De un basural al corazón de Santiago: cómo surgió el eje Alameda-Providencia

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Desde sus orígenes como un basural, hasta su transformación en paseo y su posterior extensión en Avenida, la arteria clave de la capital ha vivido varias modificaciones, a propósito del anunciado plan gubernamental de recuperación del eje. Una historia que fue a la par con el desarrollo de los transportes, las actividades económicas y las crisis sociales.


De alguna forma, el eje Alameda-Providencia ha ido creciendo junto al país. Aunque bien puede considerarse uno de los más antiguos de Chile (en rigor ese es la Avenida Independencia, antiguo ramal del camino del Inca), en su origen se trató de un brazo seco del Mapocho, que permitió delimitar la primera fundación hispánica por parte de Pedro de Valdivia, en 1541. Práctico, el extremeño aprovechó la infraestructura levantada previamente por el incanato, como lo han demostrado los estudios de Rubén Stehberg y Gonzalo Sotomayor sobre el tema.

Pese a que en el período colonial, la zona marcaba el límite de la ciudad y era más bien un basural, no estaba exento de actividad. “En sus cequiones [acequias] laterales se bañaban los chiquillos; los caballos y tropillas de burros se detenían a refrescarse en sus orillas”, destacaba Oreste Plath en su artículo La Alameda (de tinte más bien costumbrista) publicado en la revista En Viaje.

Fue durante el gobierno de Bernardo O’Higgins, en los albores de la República, en que la Cañada comenzó a tomar una fisonomía más cercana a la de un paseo, de allí el nombre de Alameda de las delicias, un nombre que se hacía cargo de los cambios de facto en el lugar. En rigor, los primeros Álamos fueron plantados en 1809. “Llegan a Chile desde Mendoza, traídos por un fraile franciscano”, destaca Oreste Plath.

Según Plath, el mote de “las Delicias”, venía del cuidado que se dio a la ornamentación del lugar. “Andando el tiempo se destacaron las primeras estatuas y fuentes de agua (pilas) y era una verdadera delicia caminar por ella. Las damas, caballeros, y la juventud tenían a esta avenida como el mejor paseo para gozar de la ‘fresca’”, detalla Plath. Un detalle que tenía que ver con el aspecto sobrio de la capital, con sus casas bajas, sus construcciones de adobe y las abundantes iglesias. Además, los batallones cívicos realizaban allí sus ejercicios.

La era moderna

A partir de la década de 1840, la ciudad comenzará a crecer. Surgieron suburbios en que la población más pobre se asentó cerca de sus fuentes de trabajo (las estaciones ferroviarias, el matadero, el arenal y el barrio Yungay), y en zonas de escasa utilidad agrícola (como los bordes del Mapocho). Según el historiador Armando de Ramón, en ello confluyeron factores como la especulación en la renta de la tierra, que permitía el usufructo del suelo sin necesidad de levantar construcciones. Como sea, eran lugares insalubres con escasa atención.

El fisco asimismo, comenzó a adquirir bienes raíces en las afueras de Santiago, “una acción que, aparentemente no tuvo una intencionalidad definida o planificada determinó que, durante la segunda mitad del mismo siglo, se orientara en esa dirección el crecimiento de los nuevos barrios que surgieron en sus proximidades, tanto para las clases altas como para las clases medias”, detalla Plath. Así, comenzaron a surgir barrios como el actual República, que acabaron por consolidar a la Alameda como un eje urbano, superando su actividad inicial como paseo.

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Luego vinieron los proyectos desde la elite para reordenar la ciudad. Allí destacó la gestión de Benjamín Vicuña Mackenna como intendente de Santiago, quien trazó la idea del llamado “camino de cintura” para dividir la ciudad en dos zonas segregadas. La Alameda, llegaba hasta la zona de la entonces Plaza Colón, la futura Plaza Baquedano.

“El vértice donde se encuentran actualmente la Alameda Bernardo O’Higgins y la avenida Vicuña Mackenna se constituía desde la década de 1870 según los planes propuestos para la modernización de Santiago por el Intendente como limite oriente para la ciudad, entendiendo al río Mapocho como frontera norte natural de la misma al no estar aún canalizad”, detalla el Doctor en Arquitectura y magíster en Historia, Marcelo Mardones.

