Mon Laferte: “Me gusta más mi versión de hoy que la de hace cinco años y que la de hace diez”

Mon Laferte

La cantante chilena más exitosa de la escena internacional retorna al país para mostrar sus pinturas y su faceta plástica, además de un concierto bajo el simbólico título de Sola con mis Monstruos. Aquí, habla con Culto desde México de miedos, inseguridades, anhelos y de crear cuando no sólo se trata de música.


Mon Laferte viene a Chile para desplegar sus múltiples rostros. Porque, esta vez, no sólo se trata de música y canciones.

La artista chilena más internacional del último lustro aterrizará durante el verano para tres hitos que la vuelven a vincular con su país de origen, todo como parte de la próxima edición del Festival Internacional Teatro a Mil.

El 5 de enero se inaugurará en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) la exposición Te amo, que por primera vez traerá a Santiago su imaginario plástico, a través de pinturas, dibujos, poemas, videos, bordados y sus muñecas gigantes. Un universo que ha decidido explorar con fuerza en los últimos años y que la ha tenido exponiendo en Chile, México e Inglaterra, con una muestra de sus pinturas que a mediados de 2021 arribó con éxito a The Brick Lane Gallery, en Londres. La entrada será gratuita.

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Después, el jueves 12, presentará en la Quinta Vergara de su natal Viña del Mar el espectáculo Sola con mis monstruos, un concierto acústico, de acento austero, apenas secundado por su guitarrista Sebastián Aracena y que exhibe en su escenografía precisamente las figuras gigantes de varios monstruos confeccionados por ella misma en tela, como un guiño existencial a los tormentos de tamaño intimidante que acechan las vidas de millones.

El show ya lo hizo en México y forma parte de su primer álbum en vivo, grabado en dos presentaciones en el Lunario del Auditorio Nacional de la capital de ese país en 2019, y publicado al año siguiente.

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Finalmente, Laferte también retornará sobre el arte más callejero, esta vez en el Estadio Nacional, uno de los sitios más emblemáticos de la capital. Junto al destacado muralista Alejandro “Mono” González, uno de los fundadores de la Brigada Ramona Parra y de connotado recorrido en intervenciones de carácter social, la intérprete pintará un mural en el llamado Camino de la Memoria del coliseo, que recuerda a los prisioneros políticos que estuvieron ahí durante la dictadura militar. A su vez, el mural marcará uno de los primeros hitos conmemorativos por los 50 años del Golpe de Estado en Chile.

-¿En qué momento un hobbie como pintar se convierte en una actividad más seria y que necesitaste mostrar de forma más pública?

Yo creo que cuando me quité un poco el ego, porque el ego es lo que no te deja avanzar. El ego disfrazado de humildad. Porque todo es como: “no, es que mi pintura no es tan buena, no la voy a mostrar”. Pero en el fondo eso es ego. Entonces, me quité un poco eso y me pareció que tenía que compartirlo.

También tenía una habitación llena de pinturas y ahí estaban, no hacía nada con eso, y ahí dije: “estas pinturas tienen su vida propia, ya se tienen que ir de aquí. Se tienen que mover”. Entonces ya, salieron, ahora viven en otros sitios, viven en casas de gente y me parece súper lindo también eso, que mi obra visual tenga vida propia y esté por ahí.

-¿En qué sentido el ego pesó para en un momento decidir no mostrar tus pinturas?

Creo que tenemos una errónea idea del arte en general, y sobre todo en este lado del mundo, donde tenemos una visión muy europea de lo que es el arte. Te enseña la sociedad en general que las pinturas deben ser las obras de Velázquez o de ese tipo de pintores, que son maravillosas y que soy súper fan de esas obras, pero no era lo que a mí me interesaba hacer. Yo pensaba que no estaba a la altura. Pero el arte también es tan subjetivo. Más que una perfecta técnica, incluso también con la música, lo que me interesaba era expresarme, transmitir, sentir, o que alguien sienta también.

Eso es para mí una de las principales tareas del arte: llevar esa conversación entre las personas. A mí eso me gusta tanto con mi música como con mi obra visual, que alguien pueda sentirse conmovido, que sienta algo cuando esté ahí viendo la obra.

