Consuelo Terra, ilustradora: “Hacer memoria es un acto de amor, por efímero que sea”

Consuelo Terra wsp

La periodista e ilustradora nacional acaba de recibir el Premio Literario Coré a la Ilustración Editorial por su trabajo en la novela gráfica Mamá, yo te recuerdo. En charla con Culto, desmenuza el libro y asegura que el rubro de los libros ilustrados va en alza.


Es periodista, pero también ilustradora. Y gracias a su labor en la novela gráfica Mamá, yo te recuerdo (en coautoría junto a Emliano Valenzuela, vía Reservoir Books), Consuelo Terra acaba de obtener el Premio Literario Coré a la Ilustración Editorial, uno de los galardones importantes para el mundo de los libros.

“Me embarga felicidad y sorpresa. Este premio es un reconocimiento como dibujante que me estimula a seguir creando y aprendiendo. También me alegra saber que esta novela gráfica que hicimos con tanto cariño con Emiliano logró emocionar y el premio ayudará a que siga encontrando lectores”, comenta Consuelo Terra a Culto sobre el galardón.

¿Cuánto ha influido tu formación como periodista en tu trabajo como autora?
El periodismo escrito, que es el que he practicado yo, me dio una base narrativa que me ayuda mucho al crear cómics e ilustraciones. Mi trabajo como autora es muy narrativo, es contar historias con dibujos, pero en un formato mucho más visual y maleable como la historieta. Creo que también me ha influido en que, hasta el momento, los cómics que he hecho han estado anclados en la realidad, la no ficción, y eso también viene de mi formación periodística. Por último, gracias al oficio de periodista conocí a Emiliano Valenzuela y nació el libro Mamá, yo te recuerdo. Lo entrevisté en 2013 para la revista Paula porque él estaba haciendo fotos a su mamá que estaba recién diagnosticada de Alzheimer. El reportaje también se llamó Mamá, yo te recuerdo y ganó el premio MAGS al mejor reportaje gráfico. Nos hicimos muy amigos y unos años después se nos ocurrió transformar su historia en una novela gráfica.

¿Cómo fue que comenzaste a dibujar y a hacerlo de manera más profesional?

Cuando chica dibujaba cómics inspirados en dibujos animados que me gustaban como Denver, el último dinosaurio y Robotech. Ya más grande, dibujaba cosas que pasaban o que veía en mis viajes. En uno de esos viajes, a los 26 años, me topé con Persépolis, de Marjane Satrapi en una librería. No me lo compré, porque era muy caro, pero me quedé un buen rato embobada leyéndolo. Me sentí muy inspirada. Nunca había visto un libro así, con dibujos tan aparentemente simples pero potentes y una historia personal que atrapaba. Supe que ese era el tipo de libro que me encantaría hacer. Empecé a dibujar más, a hacer cómics cortitos. Tomé talleres que fueron muy importantes en mi aprendizaje, como el taller de escritura para niños de María José Ferrada y el taller de cómic autobiográfico de Marcela Trujillo. En el taller de Maliki empecé a trabajar el primer capítulo de Mamá, yo te recuerdo, me ayudó mucho a pensar la historia en imágenes, cómo lograr un dibujo que complemente y potencie ese texto tan bonito que había creado Emiliano. Aconsejada por ella tomé dos cursos en la School of Visual Arts en Nueva York, uno sobre entintado de cómics y otro sobre tiras cómicas. Esos tres meses inmersivos dibujando me soltaron más la mano, me dieron confianza. Y luego pasé más de tres años dibujando las páginas de Mamá, yo te recuerdo entremedio de mis trabajos como periodista. Hacer este libro fue mi escuela. Tiene hartas pifias de principiante, pero también tiene páginas que me dejaron bien contenta.

