“Prácticamente exige ser vista en el cine”: por qué Avatar vuelve a dominar la pantalla grande
Venciendo los pronósticos tibios o derechamente pesimistas, James Cameron una vez más se alza como el monarca de la taquilla mundial: la espectacular segunda parte de su película de 2009 se consagró como un éxito en las salas, pavimentando el camino para la realización de otras tres secuelas que llegarán a partir de 2024. Dos expertos consultados por Culto indagan en las razones del fenómeno que trajo de regreso las aventuras en Pandora.
Este jueves se produjo el esperado relevo en el trono. Avatar: El camino del agua, la secuela de la millonaria película de 2009, desplazó a Top Gun: Maverick como el filme de 2022 con mayor recaudación en las salas del mundo. Luego, 24 horas más tarde, se hizo oficial que se convirtió en el noveno largometraje más taquillero de todos los tiempos, tras dejar atrás a The Avengers (2012).
De ese modo, en el transcurso de las últimas tres semanas, James Cameron ha acallado críticas, burlas y cualquier resistencia a su ímpetu por continuar la superproducción sobre el planeta Pandora a más de una década de su introducción.
Con US$ 1,56 mil millones ingresados hasta el momento, la siguiente marca que buscará son los US$ 2 mil millones, una barrera a la que no ha llegado ninguna otra cinta en pandemia y que antes alcanzaron únicamente cuatro títulos: Star Wars: El despertar de la fuerza (2015), Titanic (1997), Avengers: Endgame (2019) y, a la cabeza de todas, la Avatar original. En tanto, en Chile domina la pantalla grande acumulando más de un millón de espectadores desde su lanzamiento, el 15 de diciembre.
¿A quién le importaba volver al universo creado por el director de Terminator? Al parecer, a muchos. “Creo que gran parte del éxito de la secuela se debe a algo que en realidad llevó a que mucha gente se preguntara si fracasaría: la escasez de otras Avatar en los años transcurridos desde 2009″, indica Jesse Hassenger, periodista y editor que escribe para medios como The Guardian y The Wrap. En su opinión, que este sea el primer hito de la saga después del estreno de hace 13 años, “la ha hecho parecer más especial”.
“Te encuentras con un trailer de una nueva película de Marvel casi cada vez que vas al cine. Pero durante gran parte de los últimos 13 años, Avatar vivió principalmente como una atracción de parque temático y en el recuerdo de la gente de haber visto algo grande y ostentoso”, argumenta.
Por ello, no duda en describir al largometraje como “un evento para los cines”, una definición a la que se pliega Brian Lowry, crítico de CNN. “Al igual que la primera Avatar, la secuela prácticamente exige ser vista en un cine, de una forma que va en contra de la tendencia de esperar y ver todo en casa. El sonido, el 3D y los beneficios de la pantalla Imax realmente mejoran la experiencia, lo que hace que el filme se sienta como un evento”, plantea a Culto, ensalzando un formato que en el país está disponible sólo en dos complejos (CineHoyts Plaza Egaña y Cinemark Mallplaza Vespucio).
Liderada nuevamente por Sam Worthington y Zoe Saldaña, la segunda parte explora las aventuras de la familia que han formado Jake Sully y Neytiri, el humano y la Na’vi que en la primera entrega se enamoraron en medio del peligro que enfrentaba el mundo de ella. Ahora es el bienestar de ambos junto a sus hijos el que está bajo amenaza, lo que los lleva a pedir auxilio a otro clan denominado Metkayina.
La cinta estrenada en 2009 usó a su criterio un manojo de lugares comunes (en particular, la idea del foráneo que defiende a la tribu desprotegida); aunque suma otros elementos valiosos, la segunda tampoco se enloquece reinventando la narrativa. Y eso, en vez de emerger como un defecto, podría ser una de sus mayores virtudes.
“Creo que una de las razones por las que estas películas han funcionado tan bien a nivel internacional es porque la historia es bastante básica. Prácticamente está diseñada para cruzar fronteras nacionales y culturales, con la nueva película quizás incluso más cargada en esa dirección universal a través de sus temas sobre la familia”, sostiene Lowry.
Mientras Cameron ha estado ocupado preparando sus secuelas en Nueva Zelanda, el panorama de las superproducciones de Hollywood ha pasado a quedar monopolizado por los proyectos basados en cómics y el regreso de icónicas franquicias de antaño, con resultados que no siempre son óptimos. Pantera Negra (2018), Dune (2021) o la misma Top Gun: Maverick son honrosas excepciones en ese ámbito.
“Muchas películas de gran presupuesto realmente no se ven tan bien en términos de efectos visuales o cinematografía o incluso colores llamativos”, apunta Hassenger. “Los blockbusters de US$ 200 millones lucen más baratos que nunca; cuando Cameron pone dinero en la pantalla en realidad está al servicio de algo ingeniosamente diseñado y bellamente representado. No es la única persona en el mundo que sabe cómo hacer esto, pero definitivamente es un conjunto de habilidades más atípico de lo que se cree”, agrega.
Una batería de cualidades que sostienen un espectáculo que no se percibe ni cínico ni vacío. “La sinceridad a corazón abierto de su narración se siente atípica en este nivel de cine de gran presupuesto; muchas películas de superhéroes intentan abarcar acción, ciencia ficción, comedia y drama a la vez, y se olvidan de ser realmente buenas en cualquiera de ellos”, señala Hassenger.
Luego de su impecable desempeño en salas, este viernes el cineasta confirmó que Avatar: El camino del agua ya es un filme comercialmente rentable y que es una certeza que realizará las otras tres entregas, todas en diferentes etapas de avance pero sujetas al éxito financiero de la segunda. Cameron, quien alguna vez expresó ser “el rey del mundo” cuando ganó el Oscar por Titanic, esta vez fue directo y al grano: “En este punto hemos comenzado una franquicia. Hemos comenzado una saga que ahora puede desarrollarse en múltiples filmes”.
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