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Alameda de las Delicias desde el Santa Lucia, 1901. Colección Archivo Fotográfico, Biblioteca Nacional Digital.

Mientras el país vivía su tránsito hacia la capitalización de su economía, la elite no escatimó en transformar la ciudad de acuerdo a su modelo. “La modernización urbana llevada a cabo en las décadas siguientes por la élite fue transformando la fisionomía del sector mediante obras como el parque forestal y el encajonamiento del curso fluvial, mientras que paralelo al camino del cintura oriente (Vicuña Mackenna) se puso en funciones desde 1891 el Ferrocarril Llano del Maipo, proveniente de los ricos terrenos agrícolas ubicados al sur oriente de la capital”. destaca Mardones.

Ese Ferrocarril fue el origen de la extensión de la Alameda hacia Providencia, zona que tomó el nombre por la Iglesia de Nuestra Señora de la Divina Providencia, levantada entre 1881-1890. “La vía que llegaba hacia la por entonces plaza Colón atravesaba por los actuales terrenos del parque Bustamante y hacia el Centenario de la República se coronó como espacio ferroviario al construirse la estación Providencia, edificio proyectado para recibir una línea transandina y que finalmente sería demolida en 1910. Su presencia consolidó al sector como nodo para bienes y personas, y especialmente en facilitar la proyección de la ciudad hacia el oriente”, agrega el historiador.

La introducción de innovaciones en el transporte permitieron la extensión del eje. En septiembre de 1900 se inauguró el servicio de tranvías eléctricos, desplazando a los antiguos tirados a caballos, los llamados “de sangre”. Ello permitió el avance. “En 1905 se pedía la extensión de la linea de Providencia hasta la fábrica de cerveza (Providencia y Tobalaba), con un ramal que abarcaría, en toda su extensión la nueva avenida Pedro de Valdivia”, detalla Armando de Ramón en su clásico Santiago de Chile: Historia de una sociedad urbana.

Más adelante llegaron otros hitos. En 1930, el alcalde de Providenca, Almanzor Ureta, le encargó al paisajista austriaco, Óscar Praguer, el diseño de un Parque Japonés en la ribera sur del Mapocho. Era tiempos duros; la cesantía comenzaba a golpear al país tras la Gran Depresión, y algo había que hacer con los obreros desempleados. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, y la insólita declaración de guerra de Chile a los nipones, el lugar fue rebautizado convenientemente como Parque Gran Bretaña. Será en 1949, con la donación de la estatua del expresidente José Manuel Balmaceda, por Samuel Román, que el lugar tendrá su nombre con que se le conoce hasta hoy.

ALAMEDA - METRO - OBRAS (447188)

Hitos posteriores están en el traslado de la antigua Pérgola de las Flores (antes ubicada frente a la Iglesia de San Francisco, lo que hizo más estrecha la avenida); las obras de la línea 1 del Metro, a fines de los sesentas; la construcción de la carretera Panamericana; las vías exclusivas del Transantiago; la inauguración del Centro Cultural Espacio de La Moneda, hasta los planes de recuperación y transformación del eje, como el anunciado esta semana por el gobierno, el que surgió originalmente durante el segundo período de Michelle Bachelet.

Por cierto, uno de los puntos importantes del Eje, es Plaza Italia, cuya fisonomía actual comenzó a gestarse desde la década de 1920, con la instalación del Monumento ecuestre al General Baquedano, el que desplazó el antiguo monumento del Angel y el León, donado con la colonia italiana con ocasión del centenario de la república, así como la construcción de la rotonda que todavía la rodea. “Plaza Baquedano es un nodo urbano, es decir, un lugar donde se encuentran y redireccionan flujos de personas y servicios, lo que quizás es su mayor característica -destaca Mardones-. Posiblemente el desarrollo hacia el oriente de la ciudad con la creciente instalación de los grupos medios altos que salían del centro histórico de Santiago donde habían habitado desde la segunda mitad del siglo XIX favoreció esta situación del sector, lo que se acentuó con transformaciones como la supresión de la línea del ferrocarril Llano del Maipo, la demolición de la estación Providencia y la construcción sobre sus terrenos del actual parque Bustamante durante la década de 1940″.

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