A pesar del enorme impacto que tuvo la novela en el imaginario literario de España, aún no existía una adaptación cinematográfica local que le hiciera justicia a su historia. Al menos así fue hasta septiembre del 2022, mes en que las salas españolas recibieron el estreno en cines de Los renglones torcidos de Dios, el exitoso y esperado largometraje dirigido por Oriol Paulo que arrasó en la cartelera del país europeo.
Ambientada durante la década del setenta, la película narra la historia de Alice Gould, una detective que llega al hospital psiquiátrico de Nuestra Señora de la Fuentecilla para investigar el presunto asesinato de uno de los pacientes. Pero lejos de encabezar una indagación puertas afuera, Gould apuesta por fingir una afección mental para ingresar al recinto como una paciente más y, así, desarrollar el proceso investigativo en primera persona.
Sin embargo, y a medida que pasan las semanas, la detective comienza a verse enfrentada ante una serie de situaciones que difuminan la delgada línea entre realidad y ficción que, lentamente, comienzan a poner en duda su relato. Una narración que toca la tecla del thriller psicológico que incluso ha sido comparada con obras como La isla siniestra (2003), novela del escritor Dennis Lehane que en 2010 fue llevada al cine por Martin Scorsese.
Pasaron apenas tres meses desde su estreno en cines para que Los reglones torcidos de Dios arribara en el catálogo de Netflix el pasado 9 de diciembre. Y en la línea de lo que ha sido su recepción entre el público español, bastó menos de una semana para que la película se posicionara rápidamente en el top de los contenidos más reproducidos de la plataforma a nivel global.
Literatura vivencial
Al igual que el personaje de Alice decide ingresar en el psiquiátrico para resolver el misterio del asesinato in situ, el periodista y escritor Torcuato Luca de Tena también optó por la investigación vivencial a la hora de pensar y redactar su novela.
Pero a diferencia de su protagonista (que en la ficción pasa cerca de dos meses recluida en el recinto), la estadía del autor fue un poco más breve. Así fue como estuvo cerca de tres semanas dentro del hospital psiquiátrico de Conxo, ubicado en la región de Santiago de Compostela, donde entrevistó al personal médico y a los pacientes, estudiando sus comportamientos y expedientes para recrear un ambiente lo más fidedigno a la realidad de la salud psiquiátrica de fines de los setenta.
Por esos años, el centro visitado por Torcuato Luca de Tena fue objeto de investigación por denuncias de malas praxis que incluían abusos físicos y psicológicos contra los pacientes. Una denuncia que estuvo encabezada por el doctor Juan Antonio Vallejo-Nágera, psiquiatra destacado en el mundo académico que colaboró con el autor de la novela escribiendo nada menos que el prólogo.
Para la década del 70, una serie de autores y movimientos académicos como la anti psiquiatría comenzaron a intensificar sus críticas hacia varias de las prácticas y tratamientos cuestionables que, por entonces, eran bastante comunes en los hospitales. Las diversas expresiones artísticas como la literatura y el cine no quedaron indiferentes a la crisis: filmes como Atrapado sin salida (1975) y la misma novela Los renglones torcidos de Dios (1979) son testimonios de una época donde las enfermedades mentales eran aún más estigmatizadas que en la actualidad.
La contingencia y la novedad del relato llevaron a que el libro de Torcuato Luca de Tena fuera best-seller casi desde el primer momento, transformándose en un verdadero clásico del panorama literario del país vasco.
Una adaptación desafiante
Otro de los aspectos destacados dentro de la producción del filme es la elección del casting, que incluye a actores y actrices locales de primer nivel como Bárbara Lennie (Alice), Eduard Fernández (Samuel Alvar), Loreto Mauleón (Monserrat Castell) y Javier Beltrán (César Arellano).