Me parece súper lindo que mi obra visual tenga vida propia y esté por ahí”

-¿Encontraste algo en la pintura que no estabas encontrando en la música?

Es distinto para mí. Aunque de alguna manera he aprendido a no separar, siento que es todo lo mismo. De hecho, estoy trabajando en un proyecto a futuro donde voy a juntar todos estos mundos en uno solo. Pero en lo que es distinto es que es muy solitario el tema de la pintura, me encanta pasar horas en el taller, amo pasar ahí horas, y se me va el día volando en ese momento que es tan personal. Y sí he encontrado unos momentos de gloria, como de meditación, y he llegado a sentirme muy conectada conmigo, muy conectada con el momento presente.

Que no digo que no lo encuentre en la música, pero tal vez es más fácil llegar a ese punto a través de la pintura que en la música. Porque en la música empecé muy pequeña y me acostumbré a que era algo que hacía para compartir con las personas. Entonces, lo quiera o no, está en mí ese fantasma de que después lo van a escuchar otros. Y en la pintura todavía tengo esa libertad de lo personal, de lo íntimo, entonces sí es una cosa distinta.

-¿Son también distintas formas de crear?

No es tan distinto. O sea, bueno, en la práctica claro, son diferentes. Pero no es tan distinto. Aunque siento que en la música muchas veces, y esto puede ser contradictorio, es más impulsivo. De pronto estoy en cualquier sitio y se me viene una melodía, algo sale de pronto. Y digo que es contradictorio porque, como es algo impulsivo y me agarra en cualquier lugar, cuando se me ocurre la idea de una canción, también a pesar de esa impulsividad y el carácter genuino, siempre estoy pensando que lo voy a compartir, que voy a hacer un álbum y que lo voy a terminar grabando.

En cambio, la pintura es más pensado, planeo qué voy a pintar, hago un boceto a veces, quiero contar una historia, entonces me tomo mucho más tiempo y es mucho menos impulsivo. Pero a la vez me dejo llevar más, porque no estoy pensando en que va a haber alguien y va a ir a un show o va a comprar un disco.

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-¿De qué hablan tus pinturas? En la presentación que se hace de tu exposición, se recalca que “no existe una separación entre su vida personal y su arte”. ¿Estás de acuerdo también con eso?

Yo creo que sí, tampoco soy tan consciente. Ahora, yo debo decir que odio hablar acerca de mi obra, porque soy mala para hablar, por eso a mí me gusta cantar y pintar, para no tener que decir las cosas. Me preguntan de qué van mis obras y creo, pensando también en el nombre de esta exposición, que lo que quiero es abrazarme y abrazar a las personas. Hacerles un cariñito. Quiero que la gente se sienta bien. Siempre quiero que las personas se sientan bien y todos esos personajes que de repente aparecen en mis pinturas pueden ser gente que se siente sola, o yo que me siento sola, o un día bueno o un día malo, o cualquier tipo de persona, porque finalmente todos merecemos y tenemos derecho a estar en este mundo con las ideas que tengamos, no importa que tan cruel pueda llegar a ser, sólo somos seres humanos y todos caben en este mundo imaginario que muestro yo. Lo que le quiero decir a la gente es eso, que “te amo a través de la obra”, no importa cómo seas o lo que hayas hecho. Me doy cuenta que lo que siempre quiero es hacer sentir bien a las personas. Todos son bienvenidos en mis pinturas.

-¿Por qué uno de los objetivos es hacer sentir bien a las personas al hacer tu música o tus pinturas?

Yo creo que a veces somos súper duros con nosotros. En resumen –y esto es como si tuviera la solución a los problemas del mundo (se ríe)-, todos los problemas que tenemos y las diferencias ideológicas son porque queremos que nos quieran y que nos acepten. Somos unos animalitos que necesitamos amor, necesitamos abrazos, cariño, que nos acepten, que nos quieran.