¿Tienes alguna referencia en la ilustración?
Estoy lejos de la maestría de mis referentes, pero menciono a los que fueron mis libros de cabecera mientras dibujaba Mamá, yo te recuerdo: Persépolis, de Marjane Satrapi por su entintado en blanco y negro y su mezcla de historia personal y de un país. Marcela Trujillo, que fue y es mi mentora y además me encanta el humor y honestidad de sus cómics. Fun Home, de mi ídola Alison Bechdel, una novela autobiográfica queer cargada de metáforas literarias. Tuve la suerte, además, de ver el musical basado en su libro y también me voló la cabeza. Maus, de Art Spiegelman, otro clásico que me inspira por como habla de la memoria y el trauma intergeneracional. Liniers y Quino, con sus personajes de niñas que no siguen al rebaño. Los libros ilustrados de Edward Gorey y Maurice Sendak, por su mezcla de oscuridad, ternura y mucho achurado. Y otros libros que me han inspirado más recientemente: Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris y Un tributo a la tierra, de Joe Sacco.

¿Piensas que se ha empezado a valorizar más el trabajo de los libros ilustrados?
Sí y no. Creo que hay una variedad y calidad maravillosa de libros álbumes, novelas gráficas y otro tipo de libros ilustrados para niños, jóvenes y adultos. Tienen un público creciente que sí los valora, se identifica, disfruta con esas historias y los lee. Como pequeña muestra: en la biblioteca de Harvard hay una sección de lecturas recreativas para los alumnos y los libros que más leían los alumnos eran novelas gráficas y libros ilustrados. Los libros ilustrados tienen un potencial de temas y formatos con mucho espacio para seguir creciendo. Algunos de ellos, como Maus, Fun Home, Persépolis o la misma Mafalda son obras literarias y artísticas a la altura de grandes clásicos de la literatura. Aunque gran parte de los medios y la crítica no les dan la cobertura que ameritan y todavía los trata como un arte menor. Como si esos libros no fueran “literatura de verdad”.

Citan en los créditos a Julia Toro, ¿cómo fue trabajar con ella?
No trabajamos con ella directamente, pero sí sus fotografías fueron un referente visual de la atmósfera del Santiago de los ochenta. Dos de sus fotografías las dibujé como fondo en el capítulo “El país de Star Wars”.

El tema de la memoria es quizás lo que cruza el libro Mamá yo te recuerdo. ¿Cuán importante fue para este trabajo?
Muy importante. El Alzheimer de la madre del protagonista es también una metáfora de Chile y su mala memoria. Los sueños truncados el 11 de septiembre del 73, las emociones ambiente previas al estallido social de 2019, lo escalofriante que fue volver a ver tanques en la calle (aunque después medio nos acostumbramos) y la sensación de que estamos viviendo el comienzo de un nuevo Chile que aún no termina de tomar forma. El cómic parte con la frase “Hay imágenes que viven en la sangre”. Y es así, la memoria de nuestra infancia, de nuestros padres y de las cosas que no recordamos de nuestros antepasados, de miedos, derrotas y esperanzas cuya huella está en nosotros, consciente o no. Hacer memoria es un acto de amor, por efímero que sea. Emiliano, en su versión personaje de cómic, relata lo que su mamá ya no puede recordar a causa de la enfermedad. Relata el Chile en el que creció su mamá, un Chile que ya no existe pero que ella aún habita. Y ahora también, el Chile de los ochenta en que Emiliano y yo nacimos ya no puede ser más vintage.

¿En qué proyectos te encuentras trabajando ahora?
A mitad de noviembre va a salir publicada la versión en inglés del libro Movements and Moments con la editorial Drawn and Quarterly, un libro con ocho historias sobre feminismos indígenas en formato cómic en la que participamos junto a la periodista Greta Di Girolamo con un cómic de 35 páginas. Nuestro cómic Millaray Huichalaf, la protectora del río sagrado, sobre la historia de la machi Millaray Huichalaf y su defensa del río Pilmaiken fue uno de los 15 relatos de activistas indígenas y medioambientales de todo el mundo que quedaron seleccionados en este proyecto convocado por Goethe Institut Indonesia. Este año salió publicado en Alemania y en India y ahora viene la versión norteamericana. Y estoy preparando otro libro que tiene a una niña queer como protagonista.

El libro Mamá, yo te recuerdo, se encuentra disponible en las librerías nacionales.

Mamá yo te recuerdo wsp

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