En el caso de Lennie, encargada de dar vida a la indiscutible protagonista de la historia, el trabajo detrás de la preparación de la detective no fue un asunto sencillo. En entrevista con el sitio Fotogramas, la actriz afirmó que el solo hecho de comprender quién era Alice Gould representó una tarea compleja. “Para mí no ha sido nada fácil averiguarlo. Es una mujer con una vida aparentemente acomodada y confortable. Alguien muy inteligente, muy capaz… y también todo lo contrario. En su vida todo parece lujo y color, pero íntimamente está profundamente escindida”, expresó sobre su papel.
Además, confesó que esta fue la segunda vez en su carrera en que necesitó de un coach actoral para asumir el desafío. “Solo me había pasado una vez en Buenos Aires, donde fui a grabar Una especie de familia, pero en España ha sido la primera vez y Gerard Oms me ha ayudado muchísimo. Hay que tener en cuenta que ella tiene varias caras que podrían resumirse en tres: cuando está sola, cuando está con otros y cuando está con su otra. Incluso hemos tenido que hacer diagramas para tener claro en qué momento, y en qué personalidad, está Alice cada vez”.
En un texto publicado en el sitio Escribiendo Cine, el director Oriol Paulo también abordó las dificultades propias de esta adaptación. “Cuando Warner y Atresmedia me propusieron adaptar Los renglones torcidos de Dios, mi respuesta fue salir corriendo. El respeto por la novela y la dificultad de adaptar el lenguaje de Torcuato a la gran pantalla, parecían obstáculos difíciles de sortear. Sin embargo, y a pesar de la negativa inicial, el ofrecimiento despertó el recuerdo que tenía de la novela”, señaló el cineasta catalán. “Y poco a poco, imaginé cómo la adaptaría yo, qué punto de vista iba a tener sobre la historia, cómo modernizaría la narración para adaptarla al siglo XXI y –sobre todo– cómo la diferenciaría de otras propuestas imposibles de superar como Shutter Island (La isla siniestra), Shock Corridor (Delirio de pasiones) o One Flew Over the Cuckoo’s Nest (Atrapado sin salida)”.
Sobre el proceso, el director agregó que “seis meses más tarde, y ante la insistencia por adaptar la novela, expuse cuál sería mi visión siendo honesto con lo que me despertaba la novela en el ‘aquí y ahora’. No solamente lo expuse a los productores y distribuidores implicados, sino también a los ‘guardianes’ de la novela, que habían protegido los derechos como un preciado tesoro. Para mí era imprescindible tener la bendición de todos los que habían soñado con una adaptación modernizada de la novela. Y es que adaptar Los renglones torcidos de Dios en toda su magnitud era imposible. Harían falta diez horas de metraje. Sin embargo, adaptarla bajo un punto de vista concreto, que fuera respetuoso con el original y, a la vez, ofreciera una revisión del clásico, quizás no tanto”.
Uno de los requisitos de Paulo a la hora de aceptar la propuesta de encabezar el filme fue contar con Bárbara Lennie como protagonista. “La película es, ante todo, un estudio de personaje. Nadie como Bárbara podía encarnar a Alice Gould. Por su talento, su magnetismo, su inteligencia, su elegancia, y ese halo misterioso que siempre la acompaña. Toda la película recae sobre ella, y nunca antes había puesto una historia tan al servicio de nadie. Los renglones torcidos de Dios, no lo voy a negar, está pensada y ejecutada pensando en Bárbara Lennie”, confesó el director en la misma publicación.
Otro punto importante para el director fue, justamente, la tarea titánica que implicaba la recreación del contexto donde sucede la historia, que también involucra la crisis política del país por esos años: “Recrear un sanatorio en tiempos de transición, también era un reto mayúsculo, ya que permitía dar voz a todos los pacientes que eran apartados de la sociedad y recluidos entre cuatro muros. En la película se habla de la vieja psiquiatría y de la nueva psiquiatría en un país que estaba cambiando, más lentamente de lo deseado. Es un telón de fondo, el de los restos del franquismo, que hemos querido poner en pantalla sin subrayar, sin caer en la caricatura. No hemos querido hacer gag de la época haciendo evidente el pasado, sino ser quirúrgicos en la documentación, y transparentes en la ejecución”.