Por eso, muchas veces, todos los ismos, cuando se dice “yo voy a ser la más ista”, es porque quiero que me vean, que me escuchen y me respeten, que me abracen, que me quieran. Entonces, siento que si nos quisiéramos un poco más, igual se acabarían muchos problemas. Entonces, yo quiero a las personas, con todos sus errores y aciertos, así como me quiero a mi misma y acepto que solos somos unos simples seres humanos, mortales.

-El concierto del 12 de enero en la Quinta Vergara se llama Sola con Mis Monstruos. Un título muy metafórico, pero elocuente. ¿Qué muestra ese título de ti?

Bueno, esos monstruos son todos estos miedos, la locura que llega a veces, la incertidumbre, la inseguridad, las envidias, los problemas, o todo lo que podemos sentir los humanos y que es visto de manera negativa, pero que está ahí, que existe por algo.

El miedo no es tan bueno, no te deja avanzar en la vida, pero también existe por algo. Si no tuviéramos miedo, no habríamos llegado a lo que somos. Teníamos que tener miedo para que no nos comieran al principio como razas, como seres, para no ser devorados. Está bien, existe. Entonces, yo abrazo todos estos monstruos, que me permiten también crear, y los pongo también sobre el escenario, caracterizados por estos seres y muñecas que hago en tela, y además están en las canciones todos esos monstruos, todas estas contradicciones que existen en mis letras y toda la vulnerabilidad que está ahí; porque, claro, soy una mortal más. Ahí están todas mis contradicciones, miedos, inseguridades y también la parte linda que puedo llegar a tener, también todo está ahí sobre el escenario.

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-¿Crecieron tus miedos o inseguridades con el éxito?

No sé si mucho más, yo creo que soy bastante autocrítica y me gusta todo el tiempo estar meditando tanto de mí a nivel personal como de mis relaciones con mi entorno, qué estoy haciendo por la gente que está cerca de mí, por la gente que amo y la gente que me ama. Y no sé si con el éxito, de pronto con los años también uno va aprendiendo más cosas, creo. Siempre siento que he ido en un camino de aprendizaje y veo hacia atrás y creo que he cambiado mucho. Siempre trato de quedarme con lo mejor de mí y trato de dejar atrás eso que no me está sumando, pero tampoco lo castigo; lo reconozco, lo observo y digo “esta he sido yo”. Esta era yo hace diez años, y me abrazo, me hago cariñito, intento avanzar.

-¿Te gusta tu versión actual como persona?

Me gusta más mi versión de hoy que la de hace cinco años y que la de hace diez, porque creo que intento mejorar. ¿Y qué es mejorar? Pues no hacerle daño a la gente que quiero, tratar de ser mejor, en lo que nosotros creemos como sociedad que es ser mejor.

-Finalmente, ¿qué es lo que te gusta de este concierto más austero y que no tiene una puesta en escena tan exuberante como la que vimos hace unos meses en el Movistar Arena?

Todo esto surgió hace un par de años. Yo estaba teniendo conciertos muy masivos. Y de hecho aquí en México había hecho el Palacio de los Deportes, que ha sido el concierto más masivo que he tenido aquí; entonces quería volver al origen, al punto de cómo nacen las canciones, que es guitarra y voz. Entonces, se me ocurrió hacer este concierto más pequeñito. Y llevar al público esto más íntimo que me toca en el taller, que es la pintura, o toda esta serie de manualidades que hago, todo este arte que hago con las manos.

Entonces, de ahí surgió esta idea, que iba ser un solo show, pero siento que gustó mucho, que hay un público que le gusta mucho ese formato, entonces lo empecé a replicar y no lo había llevado a Chile. Me pareció bien la idea de hacerlo en Chile, que claro, finalmente va a ser en un lugar súper grande, súper masivo, ya no va ser el concierto íntimo, pero de alguna manera si es íntimo por el formato en cómo estoy tocando las canciones. No tenemos toda esa luminaria ni toda esa escenografía, sino que son estos monstruos y estas muñecas; y también es íntimo porque estoy en casa finalmente, porque vuelvo a casa, a la ciudad donde nací, donde vive mi familia, y siempre que yo regresó a Viña siento que vuelvo a casa. Es una locura después de tantos años, vuelvo y siento que aquí estoy, que ese es mi hogar.

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