La primera batalla de Bernardo O’Higgins que casi termina en desastre: cuando se tomó Linares con apenas unos pocos soldados
Al amanecer del 6 de abril de 1813, el entonces coronel O'Higgins hizo su estreno en las batallas de la guerra de la Independencia llevando a cabo un plan que no convencía al general José Miguel Carrera, pero un apoyo clave cambió la directriz del asunto. Aquí contamos uno de los capítulos desconocidos de la historia de Chile.
No lo convencía. José Miguel Carrera se paseaba como león enjaulado por su tienda de campaña escuchando el plan del nuevo teniente coronel del Ejército patriota, Bernardo O’Higgins. Pero mientras más lo escuchaba, menos claro tenía cómo iba a lograr lo que le estaba prometiendo. El chillanejo se venía recién incorporando a las filas patriotas -bajo el mando de Carrera- y tenía ardientes deseos de entrar en batalla.
En el Primer Congreso Nacional, de 1811, O’Higgins había sido diputado por Los Ángeles y había dejado su vida como un rico hacendado, en Las Canteras (actual región del Biobío) para abrazar la causa patriota. Así, se incorporó al campamento de Carrera, en Talca. Como venía desde el sur había visto los movimientos de las tropas realistas. “Contaba, al efecto, que un destacamento de dragones que había salido de Concepción bajo el mando del capitán don Melchor Carvajal en alcance de los caudales de la provincia, se hallaba al norte del río Itata y que él mismo había sido perseguido por un piquete que ahora debían hallarse en Linares”; señala Diego Barros Arana en el tomo IX de su Historia General de Chile.
La idea era tomarse Linares, y para ello, O’Higgins pidió a Carrera que le entregasen 30 o 40 soldados acantonados en Talca para ir a sorprender a los realistas que allí se encontraban. El plan no convencía del todo a Carrera. “Se resistió a aprobar una tentativa que le parecía sumamente peligrosa, y que lo exponía a perder una buena parte de los pocos soldados que hasta ese momento tenía a su lado”, dice Barros. Pero O’Higgins encontró un aliado en Joel Roberts Poinsett, el cónsul de los Estados Unidos en Chile. El norteamericano se mostró favorable al plan. Ello finalmente terminó de convencer al descreído Carrera.
O’Higgins obtuvo 22 soldados, más otros 36 milicianos que se encontraban en Talca. 58 combatientes en total. El armamento era escaso e incluso Carrera y Poinsett debieron facilitar sus propias pistolas para armar a la columna que iría a Linares. A las 12 de la noche del 6 de abril de 1813, O’Higgins salió de Talca. Su idea era caer de noche sobre los españoles. Cruzó el Maule, pero hacia la 1 de la mañana se encontró con una densa neblina que le impidió seguir avanzando. Solo pudo llegar cerca de las 9 de la mañana.
A esa hora, O’Higgins se dio cuenta que los realistas se ubicaban en la Plaza de Linares y que eran solo 22 hombres, “con buenas armas y buenos caballos”, señala Barros. El chillanejo distribuyó a sus soldados de forma ordenada, y acto seguido, a grito pelado ordenó a su improvisada tropa de soldados y huasos caer sobre los partidarios del rey.
El resultado fue óptimo. “Los dragones, viéndose repentinamente rodeados por todas partes...no se atrevieron a oponer la menor resistencia y se rindieron a discreción”, dice Barros. Luego, O’Higgins se apoderó de sus caballos y armas, y los mandó escoltados a Talca.
O’Higgins escribió de esta forma el parte de combate a Carrera. “Tengo el honor de decir a V.E. que he cumplido con lo que en el día de ayer me ordenó, y quedan en nuestro poder todas las armas de 21 Dragones, incluso cabo, sargento, y el oficial don José Rivera. Los prisioneros los conduce a ese cuartel general el Ayudante de Órdenes don Bartolomé de Aráoz; y al oficial el Capitán de Granaderos de milicias disciplinadas don Pedro Barnechea. No hallo cómo ponderar a V.E. el ardor [con] que toda la oficialidad, los famosos Nacionales y valientes promaucaes atacaron en columna a media rienda al enemigo que inmediatamente se rindió, no obstante que lo hallaban formados en batalla con bala en boca, pues se aterraron al horrendo grito de la libertad. Este pequeño ensayo hará ver a los tiranos lo que puede un pueblo que quiere ser libre. El Capitán don Pedro Barnechea les distribuyó más de 200 pesos, y gran cantidad de pueblo se juntó a abrazar a sus libertadores. Me hallo en este momento juntando el regimiento de este partido, que lo ha puesto a mi disposición el Coronel don Santiago Arraigada y demás plana mayor. Dios guarde a V.E. muchos años”.
Esta fue la primera acción militar de O’Higgins, y su primera victoria en batalla. “Este primer ensayo militar, por modestísima que fuera su importancia, produjo un gran contento en el campamento de Talca. Carrera recibió a los prisioneros de Linares como compatriotas extraviados por engaño y luego los incorporó a sus fuerzas”. De ahí en adelante, O’Higgins iría obteniendo cada vez más notoriedad, incluso logró obtener el cargo de comandante en jefe del Ejército, tras la batalla de El Roble, el 17 de octubre de 1813.
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