoco que Francia es el país con mayor cantidad de premiados, con 15, contando a Jean Paul Sartre que lo rechazó en 1964. Hay que agregar que es la 17ª mujer que lo recibe, de 118 galardones.
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